Agricultor, cazador, adivino y titiritero malí, llamado también Tiori Blé, “Tiori el Rojo”. Siendo un niño muy desenvuelto, descubrió el arte de los títeres a la edad de doce años. Creador polivalente, es a la vez escultor, bailarín, músico y titiritero. Sus personajes, muchos inspirados en la mitología y la historia (sobretodo colonial), son producto de una fuente cultural auténticamente bambara.

Durante periodos difíciles y de sequias saharianas, en 1970 y 1983, estuvo exiliado, viajando y trabajando en algunos oficios, observando las ceremonias de máscaras de la Costa de Marfil, en Nigeria y en Burkina Faso. Desde 1985, recorre su región natal de pueblo en pueblo, invitado a las fiestas por asociaciones de grupos por edad antes de la temporada de lluvias. El ideal de este famoso animador es principalmente transmitir a los jóvenes la memoria de las tradiciones culturales: las leyendas, los pasos de danza, los cantos de los personajes heroicos y los animales que hoy en día han desaparecido.

Tanto en la sabana como en los escenarios de los teatros donde ha actuado, presenta dos tipos de espectáculos: Los títeres pequeños en jaulas y los títeres grandes enmascarados. Dos vocalistas y un grupo musical (tambores, balafo, ngoni, sonajeros y calabazas) los acompañan. Los títeres pequeños enjaulados (de diez a doce personajes en un espectáculo) son de varillas. De tamaño pequeño o medio, tallados en madera, representan personajes arquetipos, cosas excepcionales (como un avión) o demonios. Las accionan el maestro titiritero y el aprendiz, ocultos detrás de un castelet rectangular, apoyado en el suelo y cubierto de paños o de telas bogolan. Los movimientos rítmicos de los títeres son apoyados por tambores. El público, dispuesto en círculo, da palmas y en ocasiones responde a los cantos. Los dos pájaros, el gallo y el cálao, que representan el viaje y el alma de los títeres, abren y cierran el espectáculo. Este dura una hora aproximadamente.

Los títeres grandes enmascarados, cuyo espectáculo es nocturno (para proteger la identidad de los portadores de las máscaras y favorecer el misterio), forman un número de diez. Cada uno realiza una aparición danzada. Estos espectáculos alumbrados por grandes fuegos pueden durar dos horas o toda la noche. Si el espectador se siente emocionado por un enmascarado, puede imitarlo, realizar algunos pasos de baile, ofrecerle agua, dinero, un pañuelo o una nuez de cola.

Entre 1985 y 1992, Tiory Diarra se presentó en Malí, Senegal, Níger y Francia. En mayo de 1992, filmó una película para la Unión internacional de conservación de la naturaleza (UICN) con el tema Marionnettes et environnement (Títeres y medioambiente). Anima talleres pedagógicos para las escuelas de la ciudad de Djenné (Malí).

A partir de 1992, víctima de un trágico embrujo, se embarcó en un periodo de retiro y reflexión.