Efecto específico de la imagen televisiva que se efectúa durante la grabación de las escenas. La inserción electrónica, también llamada recorte electrónico, consiste en captar la imagen de un títere y contextualizarla en otra imagen tras haberla encuadrado. Esta técnica es idéntica a la del teatro negro, pero el títere se graba en un estudio cuyo fondo es monocolor, azul o verde «croma», un color que parece que se está adoptando en la actualidad, donde lo esencial es que el color tenga contraste y sea convencional. La vestimenta, los capuchones y los guantes de los titiriteros, así como los dispositivos de manipulación, los puños o las varillas, por ejemplo, deben tener el mismo color que el fondo. Un «ingeniero de imagen» suprime este color de la imagen y recorta el títere. Hay que tener cuidado de no utilizar el color del fondo en el títere propiamente dicho, porque, entonces, éste presentaría agujeros. Después, la imagen encuadrada se inserta en otra imagen procedente de una cámara de vídeo. Esta imagen puede ser la de un escenario en el que actúan otros títeres o actores en directo, una maqueta (lo que evita la construcción de un decorado a escala del títere), un dibujo, una película previamente rodada, una diapositiva o una imagen virtual. El problema técnico que se plantea es la posibilidad de cortes de la imagen. Por ello, la iluminación precisa un ajuste muy minucioso para que sea muy regular sin proyectar sombras. En 1964, Jean-Christophe Averty fue uno de los primeros en utilizar los efectos electrónicos en una emisión de variedades para la ORTF, Les Raisins verts (Las uvas verdes). También es el realizador de un famoso Ubu roi (Rey Ubú) de Alfred Jarry, que creó mediante tratamiento electrónico de la imagen. En la década de los 70, el realizador Boussaguet, Marcel Violette y Dominique Houdart experimentaron con un dispositivo de efectos electrónicos inventado por el ingeniero Dupouy. Se presentaba con la forma de un escenario con varios agujeros taladrados en los que se enchufaban conectores «tipo banana». Se construían títeres-matriz reales específicos a partir de volúmenes simples y se pintaban con vivos colores sólidos en las zonas nítidas y de juntas. Se rodaban con una cámara de vídeo y después se modificaban en función de la configuración de los enchufes de Dupouy. Los títeres, en la pantalla, después de ser tratados, podían parecerse a un dibujo del autor de cómics Philippe Druillet o estar «grafiados» como si se tratara de una «solarización» fotográfica. También podía parecerse a un dibujo animado de Stephen Bosustow e incluso estar coloreados en medios tonos y con el contorno repasado con tinta negra. No obstante, el sintetizador de imagen Dupouy se quedó en la fase experimental.

El único imperativo en la construcción de estos títeres consiste en pintar (o en enfundar en una tela) del mismo color convencional que el del fondo todos los artificios de manipulación visibles. La manipulación puede hacerse en elevación, con guante o con varillas (siempre que estas últimas estén pintadas del color del fondo a fin de desaparecer con el trucaje). Pero la manipulación equiplana es la que más práctica resulta, a pesar de requerir cierta experiencia y numerosos ensayos. En Voyage au pays de la marionnette (Viaje al país del títere), de Marcel Violette y Dominique Houdart, dos presentadores, Chauffelacolle, una especie de Geppetto, y Chilpéric, un pájaro bromista, anunciaban las diferentes secciones. Hacían falta al menos cinco titiriteros vestidos de azul de pies a cabeza para darles vida. Un titiritero animaba la cabeza y la boca de Chauffelacolle, otro se enfundaba los guantes y un tercero movía sus pies. Un cuarto titiritero hacía batir las alas del pájaro Chilpéric, mientras el quinto manipulaba su cuerpo. La dificultad residía en la coordinación de los movimientos de los titiriteros, particularmente en los desplazamientos entre los proyectores. Estos títeres también pueden ser manipulados sobre una mesa, cogidos directamente con la mano o desplazados con la ayuda de varas (pintadas como el fondo) como en los títeres chinos de Chaozhou. Con vara a la cabeza y/o con hilos (siempre del mismo color que el fondo), son animados desde arriba. En cuanto a manipulación, las combinaciones posibles son infinitas. Esta es la enorme ventaja de la inserción electrónica, que ofrece una libertad absoluta, aunque el rigor del color de fondo es a menudo incómodo y, en ocasiones, la sincronización de los movimientos resulta laboriosa.