La república de Guinea, antigua colonia francesa (no confundir con Guinea-Bissau y Guinea-Ecuatorial) se compone de cuatro áreas culturales. Lo principal de la cultura artística con respecto a los títeres, se encuentra alrededor de la Alta Guinea (noreste) poblada en mayor parte por los Mandinka (también conocidos como Malinke, Mandinko, o Mandingo), de la Baja Guinea (o Guinea marítima), de la Media Guinea o país de los Baga y de los Nalu, y en Guinea Forestal (extremo sureste), ocupada entre otros por los Kpelle (o Guerze), los Toma y los Kissi.
Efectivamente, la presencia teatral de las figuras animadas (sagradas o profanas) parece mayor entre las poblaciones que han conservado un vínculo con las prácticas ancestrales, como los pueblos del bosque (los Kpellé, los Baga y los Nalou). Sin embargo, la palabra títere no existe en las lenguas guineanas por lo que se empleará aquí con la acepción occidental del término. Puede que esta carencia lingüística sea la causa de que muchos títeres tradicionales sigan siendo desconocidos, escondidos entre la amplia categoría de las máscaras.
Para los Kpellé, las funciones principales del teatro de títeres son o bien sociales y económicas o bien protectoras y “exorcizantes” (profilaxis y curación). En general, un títere sagrado puede cumplir con más de una función mientras que un títere profano desempeña únicamente el papel que le dieron el día de su fabricación.
El títere sagrado
En cada familia, hay una especie de figura protectora. Le visten o le untan con sangre de los animales que le ofrecen en sacrificio y está situado en una esquina de la choza del jefe de familia. Este último, único con derecho a manipularle, le sujeta en su mano mientras le dedica rezos. Sus movimientos codificados se corresponden con sus palabras mágicas. Considerado como la sede del espíritu de los antepasados, se acude al títere cuando ocurre una desagracia en la familia.
Más raro es el títere “exorcista”, propiedad de un curandero especializado. Llaman a su poseedor cuando un individuo presenta los síntomas de la posesión de un genio maligno. Con la ayuda de tres o cuatro asistentes, el especialista sienta al paciente en un taburete. Saca al títere de su saco y lo sostiene mientras sus ayudantes sostienen un recipiente lleno de varios fetiches sobre la cabeza del paciente. Al ritmo de la música, el curandero empieza a bailar alrededor de este último, mientras canta fórmulas mágicas. Cuando el baile alcanza una cierta intensidad, el títere pasa a manos del enfermo, que empieza entonces a bailar. Puede llegar a alcanzar el estado de trance, muestra de que el títere ha conjurado al demonio. En el caso de un bebé enfermo, el curandero baila solo. La consulta acaba con una prescripción de actitudes y comportamientos que el paciente deberá observar y a veces con el pedido de un títere protector personal.
Entre lo sagrado y lo profano
Títere de la fecundidad. Este títere tiene varias funciones: procreación, salud, suerte, éxito… Cuando un niño muere al nacer o con poca edad, se fabrica un “bebé-títere”. La madre lo lleva como luto como si fuera un niño de verdad: le prepara la comida, le cuida hasta que nazca otro niño. Entonces, se entierra al títere. La tradición popular cuenta que gracias a este procedimiento, el “demonio” o el “genio comedor de almas infantiles” que habría ya atacado al títere se va con él durante el funeral.
Pequeñas estatuas, doble de un niño muerto. Si se muere uno de dos niños gemelos, un títere le sustituye. Tiene que recibir el mismo amor y los mismos cuidados que un niño vivo.
Si una mujer ha perdido varios niños de corta edad y sigue dando a luz, puede que se esculpa un títere para cada recién nacido. Este títere será su compañero. A veces, se carga de productos mágicos para proteger a su propietario.
El títere profano
Como la población es en un ochenta y cinco por ciento campesina, los títeres se fabrican a partir de una materia prima de origen vegetal: madera, ramitas, varillas de bambú. Sin embargo, tienen formas muy variadas. En los campos, vestidos de blanco, los títeres se ven unidas por una cuerda a la que se atan objetos ruidosos que el viento agita, espantapájaros, hacen que los animales indeseados huyan.
Otros títeres para niños pequeños son manejados por sus hermanos o hermanas mayores. Se utilizan varios tonos de voz con estos títeres y su manipulación puede ser acompañada de cantos. Cuando el niño crece, se le construye un títere. Será su compañero toda su vida y se desarrollara al ritmo de su propietario. Cada vez que se encuentre con otros niños de la misma edad para jugar, dará vida a su títere de la misma manera que antes lo hicieron sus hermanos y hermanas mayores. Durante muchos años los autores occidentales consideraron este títere como un pequeño fetiche.
Durante las noches de cuentos, para apoyar el contenido de su narración, el narrador saca figuras de madera, animales o seres humanos, pero predominan las representaciones zoomórficas.
En toda Guinea, los títeres pueden presentar similitudes de un foco cultural a otro. Entre los Baga, los Loma y los Kpellé, en general son esculpidos en madera y tiene una nariz amplia, labios gruesos, ojos protuberantes como globos, orejas como semicírculos, muchas veces muy atrás de las cabeza. El cuerpo, prolongado por un mango, es cuidadosamente pulido y ennegrecido por el humo o por colorantes locales. El rostro y el busto son a veces decorados con incisiones. Los personajes femeninos tienen un peinado elaborado, el cuello lleva pequeñas líneas anilladas, los pechos prominentes, las manos puestas sobre la barriga. Los personajes masculinos llevan a veces una barba. Se representa a la mujer de varios modos: Yonbofissa (mujer de belleza ideal), Zigiren Wunde (recién casada), Simogine (mujer sagrada), ra-Bomp ra-Fetch (“cabeza de bebé”), Signal (mujer con nombre de pescado), etc. Entre las representaciones animales, A-Mantsho natshol (más conocido con el nombre Bansonyi), la serpiente, que tiene una gran importancia. Se puede también mencionar los títeres al-B’rak (Buraq, inspirado del caballo con alas que milagrosamente llevó al profeta Mahoma) y Sibondel (con forma de caja esculpida con una cabeza de conejo delante y llena de personajes humanos y animales). Algunos títeres que pertenecen a los curanderos llevan un látigo.
Entre los Malinké, el juego de títeres se llama sobojan y su técnica, como su estilo, se parecen a los de [Mali]. En este teatro, la madre que lleva en cada mano a un hijo parece ser un personaje muy preciado.
Todos estos tipos de títeres podrían haber seguido su propia evolución social y de las ideas si la política llamada de “desmitificación”, que empezó en 1955 y cuyo paroxismo se encuentran en 1968, durante la “revolución cultural y socialista” no hubiera amordazado a los artistas. El títere ha sido uno de los campos descartados y olvidados del arte guineano. Durante este periodo, muchos titiriteros desaparecieron. Por lo tanto hoy en día son escasos en el campo artístico.
Desde los años 1980, se llevan a cabo pequeñas acciones para la rehabilitación de este arte.
Bibliografía
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