Teatro de títeres polaco fundado en 1947 en Bielsko- Biała por los pintores Jerzy Zitzman y Zenobiusz Zwolski. Nacionalizado en 1950, se le dio una sala en 1958. Hasta 1991, el Banialuka fue dirigido, excepto entre 1950 y 1960, por el escenógrafo y director Jerzy Zitzman, con el que colaboraron el director Irena Wojuticka y el decorador Andrzej Łabiniec. Los espectáculos del Bielsko-Biała, originados lejos de los grandes centros culturales, mostraban a la vez un marcado aspecto tradicional y una gran libertad con respecto a las normas, especialmente presentando al manipulador como compañero del títere (Buratino, de Borisowa, 1955); poniendo en escena objetos (Koziołek Matołek, de Kornel Makuszyński, 1961); explorando el teatro de manos (Teatr Petruszki El Teatro de Petruzka de Jan Brzechwa, 1962), o teatro de actor (Baśniowy las El bosque de las hadas de Jan Ośnica, 1966) y el teatro poético (Młynek do kawy El molino de café de Konstanty Ildefons Gałczyński, 1967). Para centrar la atención en el Bielsko-Biała, Zitzman organizó en 1966, con la participación de algunas compañías checoslovacas y polacas, los Encuentros de Bielsko, que en 1972 se convirtieron en un festival internacional de títeres que ha acogido a unas 250 compañías de 40 países y sirve de puente entre el Oeste y el Este de Europa. Los contactos establecidos de esta manera desembocaron en cooperaciones internacionales materializadas en espectáculos de gran importancia más allá de las fronteras nacionales, como Samotność (Soledad), de Bruno Schulz, dirigido por François Lazaro y decorados de Zitzman, 1988.

Entre 1991 y 1996, la dirección del Banialuka pasó a Aleksander Antończak, director de la nueva generación, que introdujo en el repertorio el “teatro geométrico” que empleaba formas abstractas, especialmente todo un juego sobre la esfera y la semi-esfera (Opowieść o chłopcu i wietrze Historia de un chico y el viento, 1992) o sobre el cilindro (Paluszek Meñique, 1996). De 1997 hasta el 2000, el Banialuka fue dirigido por Krzysztof Rau, antiguo director del Białostocki Teatr Lalek y fundador del Teatr 3/4 Zusno en los años 90. Desde el 2000 hasta 2003, el Banialuka buscó renovarse con Piotr Tomaszuk, fundador del Teatro Wierszalin. Lucyna Kozień, dramaturga del Banialuka en los años 80, se convirtió en su directora en 2003.