(De neurospaston en griego antiguo, neurospasta en plural formado de neuros, “nervio, hilo, cordel” y spaô, “tirar, mover”)

Término (griego moderno) que significa tanto una criatura que se mueve de forma desordenada como una figura articulada y manipulada por un titiritero. En primer lugar, debemos distinguir los neurospasta de los automata, ya que los dos designan figuras “animadas” pero se aplican a realidades diferentes. Ningún neurospaston fue descubierto en la antigua Grecia, debido a que probablemente estos objetos estaban hechos de madera, (por lo tanto eran perecederos) y ninguna pintura mural o cerámica demuestra esta tradición “escénica”. Hay pruebas de alusiones en textos, algunas precisas, otras más indirectas o alegóricas. La alusión de Jenofonte en El simposio (imitación del famoso Banquete de Platón, escrito h. 381 a.C.) a una “representación” de neurospasta crea dudas sobre su “naturaleza”. Un saltimbanqui llamado el Syracusain inauguró el banquete haciendo bailar a una bailarina acróbata y a un joven. Son los movimientos hábiles de los bailarines los que deleitan al público al comienzo, aunque el Syracusain parece equiparar sus artistas a títeres (IV § 55); el banquete termina con una pantomima, más cercano a los movimientos reales, según los consejos de Sócrates. No quedan más que numerosos malabaristas (thaumatopoioi), equilibristas (kontopéktès), funámbulos (neurobatai o schoinobatai), malabaristas, payasos y mimos; y probablemente titiriteros que actuaban en la calle, durante banquetes e incluso en los teatros. (Jean-Clarles Moretti, Théâtre et société dans la Grèce antique, LGF, 2001). En este sentido, la referencia de Ateneo de Naucratis es mucho más precisa, ya que en Deipnosophistes (El banquete de los sofistas, 222-235 a.C.) se dice que un neurospaste llamado Potheinos se presentó en “la escena en la que el propio Eurípides presentó sus nobles tragedias” (Libro I, § 35). En cuanto a Platón, en la alegoría de la caverna explica que las formas del mundo al que llamamos real son como sombras proyectadas por una luz en el fondo de la caverna y producidas por pequeños personajes que pasan por el “murete que los titiriteros tienen de pie ante ellos, y sobre los que muestran sus maravillas». (La República, Libro VII, 514 b). Por último, citemos este extracto del tratado pseudo-aristotélico De Mundo (VI 398b): “Y del mismo modo que los titiriteros tiran de un solo hilo, moviendo el cuello o las manos de sus muñecos animados o sus hombros y ojos, y quizás a veces todas las partes juntas con una especie de armonía, la naturaleza divina, a través de un simple movimiento que está más cercana a ella, transmite su potencia a los seres que vienen después y desde allí a los seres más y más distantes, hasta que haya penetrado en todas las cosas”.

Bibliografía

  • Sike, Yvonne de. Fêtes et traditions populaires en Europe. Paris: Bordas, 1994.
  • Sike, Yvonne de. Les masques, rites et symboles en Europe. Paris: La Martinière, 1998.
  • Sike, Yvonne de. Les poupées. Une histoire millénaire. Paris: La Martinière, 1998.