El Mali oficialmente denominado República de Malí (en bambara: Mali ka Fasojamana), es un país de África occidental en el que el teatro de títeres sigue siendo una de las tradiciones más bellas. Sus orígenes son tan antiguos que no se pueden fechar, como los de la población de pescadores bozo, a los que se les atribuye la paternidad de esta tradición.
Los títeres fueron utilizados por primera vez en los ritos animistas. Eran objetos venerados, que daban lugar a actividades religiosas secretas, acompañadas de sacrificios. El objetivo de estos ritos era principalmente obtener abundantes lluvias.
Bajo la influencia del islam, sobre todo, los títeres bozo cambiaron de ámbito, pero sin ser abandonados y se convirtieron en objetos destinados a la educación y al espectáculo. Las formas iniciales fueron enriquecidas con la creación de nuevos personajes. Así, a menudo asistimos a una amalgama en el que los títeres de expresión animista y a veces iniciática, evolucionan en el mismo campo que los títeres de nueva inspiración. Los personajes ‘adaptados’ llevan generalmente un diminutivo que no oculta demasiado su origen. Es el caso de la nama o suruku (hiena), emblema de la sociedad de iniciación secreta del kore de los Bambara (o bamana), llamados namani o surukuni, ‘pequeña hiena’. Por otra parte, en las actuaciones de títeres, los namani ocupan a veces el mismo papel de explorador y de guardia protector que los que son asignados en el seno de las sociedades secretas de iniciación. Así, una práctica destinada a obligar a los jóvenes a ser disciplinados y a respetar los valores tradicionales, encuentra todo su significado con el kote-komo, un títere afiliado al komo, la poderosa y severa sociedad de iniciación secreta bambara.
Este teatro tradicional de títeres continúa así su evolución dando cuerpo y constituyendo determinados grupos étnicos y áreas culturales. Hoy en día, con las múltiples posibilidades de expresión que se ofrecen, los títeres se han adaptado al teatro occidental. Esta nueva forma, llamada moderna, se diferencia de la tradicional tanto por la puesta en escena y los personajes, como por el método de comunicación.

El teatro tradicional de títeres

Los títeres tradicionales eran en principio un objeto colectivo perteneciente a una comunidad de aldeas. La organización material de las actuaciones y la animación, las aseguran los jóvenes en el seno de una asociación, mientras que los ancianos, muy escuchados, supervisan y velan por el cumplimiento de las costumbres, sobre todo de la disciplina.
Llamadas, entre otros nombres, konoton, don-ton, kote-don…, las asociaciones de jóvenes están organizadas generalmente de dos maneras, inspiradas ambas en las tradiciones ancestrales. La primera, frecuente en las zonas bambara y Malínké, por aquellos que tengan la misma edad (flanbolo) y se someten juntos a los ritos de paso y de iniciación en los que son graduados. En las asociaciones estructuradas que siguen este principio, los niños son admitidos entre los trece y quince años y cambian de clase al final de un periodo determinado. Cada clase tiene un lote de títeres bajo su responsabilidad, van descubriendo progresivamente los secretos de todos los títeres antes de su jubilación, prevista entre los cuarenta y siete y los cuarenta y nueve años inclusive.
La segunda, frecuente en el territorio Bozo y Bambara de las riveras del río Níger, se basa en el sistema de organización de las sociedades de iniciación, que reflejan la organización social de los grupos étnicos de Malí. Cada clase social tiene un rol definido en armonía con las demás, mantiene y desarrolla una actividad para su propia supervivencia y por la misma razón, para la supervivencia comunitaria.
Las asociaciones estructuradas según este principio, tienen subgrupos (sèrè), más o menos independientes unos de otros, y que se reparten los novicios admitidos antes de la circuncisión. Cada sèrè garantiza la gestión de un determinado número de títeres. Los miembros de un subgrupo se supone que no conocen los secretos de los títeres de los otros, antes de llegar a la mayoría de edad.
Con la ‘modernidad’, nació una tercera forma, inspirada en las dos primeras. Ésta se caracteriza por las nuevas nociones de organización. Se puede ver sobre todo en la periferia de los centros urbanos.
Cualquiera que sea la estructura de la asociación, los jóvenes son igualmente un grupo, bajo la responsabilidad de otro de más edad, pero que no están implicados en las actividades de creación ni manipulación de títeres. Éstos últimos, deben dejar para los primeros un do, es decir un misterio, así como para los niños y los extranjeros.
Estas asociaciones juegan un rol socio-económico y educativo esencial en los pueblos. Una asociación tiene generalmente un campo que toma valor durante el invierno. Es también una fuente de mano de obra al servicio de la población que la solicite, a cambio de una remuneración. Esto sirve para la organización de fiestas de títeres, pero también para ir en ayuda de los más desfavorecidos, con la ocasión de eventos sociales: fallecimientos, matrimonios, bautismos… Los ancianos aseguran la supervisión y deciden la fecha de los festivales de títeres, respetando una periodicidad anual. Sin embargo, observamos que las salidas de títeres tienen lugar cada vez más con ocasión de encuentros políticos y visitas turísticas.

