Titiritera alemana que ha vivido en Francia. Aunque comenzó a trabajar en Hamburgo con los gestos eurítmicos – no están fundados en una técnica sino que en una alianza entre la mente y el cuerpo – en una de las escuelas del espiritualista Rudolf Steiner, Ilka Schönbein conoció a Albrecht Roser, y aprendió junto a él, durante dos años, la manipulación y la fabricación de títeres de hilo. Tras haber trabajado en varias pequeñas compañías alemanas, decidió moverse en minibus y enfrentarse al público en la calle. Se convirtió en el frágil mendigo de Métamorphoses (Metamorfosis), una tragedia burlesca afinada durante los años, y cuyos personajes emergen de un viejo cochecito, de un estuche de paraguas o de su propio cuerpo. El arte de Ilka Schönbein está profundamente marcado por el recuerdo del holocausto. Aunque no era judía, le puso un nombre yiddish a su compañía, teatro Meschugge, que quiere decir loco (1992). En 1994, el jurado del festival Mimos, de Périgueux, coincidiendo con el entusiasmo de los espectadores, le concedió el gran premio de la crítica aunque ella no participara en la selección y actuara en off. Más adelante, Ilka Schönbein trabajó mucho en Francia. Métamorphoses sigue representándose de vez en cuando, en los escenarios. A la artista no se le puede encasillar por su técnica – manipula con sus manos, pies, cabeza o trasero – es actriz, mimo, bailarina, titiritera, autora y creadora de máscaras y trajes. En 1998, interpretó Le Roi grenouille (El rey rana) para los niños, inspirado en La Princesse et le Crapaud (La princesa y el sapo) de los hermanos Grimm.A pesar de su éxito, Ilka Schönbein jamás cree que un espectáculo este acabado. En 2005, presentó la tercera versión del Roi grenouille, y remodeló Le Voyage d’hiver (El viaje de invierno), creado en 2003. Sacado de un cuaderno de Wilhem Müller, las veinticuatro etapas de dicho viaje, compuestas por Franz Schubert, hablan de la turbación amorosa en toda su intensidad, del éxtasis a la desesperación, a través de prodigiosas composiciones de un titiritero que crea su cuerpo a través de sus títeres. Más alla de todo pudor, cada creación de Ilka Schönbein es una cita con la violencia de la existencia humana, revelada por las máscaras.