Las primeras manifestaciones del arte del títere en este país datan de los años 1920, con las representaciones que tuvieron lugar en Quito, en el Colegio salesiano Don Bosco, que acogía espectáculos populares de títeres de cachiporra, de guante o guiñol. En estos años vinieron también compañías extranjeras que mezclaban números de circo, prestidigitación y títeres. Diez años más tarde, Vittorio Podrecca dio una representación con su Teatro dei Píccoli en el Teatro Sucre de Quito.
A partir de 1950, se realizó una primera experiencia en el terreno educativo, dirigida por la Casa de la Fantasía. Esta compañía estaba compuesta por el crítico de arte Arístides Meneguetti, de origen uruguayo, Carlos Vascones, Walter Franco Serrano, Maruja Orrequia y Hebert Castro. Durante una década recorrieron los barrios de Quito con espectáculos de contenido didáctico, que escribían ellos mismos, o con la adaptación de cuentos de Charles Perrault y de los Hermanos Grimm.
Las compañías después de los años setenta
Este tipo de teatro popular de títeres fue retomado en los años 70 por Fernando Moncayo, artista ecuatoriano, autor de más de una veintena de obras en La historia de la memoria perdida, que reúne textos sobre la América Precolombina. Se formó en Bogotá, Colombia, en la Facultad de Artes y con titiriteros locales. Presentó sus obras en los barrios más pobres de Quito, entre ellas, Apología del delito, donde aparecía el detective Paco Tillas, personaje ahora célebre en el país. En 1973, con Claudia Monsalve, fundó la compañía La Rana Sabia, que se hizo muy popular gracias, en particular, a sus espectáculos callejeros. Su repertorio, que comprende piezas originales: Cuéntame un cuento, La rana sabia encuentra un tesoro, o adaptaciones de grandes clásicos de cuentos para niños: Juanito y los fantasmas, adaptación de La calle de los fantasmas, de Javier Villafañe, así como fábulas de Jean de La Fontaine (La cigarra y la hormiga…), también se dirige a público adulto. Ésta compañía ha participado activamente en festivales internacionales en Colombia, México, Finlandia, pasando por España, Francia e Italia. También posee un museo que comprende 200 títeres de Europa, Asia y América, y un Centro de documentación sobre las artes escénicas. La Rana Sabia estuvo en el origen de la primera exposición de títeres realizada en el país en la librería Cronopios, de Quito.
Entre los teatros de títeres ecuatorianos hay que mencionar también el de Ana Von Buchwald, pionera en este terreno, desde 1958, cuando comienza a trabajar en Guayaquil. Después de haber debutado con estudiantes, formó una compañía profesional de títeres en 1984: el Teatro Experimental Guayaquil. Organizó talleres de formación para niños y adultos, y su repertorio reúne numerosas piezas para jóvenes, (cuentos de Perrault y obras personales) y para adultos, entre los cuales se pueden citar: El vendedor de pollos, Nada nuevo, El retablo de Maese Pedro, Asamblea de Mujeres y también El consejero titular. Debe mencionarse igualmente la contribución original de Patricio Estrella, titiritero de talento formado en el teatro de la Épée de Bois (espada de madera), en París; en el taller Internacional de la Escuela Internacional del Teatro de América Latina y el Caribe (EITALC), de Entre Ríos, Argentina; y en la Escuela de Teatro y Marionetas Libertablas, de Buenos Aires. Él está en el origen de la compañía El Retablillo-Espada de Madera, fundada en 1986. Por otra parte, la Fundación Espada de Madera, creada en 1989, reúne un grupo de artistas profesionales con el objetivo de desarrollar un espacio experimental que mezcla la investigación, los espectáculos y la acción social, integrando diversos géneros y técnicas: teatro de actores, de objetos, de títeres, de sombras, teatro negro. Entre las obras de su repertorio para niños y adultos se distinguen: El tío Carachos, El dictador y Las Catilinarias, de Juan Montalvo, Arlequín, servidor de dos amos de Carlos Goldoni, o Ana la pelota humana, de Raúl Pérez Torres. Esta compañía ha participado en numerosos festivales internacionales (Francia, Venezuela, Argentina, Chile, Colombia) y fue premiada con el premio al mejor titiritero en el Festival Internacional de Teatro de Pereira Colombia, así como con el primer premio del Festival Internacional de Títeres Con ojos de niño, de Buenos Aires.
Otras compañías participan igualmente de esta fecunda actualidad artística y cultural. Algunas están activas desde hace tiempo: La Rayuela, de Petronio Cáceres, desde 1975; “Amanecer”, de Héctor Santana, desde 1977; “Los Saltimbanquis”, de Víctor Ramos, desde 1980; “La Pájara Pinta”, de Felipe Vega de la Cuadra, creada en Cuenca en 1981; y otras, mucho más recientes, como “Ojo de Agua”, fundada en 1997, que mezcla teatro de actores y títeres.
Bibliografía
- “Informe sobre Historia de los Títeres en Ecuador”. Entrevista a Fernando Moncayo, en Quito, Ecuador, Junio de 1997 por Pablo L. Medina.
- Trenti Rocamora, José Luis. El Teatro en la América Colonial. Buenos Aires: Editorial Huarpes, 1947.