Los títeres y las actuaciones

Con formas variadas, los títeres representan animales (salvajes y domésticos), seres humanos, seres mitológicos y genios. Se dividen en tres categorías de acuerdo con su diseño: máscaras, cabezudos habitados y títeres.
Las máscaras utilizan el físico del que las lleva, que es parte del personaje. Este se camufla con la ropa, que le cubre todo el cuerpo. La mayor parte del tiempo, lleva también sobre su ropa esta vestimenta: una toga y una falda de fibra, y la completa un cinturón con cascabeles. Aquí, la parte interesante es la escultura tallada en una pieza de madera, que remata la figura. Esta máscara indica la naturaleza del personaje, cuyo portador ejecuta fielmente los pasos de baile. En esta categoría se encuentran muy a menudo los personajes tomados de las sociedades de iniciación y los personajes cuyas especificidades físicas juegan un papel primordial en la presentación, por ejemplo la yayoroba, mujer gorda o mujer ideal, la npkotiki, chica joven o la konomani, mujer embarazada.
Los títeres habitables están formados por dos grandes partes (la cabeza y el cuerpo) que cubren por completo al portador. La cabeza es una escultura de madera que puede ampliarse con un busto (personajes antropomórficos) y articulaciones. Son decorados en función del personaje que representan. El cuerpo es una especie de caja, rectangular o cónica, hecha de materiales de origen vegetal o animal, recubierta de tejidos decorativos. A veces se trata de una simple plataforma que completan una tela adornada, fibras o hierbas secas, que caen a lo largo de la pierna del animador. En esta categoría, encontramos los títeres más delicados y los más espectaculares; como el león, el caimán, la serpiente, el pájaro, los jikando (títeres sobre el río). Su secreto es guardado con cuidado y su manipulación exige un largo entrenamiento.
Los títeres para los teatrillos son de pequeño tamaño, generalmente articuladas, marcados por la preocupación por el realismo y el sentido de la observación. Hermosos en el plano escultórico, se muestran con la ayuda de un kakala (teatrillo). Este último cambia de forma según el área cultural. En Mande y Djitoumou, parece una gran caja rectangular cubierta de telas decorativas. De más o menos un metro de altura, presenta, en su superficie, de cuatro a seis agujeros invisibles por los que los titiriteros, escondidos dentro, hacen salir los títeres. En Baniko, es redondeado en la parte superior, ligeramente afilado en lo más alto y no tiene más de tres agujeros. En la rivera del río Níger, desde Megetan hasta Gourma, el teatrillo corresponde más bien a un carro siendo, él mismo, un títere. De 2 a 2,5 metros de largo y 2 de alto, este carro representa a un búfalo o un antílope, personificado por una gruesa escultura fijada en la parte delantera. Está cubierto por tapices o mantas ricamente decoradas, que hacen destacar la escultura.
Los títeres recrean verdaderas escenas de teatro mudo, llevando a cabo, gracias a la destreza de los titiriteros ocultos, gestos que van desde la simple imitación de pasos de danza a los movimientos complicados de un griot (narrador) que saca de su tambor, puesto bajo el brazo los sonidos perfectamente audibles de una determinada melodía.
El teatro tradicional de títeres es sobre todo un medio de educación. Sus enseñanzas se refieren a la vida conyugal, la vida en sociedad, la vida económica, el medio ambiente, la historia y los mitos. Se enseñan a través de escenas cómicas o satíricas, donde se exhiben personajes realistas o simbólicos. Este arte teatral saca su fuerza del do, el misterio en torno a la creación, manipulación y el lenguaje de los títeres y sin el que perdería gran parte de su atractivo.

