Títere en el que los dedos del titiritero constituyen el motor principal de la manipulación (en elevación o ‘equiplana’). Sergei Obraztsov lo definió como “una muñeca formada por una mano desnuda con una bola en la punta del índice; es como la fórmula anatómica de una muñeca de guante” (Mi profesión) y habla de sus “muñecas-manos”.

Los muñecos-manos

Esta denominación engloba un conjunto de títeres que utilizan un simple dedo a modo de cuerpo, adornado con una especie de cabeza, o bien toda la mano, dejando los dedos libres mientras que uno de ellos recibe la cabeza. Todos los dedos pueden ser utilizados al mismo tiempo para representar una multitud, una familia, una coral, un zoo. Una sola mano enguantada se convierte en todo un teatro, la zona de representación se sitúa en el hueco de la mano (el decorado está situado en la palma) y cada dedo representa un personaje. Así, se pueden poner en escena cinco personajes al mismo tiempo. Este títere puede tomar la forma de un dedo de guante sobre el que se colocan elementos distintivos: nariz, ojos, boca, peluca, sombrero, esbozo de vestido, o trazos zoomórficos e incluso abstractos. Este tipo de títere puede servir de soporte visual para la interpretación intimista de cuentos (o de historias con numerosos personajes) en un teatrillo a la escala de los dedos o en el espacio formado entre el torso y el brazo. Si se dispone encima un velillo en forma de telón, se obtiene un “teatrillo natural” para una manipulación ‘equiplana’. Si el índice y el corazón están desnudos, en calcetines, vestidos con un tutú o con un pantalón o si llevan zapatos, se convierten en las piernas del títere. Los elementos unidos correspondientes al torso, brazos y cabeza se colocarán en el dorso de la mano sujetos con una goma, cosidos sobre un guante o atados a la muñeca con un brazalete de velcro. Si el anular, el meñique y el pulgar están replegados en el interior de la palma, la mano así preparada dará la ilusión de un personaje. En su espectáculo El Circo (1975), Bjorn Fühler manipulaba a la vista, sobre una cuerda situada delante de él, dos funámbulos equipados de ese modo. Si se presenta la mano horizontalmente, con el dedo corazón en el aire a modo de trompa, dos grandes orejas pegadas en la parte superior, los otros dedos formando las patas y se añade una pequeña punta de cola, aparece un elefante. Con otros accesorios se pueden caracterizar otros animales.

Los muñecos-dedos

Otra manera de realizar un títere de dedo consiste simplemente en coger una bola y hundirla en el dedo índice. Dos titiriteros han utilizado este tipo de títere: Sergei Obraztsov y O’Brady. El primero montó un número de dos personajes sobre la melodía de Chaikovski, Estábamos los dos a la orilla de las olas, tomando dos bolas sobre las que insertaba una nariz cuadrada y pintaba los ojos con la forma de un simple trazo para el hombre y de una cruz para la mujer. Una superficie negra marcaba sus cabellos. Situaba esas dos cabezas sobre sus manos desnudas y llegaba incluso a suprimir todo detalle en las bolas: “Quise interpretar con mis muñecas la poesía de Mayakovski expresada en Actitud que hay que tener con una damisela … se debía privar a los personajes de rasgos característicos, es decir, de adjetivos. Así que cogí dos simples bolas de madera de diferentes tamaños, no les pegué nariz alguna, no les pinté ni ojos ni boca, volviendo así a mis personajes tan lacónicos como lo eran los dibujos de Mayakovski en las Ventanas Rosta (Mi profesión). O’Brady, de origen húngaro, era comediante, bailarín, compositor, profesor, periodista y titiritero y aprendió la manipulación de títeres de hilo con Geza Blattner, la manipulación de títeres de guante con Marcel Temporal y, a partir de 1940, comenzó a ofrecer sus propios espectáculos: Invitación a la danza, de Weber; Laideronnette (Niñita fea), de Ravel; Valse triste (Baile Triste), de Sibelius; una zarabanda y gavota, de J. S. Bach; un preludio de Chopin; dos fragmentos de jazz y Les Patineurs, les Entretiens de la Belle et la Bête (los Patinadores, Conversaciones de la Bella y la Bestia), de Ravel, a manos desnudas, con una pequeña cabeza pintada fijada en cada índice”. Por su parte, Jean-Paul Hubert, hijo espiritual de Obraztsov, sólidamente plantado sobre dos enormes zuecos rojos y escondido en un teatrillo de terciopelo también rojo con flecos de oro, lleva sobre los hombros y la cabeza su Teatrículo (una tabla de escena de 60 centímetros de ancho), “la carpa más pequeña del mundo”; allí presenta Le Baron de Münchhausen (El Barón de Münchhausen), Saint Georges et le dragon (San Jorge y el dragón), Le Sculpteur (El escultor), Le Grand Turc (El Gran Turco) y Le Docteur Faust (Doctor Fausto), donde recita el texto en voz en off e ilustra su propósito mediante la manipulación de títeres de dedo. Sus manos simplemente están enguantadas y lleva una bola adornada con lo esencial sobre un dedo que elige en función del personaje. Entre cada actuación, el artista saluda abriendo su teatrillo, descubriendo un impresionante almacén de cabezas y de accesorios atados a cinturones.

Las manos maquilladas

Las “manos maquilladas” también ofrecen una gran variedad de posibilidades: para convencerse de ello, basta con hojear los álbumes de Mario Mariotti como Animani (Animanos, 1980) y Umani (Hu-manos, 1982). Ahí encontramos, naturalmente, figuras utilizadas en sombras chinescas, pero la inventiva descontrolada del autor hace maravillas, como testimonia ese Arlequín formado por una palma de mano maquillada con los tradicionales triángulos multicolores, el pulgar y el índice forman los brazos en el costado mientras los otros tres dedos, pintados de negro, se repliegan y los ojos dibujados sobre las uñas del corazón y del meñique nos observan.