Teatro de títeres de guante griego, cuyo nombre proviene de su personaje principal. El teatro de títeres de guante neo-helénico apareció en Grecia en los años 1860-1870, probablemente procedente de Italia (como prueban los nombres de algunos de sus personajes) a través de las islas Jónicas, a donde habría llegado a través de un grupo de ópera que fracasó en Corfú. El nombre fasoulis podría proceder del personaje de Fagiolino de Bologne, de la commedia dell’arte, pero también podría ser griego. El títere se reconoce fácilmente puesto que es tuerto, tiene una nariz ganchuda y lleva un fez con una mecha larga que forma torbellinos. El personaje se convirtió en la representación típica del griego de la época, con los mejores y peores rasgos del griego. Los otros personajes conservaron sus nombres italianos en un primer momento: Fakanapa, Arlekin, Konte-Denio, Pulcinella, Kassandro y Colombina. En ellos encontrábamos los temas recurrentes del teatro de títeres, como las palizas, muertes y resurrecciones repentinas. Las tramas fueron tomadas de la literatura popular y las novelas de aventura con temas románticos e historias de bandidos, que también formaban el repertorio de los karaghiozis. El fasoulis, sin embargo, nunca pudo desbancar a éste a pesar de su creciente éxito en las calles de las ciudades y los carnavales de las últimas décadas del siglo XIX. Los expositores de sombras también presentaban a menudo escenas de fasoulis para acompañar su espectáculo principal. Uno de los primeros titiriteros de fasoulis fue Maridakis.

La renovación del género

Christos Konitsiotis (hacia 1870-1928), quien se alejó de la tradición italiana para centrar su espectáculo en torno al personaje de Pascalis, inventó una forma más refinada de fasoulis. Una hábil manipulación, riqueza de repertorio (más de 200 obras que incluyen adaptaciones improvisadas de comedias de Molière o Los bandidos de Schiller), la apariencia de los títeres, los dones lingüísticos del expositor, quien actuaba en dialecto y su gran memoria, la música en vivo (clarinete, corneta con válvulas y percusión), explican el éxito de estos títeres. Se conservan en el Museo de Folklore peloponense de Nauplia.