Director de una compañía española de títeres de gran éxito, que estuvo activa en la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX. El conjunto de Alfredo Narbón estaba formado por 21 artistas que recorrieron muchas ciudades españolas. Aunque en los programas anunciadores se habla de Fantoches Españoles, en realidad se trataba de marionetas, talladas en madera o realizadas en cola-pasta, de grandes dimensiones y lujosamente vestidas. Narbón disponía de una colección de 300 marionetas que se caracterizaban por la gran precisión técnica, la naturalidad de sus movimientos y la gracia gesticulación. Además, la compañía tenía una excelente instalación de luces y tres centenares de bellísimas decoraciones de los escenógrafos catalanes Miguel Moragas y Félix Urgellés. Una de las novedades de sus funciones era la representación en su totalidad de comedias de gran aparato en tres y cuatro actos. Eran, por tanto, espectáculos complejos y altamente mecanizados, que suponían un grado de organización inédito hasta ese momento.
Es decir, Alfredo Narbón es el representante en España de una tendencia del teatro de títeres de gran formato y con muchas posibilidades técnicas y económicas, cuyo único objetivo era sorprender y entretener. En su repertorio hay comedias de magia, obras de gran espectáculo, zarzuelas, sainetes cómicos, bailes grotescos y muchas otras piezas, gran parte de las cuales escritas expresamente para marionetas por José Mazo. Entre las comedias fantásticas o de magia figuraban las siguientes: El aventurero o la Maga Alcina, La herencia del diablo, Marta la hechicera, Aventuras de Tembleque, Las astucias de Luzbel, El esclavo de Constantinopla y Barba azul, barba roja y barba gris. Con respecto a las zarzuelas, estaban Los aparecidos, Colorín colorao, La taza de té y La corte de Faraón. También tenía episodios históricos como La conquista de Argel y La guerra franco-prusiana, o parodias de obras literarias consagradas como El audaz Don Juan Tenorio y Don Quijote de la Mancha. Las funciones estaban muy elaboradas y consistían en una suma de trucos variados y complejos, fruto del propio talante del director, quien intentaba a toda costa que permaneciesen ocultos para el público. Así, en La conquista de Argel eran de gran efecto el desfile de las tropas, el paso de la caballería, la vista del puerto y el bombardeo de la ciudad por la escuadra; en Barba azul, barba roja y barba gris resultaba sorprendente una corrida en la plaza de toros de Cádiz.
Bibliografía
- Ayuso, Adolfo, “De fantoches y autómatas. Los Narbón: la compañía de marionetas más importante de España”, Fantoche, nº 8 (2014), pp. 36-62.