Compañía creada en 1975 en Montélimar por Émilie Valantin (Lyon, 1940) y Nathalie Roques (nacida en 1954), quien más adelante crearía su propia compañía: Le Jabron Rouge (1984). Émilie Valantin era, anteriormente, profesora de español, y obtuvo su formación en el campo del títere a través de Robert Bordenave y Mireille Antoine. Fiel a las técnicas tradicionales (guante, vara a la cabeza…), ofrece su virtuosismo en textos incisivos dirigidos sobre todo a los adultos. Unida a las obras literarias y al espíritu contestatario, lleva al escenario, con la misma exigencia, obras plásticas, cuentos populares, poetas olvidados y actores vivos. Con Ariane et Barbe-Bleue (Ariane y Barba azul, 1978) de Maurice Maeterlinck, la compañía obtuvo un Guiñol de oro en el festival de Lyon. A esta obra le siguieron Mélanpous (1981), un relato de la Grecia arcaíca; Gayant, histoire secrète d’un géant (Gayant, la historia secreta de un gigante, 1984); Le Vicomte pourfendu (El vizconde demediado, 1991) de Italo Calvino. Con La Disparition de Pline (La desaparición de Pline, 1992), un solo de Émilie Valantin sobre un texto del filósofo Clément Rosset, el Fust obtuvo un gran éxito en Avignon. J’ai gêné et je gênerai (Molesté y molestaré, 1994) de los textos del poeta ruso de lo absurdo, Daniil Harms, le dio a conocer a amplio público. Después, la compañía  se situó entre las más reconocidas, entre otros, en el Teatro nacional de Chaillot y en varias ediciones del festival de Avignon. Presentaron Castelets en jardin (Teatrillos de jardín, 1995 y 1996) con textos de Heinr Müller, La Fontaine, Tabarin…, y un memorable Cid (1996), representado con títeres de hielo, que se iban derritiendo a lo largo de la representación. El teatro de Fust ha interpretado Raillerie, satire, ironie et signification profonde (Burla, sátira, ironia y significado profundo, 1998) de Christian-Dietrich Grabbe, Le Jardin des nains (El jardín de los enanos, 1999) de Benjamin Cuche, L’Homme mauvais (El hombre malo, 2001) y  Merci pour elles (Gracias por ellas, 2003). Instalado desde 2001 en la antigua capilla de Carmes de Montélimar, la compañía se preocupa de transmitir su técnica y saber hacer, misión esencial para Émilie Valantin, que es también interventora de la Escuela nacional superior de las artes y técnicas del teatro de Lyon.