A principios del siglo XIX, más precisamente después de 1811, fecha de la independencia del país, Paraguay atraía a muchos faranduleros (prestidigitadores, artistas líricos, actores, cantantes, titiriteros o malabaristas) mientras que para los artistas de circo y algunas compañías de títeres tradicionales, Asunción era una simple etapa del camino hacia Buenos Aires, Santa Fe y Corrientes.

El teatro en guaraní apareció, rompiendo con la tradición española clásica. Herramienta de evangelización confiado a la orden de los franciscanos en las comunidades (reducciones) indias y en los pueblos coloniales, se afirmó progresivamente y se enriqueció a lo largo del siglo hasta la representación en el teatro Granados, el 18 de octubre de 1922, de la obra Mboraijhu jha tesay (Amor y lagrimas) de Francisco Martín Barrios, uno de los primeros textos en guaraní. El poeta y actor Julio Correa (1890-1953) desempeñó un papel importante en los comienzos del teatro de títeres paraguayo al acompañar en guaraní a Javier Villafañe, que presentó en lengua española el Pícaro burlado y La calle de los fantasmas. A principios de los años 1940, acompañado del pintor Liber Fridman, el titiritero argentino viajó por todo el país e inició a muchísimos alumnos paraguayos al arte del títere.

El desarrollo de un teatro de títeres específicamente paraguayo fue lento, sobre todo a causa de la influencia de Brasil y de Argentina cuyas tradiciones respectivas eran muy fuertes. En los años 1960, compañías extranjeras actuaron en el país y organizaron talleres destinados a profesores y a profesionales. De este modo, las titiriteras argentinas Sara Bianchi y Mané Bernardo dieron una conferencia sobre la historia de los títeres en América latina y animaron un taller de títeres para profesores, animadores culturales y titiriteros. En la misma época, encontramos también a Juan y Renée Carter, fundadores del teatro [lier]Misión de Amistad en 1966, compañía importante a la que se unieron María Inés Rodríguez, Manuel Cuenca, Felicia Barrios y Carlos Penaya. Este movimiento siguió en la década siguiente con, entre otras, la creación, en 1977, de la compañía Don Policarpo por Humberto Gulino. Elisa Godoy presentó también espectáculos de teatro y de títeres. En 1979, Erenia López, actriz, titiritera y dramaturga creó el teatro de títeres Piriri al que se asociaron actores como Mauri de Bruzzone y Jorge Arévalos. Entre las compañías más recientes de teatro de títeres para niños, destacan Tuka’é, de Carlos Cañete y Regina Bracero, y la compañía de Héctor García Castromán.

En 1992 fue organizado en Asunción el primer Festival latino-americano de teatro de títeres, De Trapo y de Papel, a iniciativa de Arnaldo Mareco y Fabio Candia, ambos miembros del grupo Saraki Apyra’y. Durante los últimos años, el escenario teatral de la capital se ha visto enriquecido por la creación de nuevas compañías y la presencia regular de compañías extranjeras de América latina y otras partes.

Bibliografía

  • Villafañe, Javier. Los niños y los títeres. Buenos Aires: El Ateneo, 1944.