Titiritero peruano. Proveniente de un medio muy sencillo, de origen mulato, Manuel Valdivieso alternó sus actividades de titiritero y su profesión de guarnicionero, que le permitía vivir. Fue, sobre todo, un verdadero artista popular, creador de obras inspiradas y de una inteligencia singular. Sus personajes estaban extraídos directamente de la realidad cotidiana de la sociedad peruana, y sus farsas originales eran sátiras felices de un medio y costumbres que conocía bien. Sus títeres, hechos de hilos y mimbre, eran rústicos y pintorescos. Manuel Valdivieso fabricó así más de trescientos, los cuales eran caricaturas de gente de su barrio, llenos de color, humor y encanto. Algunos, como Don Silverio, Mamá Gerundia, Orejoncito o Chocolatito, se convirtieron en una especie de personajes nacionales. El titiritero empezó a actuar para su entorno más próximo, después el boca a boca extendió su fama por todo el país. Entre sus espectáculos favoritos, profundamente limeños, criollos y populares, cabe destacar Corrida de toros, en el que el perdedor era el torero y no el animal.

La leyenda de Ño Valdivieso sobrevivió a sus creaciones, que se desvanecieron poco a poco, y al hombre, que murió olvidado y muy viejo.