Los teatros mecánicos se encuentran en todo el mundo y este artículo únicamente se centrará en algunas variaciones europeas. [Theatrum Mundi] (“teatro del mundo”) es, en Occidente, un término que suele utilizarse para describir dicho teatro mecánico.
Los orígenes de los teatros mecánicos pueden encontrarse en los distintos [autómatas] que se popularizaron en las casas reales y aristocráticas europeas en el siglo XVII y que normalmente se accionaban con un mecanismo de relojería. La asociación de títeres con un objeto mecanizado comenzó a realizarse en el siglo XVI. Gradualmente, los artistas europeos [itinerantes] comenzaron a añadir autómatas y figuras mecánicas a sus programas y algunos dieron un paso más allá hasta presentar una escena mecanizada. En el siglo XIX, muchos artistas utilizaron la palabra “mechanicus” para describirse a sí mismos y para que su espectáculo sonara más científico, incluso cuando se tratara simplemente de un espectáculo normal de títeres.
Los belenes móviles o [nacimientos] usaron desde los mecanismos más sencillos hasta una forma de teatro mecánico basada en temas bíblicos. Karl Jäger en su “Bethlehem”, en Dresden, a mediados del siglo XIX, incluyó 40 escenas bíblicas diferentes en su repertorio. En Sajonia, donde había mucha actividad minera, una mina podría ser objeto de un espectáculo mecánico. En Bretaña, en los años 1860, la familia Lawrence realizó una gira con un espectáculo mecánico de una mina de oro australiana.
En torno a 1720, el “conjurador” inglés Fawkes mostraba imágenes en movimiento con figuras planas de carruajes y barcos que se movían a través de un paisaje y estaban accionados por un mecanismo del tipo de relojería.
A finales del siglo XVIII, el escenógrafo Jacques Philippe de Loutherbourg (1740-1812) estableció una maqueta de teatro de gran tamaño en Londres denominada Eidophusikon para mostrar nuevas ideas de escenografía e iluminación. Este tipo de espectáculo encontró su camino en los repertorios de muchas compañías de títeres de Europa, usualmente bajo el título de teatro óptico.
Muchos artistas añadieron una sección especial al programa en la que presentaban vistas de ruinas, lugares de gran belleza y ciudades famosas; y en ocasiones combinaban esto con diapositivas de linternas mágicas. Estas, predominantemente, eran escénicas, pero las figuras y el movimiento solían introducirse para añadir interés. A veces los teatros mecánicos, al igual que el theatrum mundi, funcionaban como una especie de periódico viviente en el que recreaban batallas recientes y conflictos navales. Otras versiones más complejas, que deben mucho a los experimentos del siglo XVIII como el Eidophusikon de Loutherbourg y los panoramas y dioramas populares del siglo XIX, son más bien mundonuevos animados a gran escala, una escena completa en perspectiva con figuras que se mueven en diferentes puntos. Dichas figuras, que en ocasiones crean una procesión, se montaban sobre cintas que se movían por el escenario y estaban operadas por un mecanismo más o menos complicado de dientes y engranajes. En muchos casos, como en los juguetes animados, las figuras individuales se montaban sobre una base con ruedas debajo del “escenario” que, cuando se movía hacia delante, hacía que las varillas movieran brazos y piernas.
Los mecanismos del movimiento eran, en general, sencillos. En algunos casos, más que un trabajo de relojería, bastaba para el artista girar un asa para poner todo en movimiento, pero el público no podía ver cables o controles externos.
El artista podía viajar mostrando solo su nacimiento, pero también podía llevar un theatrum mundi como parte independiente del entretenimiento, de la misma forma que ocurriría más adelante con el Fantasma de Pepper o incluso con la proyección de una película.
Algunos de los mejores ejemplos de los teatros mecánicos se encuentran en Sajonia en familias tales como [Apel] y Kressig, que pervivieron hasta principios del siglo XX (ver [Theatrum Mundi]). En otros lugares ya no existían verdaderos mecanismos y las figuras, y muchas veces las bases de ruedas sobre las que se montaban, se movían simplemente a mano y se animaban, cuando era preciso, con palancas.
Bibliografía
- Jurkowski, Henryk. History of European Puppet Theatre. Vol. I. New York: Edwin Mellen Press, 1996.