Teatro polaco de títeres fundado en Poznań en 1945 por Halina Lubicz, y activo con el nombre de Marcinek de 1957 a 1973. Fue modificando su nombre en función de su evolución artística: de Teatro de títeres de hilo a Teatro de animación (desde 1990) pasando por Teatro del actor y del títere y Teatro del público joven. Anexo para la juventud de un teatro clásico, se independizó en 1954. Su posición se vio consolidada bajo la dirección de Joanna Piekarska (1954-1960) y su colaboradora cercana, la escenógrafa-decoradora Irena Pikiel gracias a espectáculos como Bajki i ballady (Cuentos y baladas, de Adam Mickiewicz, 1956)

El Marcinek adquirió su estilo propio bajo la dirección de Leokadia Serafinowicz y de Wojciech Wieczorkiewicz (1960-1979). Llevó al espectáculo el corpus literario polaco, desde el Renacimiento con Odprawa posłów greckich (El despido de los embajadores griegos, de Jan Kochanowski, 1979) hasta los vanguardistas históricos del siglo XX (Witkacy, Gałczyński, Białoszewski, Różewicz) pasando por el siglo XVIII y el teatro de corte de los Radziwiłł con Julija, czyli Opatrzności Boskiej dzieło (Julia o la Obra de la Providencia, 1971), el romanticismo con Wanda (1970), de Cyprian Kamil Norwid, Wesele (La Boda, de Stanisław Wyspiański, 1969). Profundamente arraigado en la tradición polaca por su repertorio y sus opciones plásticas, el Marcinek se inscribió aún más fácilmente en el contexto europeo con las obras de Cervantes, Goethe, Maiakovski y Dürrenmatt. Su lenguaje plástico, elaborado principalmente por Leokadia Serafinowicz y el pintor Jan Berdyszak, hacían interrelacionarse formas abstractas, materiales, texturas e interpretación del actor, destruyendo todo realismo a favor de la metáfora, del símbolo y de la expresividad. Prueba de ello son los espectáculos de una colaboradora permanente, Krystyna Miłobędzka, y especialmente  Siała baba mak (La anciana sembraba adormideras, 1969), W kole (En el círculo, 1974) o Ptam (1977). En Marcinek es donde se crea el género de la ópera de títeres dirigido a los niños: O Kasi co gąski zgubiła (Kasia pierde sus oes, 1967), Lajkonik (1969), Koziołki z wieży ratuszowej (Las Cabras de la torre del ayuntamiento 1979). Un trabajo con psicólogos, maestros y teóricos y el seguimiento de investigaciones sobre la recepción de los espectáculos suscitaron la creación, por parte del Macinek, de encuentros teatrales en 1964, que se convirtieron en la Bienal del arte para niños. Tras la salida de Leokadia Serafinowicz y de Wieczorkiewicz, el Marcinek ha sido dirigido por Janusz Ryl-Krystianowski, titiritero y realizador que aportó una orientación estética diferente, privilegiando la búsqueda del estilo de interpretación y la manipulación de objetos, así como una relectura contemporánea de piezas que cambian la ilustración por un empleo lúdico de los convencionalismos y una agresividad procedente del espectáculo de cabaret, cosa que muestran Rycerz niezłomny (El caballero inflexible, de Maciej Wojtyszko, 1993), Ribidi, rabidi, knoll (1994), O diabełku Widełku (El diablillo de Pierre Gripari, 1999), Dzikie łabedzie (Los cisnes salvajes, de Kazimiera Jeżewska, 2000), O królewnie Wełence (La princesa Hebra de Lana, de Maria Joterka, 2004).