Fue el último gran dramaturgo que escribió para el teatro de títeres. Su padre, un literato confuciano, había colaborado en las actividades del Takemoto-za y fue cercano a Chikamatsu Monzaemon. Fue en homenaje a éste que Chikamatsu Monzaemon eligió su nombre de escritor. Hanji comenzó hacia 1751, cuando integró el equipo de cinco libretistas dirigido por Takeda Izumo, y colaboró en la redacción de muchas obras. En 1763, cogió el mismo la dirección del “camerino de los escritores” del Takemoto-za, cuando el kabuki estaba suplantando al teatro de títeres. Al ponerse en el lugar de sus competidores, produjo libritos extremadamente ingeniosos, con intrigas complejas sembradas de momentos espectaculares que permitían desarrollar todos los recursos de la escenografía. Aquella opción fue fructífera y permitió al ningyô-jôruri recuperar terreno. En general, trabajaba en equipo, con el que firmó unas cincuenta obras, en su mayor parte jidaimono (dramas históricos). Le debemos entre otros Imoseyama Onna teikin El monte Imo y el monte Se, una narración ejemplar de virtud femenina, Ômi Genji senjin yataka El puesto avanzado de los Genji en Ômi, Awa no Naruto El pase escandaloso de Awa, Kamakura sandaiki Crónica de la tercera generación de Kamakura y Igagoe dôchû sugoroku Juego de la oca de camino a Igagoe, que se encuentran entre las obras más famosas y más representadas del repertorio.

(Véase Japón)