Títere de manipulación en elevación. Tras la Segunda Guerra Mundial, titiriteros como Lafaye, Tournaire, Kramer y Joly lideraron una pequeña revolución en el mundo del títere. Después de la liberación de París, en los cabarets (verdaderos laboratorios del espectáculo) los herederos espirituales de los movimientos de teatro popular, como los actores del teatro de calle, inventaron, experimentaron y llevaron a cabo una reflexión fundamental sobre las funciones teatrales y sociales del títere y su naturaleza de «objeto transitorio». Todas las investigaciones del periodo de entreguerras habían caído en el olvido y el títere era solo una distracción para niños o un simple objeto del patrimonio folclórico. Pero, gracias a varios artistas, volvió a encontrar su lugar entre las investigaciones contemporáneas. Uno de los principales artífices de este renacimiento fue Yves Joly (y su equipo, su mujer Hélène, Georges Tournaire y Dominique Gimet, entre otros). Su propuesta fue radical. De hecho, el artista promovió la desaparición del «objeto-títere» para interesarse solo por lo que constituye su propia esencia, la mano. Así, lo puso en escena en puros mimodramas. En un teatrillo concebido para la manipulación en elevación, tapizado en negro en toda la longitud de la tabla de escena, se desplegaban las manos evocadoras de fondos submarinos, de dramas de celos o de escenas pícaras de baño: todo un arte de la evocación. Yves Joly fue el maestro de este arte y recibió, por el conjunto de su obra, el premio Erasmo. A pesar de utilizar un accesorio, también podemos emplazar la manipulación de Colette Monestier del teatro Sobre hilo en esta categoría, puesto que es la delicadeza de la mano lo que prima. Esta titiritera fija una simple tira de papel blanco en su puño con la ayuda de una pulsera de goma, coloca su mano derecha, con el pulgar y el índice estirados formando un pico y los demás dedos abiertos en la parte superior como si fueran una cresta, mientras su mano izquierda coge el extremo libre de papel que ha moldeado en forma de una letra S tumbada. Surge la magia, el pájaro nace de esta «nada» que, como dice Sergei Obraztsov, «ocupa un lugar muy considerable en todo arte».