El teatro moderno de títeres

Los títeres modernos nacieron en Bamako, a principios de los años 1980. Inspirados en parte por las figurillas tradicionales, actualmente ofrecen espectáculos que se parecen más al teatro occidental y cuyas exigencias han reducido al mínimo la aportación de las antiguas técnicas locales. Los artistas pueden inspirarse en distintas fuentes tanto como en la técnicas tradicionales para hacer teatro contemporáneo. Yaya Coulibaly (nacido en 1959) es director de la Compagnie Sogolon, creada en 1980. Esta compañía propone espectáculos de estilo Bambara. Un titiritero contemporáneo merece una mención especial; es Aoua Koné (nacida en 1958), primera mujer titiritera de Mali.
Este teatro dio sus primeros pasos con las adaptaciones de cuentos y leyendas, dando vida a nuevos personajes (algunos de papel maché o de trapo), dotados de habla (su mandíbula inferior se hizo articulada) para responder mejor a las necesidades del mundo moderno. Su repertorio actual propone temas relativos a los grandes problemas socio-sanitarios y medioambientales. También participa en la sensibilización de la población en temas como los incendios de la sabana, el tabaquismo o el sida. También tuvo lugar una experiencia terapéutica con deficientes mentales.
Tratando todos estos temas con una notable facilidad y mediante una forma de expresión comprensible por todos (lenguaje oral), el teatro de títeres moderno completa con éxito el mosaico de títeres tradicionales de Malí.
(Ver también Lassa, Nyogolon Théâtre, Tiory Diarra.)

Bibliografía

  • Darkowska-Nidzgorski, Olenka, Théâtre populaire de marionnettes en Afrique sub-Saharienne [Teatro popular de títeres en el África subsahariana]. Series II. “Mémoires et monographies”. Vol. 60.  Bandundu: Centro de estudios etnológicos, 1980.
  • Darkowska-Nidzgorski, Olenka y Denis Nidzgorski, Marionnettes et masques au cœur du théâtre africain [Títeres y máscaras en el corazón del teatro africano], Saint-Maur: Sépia, 1998.
  • Kamian, Bakary. Connaissance de la République du Mali [Conocimiento de la República de Malí]. Bamako: Secrétariat d’état à l’information et au tourisme, 1965.
  • Samaké, Mamadou. Jeux de masques et de marionnettes à Sokona-fing” [Juegos de máscaras y títeres en Sokona-fing]. Revue Culturelle Jamana. No. 7. Bamako, May-June 1986.
  • Samaké, Mamadou. “Souvenirs mythiques du pays des anciens: jeux de masques et de marionnettes à Sokhonafing” [Recuerdos míticos del país de los ancestros: juegos de máscaras y títeres de Sokhonafing]. Marionnettes. No. 21, 23-24, 1989.  
  • Samaké, Mamadou. Une Exposition sur les Marionnettes du Mali [Una exposición sobre los títeres de Malí]. No. 004. Paris: UNIMA/Éditions l’Entretemps, 2005.
  • Sissoko, Sada. Le Kòtèba et l’évolution du Théâtre au Mali [El Kòtèba y la evolución del teatro en Malí]. Bamako: Éditions Jamana, 1995.
  • Zahan, Dominique. Les sociétés d’initiations bambara: le Ndomo et le Kòrè [Las sociedades de iniciación bambara: el Ndomo y el Kòrè]. Paris: Mouton et Co., 1960.