Parte hueca en el suelo de un teatro. En los teatros tradicionales denominados «a la italiana», entre el público y el proscenio, encontramos el foso de orquesta donde se instalan los músicos, como en la ópera, por ejemplo. En el proscenio se encontraba antaño el hueco del apuntador, que consistía en un foso preparado para que una persona se instalara cómodamente con el texto de la obra con el fin de apuntarlo a los actores que fueran víctimas de una laguna de memoria. La cabeza del apuntador emergía por encima del escenario y se escondía del público gracias a una forma redondeada (la ‘concha del apuntador’). Se accedía al foso del apuntador por debajo del escenario. En el caso del teatro fijo de títeres, puede ser interesante para el escenario (para una embocadura más baja, que ofrece una mejor visión del espectáculo) abrir un hueco el suelo, en el interior del teatrino, para crear un foso en el que se coloquen, en un nivel inferior, los titiriteros que trabajan en elevación. Con peldaños para poder acceder. Si la arquitectura del lugar lo permite, puede resultar útil poder cerrar momentáneamente el foso con una plancha. El foso queda debajo y la plancha pasa a formar parte del escenario para poder emplear otras técnicas de manipulación.