Un títere gigante puede manipularse desde abajo o por detrás utilizando varillas al tiempo que los titiriteros que lo rodean lo manejan y participan plenamente en la representación teatral.
Mucho antes de que este género se pusiera de moda, el Manifole, de Geneviève e Yves Vedrenne presentaron, en el teatro Récamier de París, una obra titulada Don Quichotte (Don Quijote, 1964), dirigida por Edmond Tamiz, en la que se utilizaban actores y títeres gigantes. Posteriormente, en 1970 en la Cartoucherie de Vincennes (el arsenal de Vincennes), el Théâtre du Soleil, dirigido por Ariane Mnouchkine, representó varias escenas de 1789 con títeres de varillas gigantes que requerían un esfuerzo colectivo de manipulación elevada.
En Der Tag des großen Gelehrten Wu (Un día memorable para el sabio M. Wu) de Bertolt Brecht, escenificado por Dominique Houdart (véase Houdart-Heuclin), con escenografía y formas animadas de Marcel Violette (1973), unos títeres gigantes de aluminio, lineales, iban evolucionando, mientras que los cómicos-titiriteros eran portadores a la vez del verbo, prestando su voz a los personajes, y de los signos, amplificando cada uno de sus gestos con las varillas de manipulación y creando así un «ideograma» en el espacio. Resultaba de esto una lectura múltiple, el ojo del espectador pasaba de la parte superior, a 3 o 4 metros del suelo, para captar el movimiento propio del títere, a la parte inferior para captar la representación de los comediantes como tales y del coro, formado por el conjunto de actores y de formas animadas. Mucho antes de que este género estuviera de moda, el Manifole de Geneviève e Yves Vedrenne presentó en el teatro Récamier de Paris, un Don Quijote (1964) escenificado por Edmond Tamiz con actores y títeres gigantes. En 1970, en la Cartoucherie de Vincennes, el teatro du Soleil, dirigido por Ariane Mnouchkine, representó ciertas escenas de 1789 con títeres gigantes de varillas con manipulación colectiva en elevación. Debido a su peso, a menudo se colocan los títeres gigantes sobre carros disimulados (los gigantes del Norte). A veces, se animan sobre un escenario que cuenta para su decorado con carros autopropulsados (desfiles). Cuando tienen forma de títeres habitables, se convierten en los «cabezudos» de los carnavales. Su manipulación es, en este caso, equiplana. Debiendo de ser vistos por un gran número de espectadores, y desde la lejanía, la mayoría de las veces se muestran al aire libre y, si el manipulador está subido a unos zancos, la visión del público es aún mejor.
Títeres gigantes y teatro de calle
Los espectáculos itinerantes y al aire libre son ideales para este tipo de títeres. Una de las tradiciones más importantes se encuentra en el norte de Francia y en Bélgica, en Flandes. El origen de los gigantes de Douai se remonta a 1480. Con motivo de una procesión conmemorativa de la derrota de los franceses al retomar la ciudad de los Países Bajos, se introdujeron figuras grotescas y gigantes como Gayant, Cagenon, San Miguel y su diablo. Esta fiesta, que se mantuvo hasta 1771, fue reemplazada por una procesión en la que se celebraba el retorno de Douai al reino de Francia hasta la Revolución de 1789, antes de que se restableciera en 1801. «Durante las fiestas locales, se pasea la rueda de la fortuna, el tonto o el loco de los artilleros y Gayant junto a su familia, compuesta por su esposa y sus hijos Jaco, Fillion y Tiot-Tourni …. No existe nada seguro sobre el origen de esta ilustre familia; lo que parece más probable a este respecto es que fue Carlos V, quien, con el fin de fomentar que los habitantes de diversas provincias de los Países Bajos se reunieran y confraternizaran, estableció las fiestas en las cuales se veía aparecer figuras gigantescas, tales como Gayant, cuya cabeza llegaba a la altura del primer piso de las casas. Igual que en Douai, los gigantes han interpretado papeles importantes en las diversiones populares de Dunkerque, Brujas, Bruselas, etc.” (Le Magasin pittoresque, 1833). El 14 de Julio de 1990, unos dos millones y medio de espectadores pudieron apreciar la exuberancia de inmensos títeres gráficos y coloreados manipulados sobre una música de steel-band, inmensos esqueletos móviles literalmente enganchados a los manipuladores con motivo de la gigantesca fiesta orquestada por Jean-Michel Jarre en el distrito de la Défense de París. La ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de 2004 de Atenas estuvo marcada por la salida del agua de una gigantesca cabeza del arte de las Cícladas. Se abrió en varios pedazos para dejar aparecer una estatua de Kouros, que a su vez se dividió en varios elementos para descubrir una tercera forma… El interés de estas esculturas reside en el uso de la manipulación de hilo asegurada por aparejos eléctricos controlados por ordenador. El Royal de Luxe fue creado en Aix-en-Provence en 1979 por Jean-Luc Courcoult y Didier Gallot. François Delarozière, artista-ingeniero, es el diseñador de los dispositivos mecánicos y neumáticos de los inmensos títeres montados sobre motores autoportantes. Entre otras creaciones, se puede mencionar Le Géant tombé du ciel (El Gigante caído del cielo, 1993), marioneta de hilos de 9 metros de alto, enmarcada en un andamio móvil donde se enganchaban todos los dispositivos de elevación, las cuerdas y los aparejos de la marinería a vela. Este títere gigante fue manipulado por una multitud de «servidores» con librea roja que se afanaban, saltaban y se tiraban sobre los cordajes con una coordinación perfecta. En Les Chasseurs de girafes (Los cazadores de jirafas, 2000), la jirafa más grande medía 12 metros y precisaba de veinte manipuladores, de los cuales seis estaban en las palancas de los elevadores neumáticos. Cada espectáculo de Jean-Luc Courcoult se apoya sobre una verdadera dramaturgia que se dirige a una ciudad entera. También hay que mencionar a Tony Sarg y su Macy Parade en Nueva York en los años 30. Se manipulaban desde el suelo con hilos unos gigantescos globos de seda cauchutada inflados con helio. El Bread and Puppet Theater, fundado en 1963 en Nueva York, también utiliza títeres gigantes en los espectáculos que renuevan con sagrado ceremonial tanto en su forma como en su propósito. En 1967 se manifestó en las calles contra la guerra de Vietnam con impresionantes títeres de varillas, mientras que en Le Cri du peuple pour la viande (El Grito del pueblo por la comida, 1969), la danza nupcial de la Madre-Tierra y de Urano se realizó con títeres de varilla de cinco metros: la varilla principal de la cabeza, a la que se unía el vestido; una varilla por cada mano y un coro de manipuladores de seis personas alrededor.
Fiestas religiosas y rituales
En India, en los meses de septiembre y octubre de cada año, las fiestas de Dusserah, que conmemoran el triunfo del Bien sobre el Mal, se celebran en Simla, en el Himalaya. Se elevan y transportan títeres de 15 metros de altura durante una procesión en la ciudad, que se queman al cabo de diez días de fiesta. Se representan los principales demonios de Râmâyana: Râvana con sus diez cabezas, símbolo de la destrucción y de las fuerzas del Mal, acompañado de su hijo Meghdana y de su hermano Khumbhkarna. Los títeres están formados por una armadura de bambú recubierta de papel maché. Están pintados con colores vivos y equipados con fuegos artificiales para que su incineración resulte más espectacular. Los títeres gigantes rituales de África son célebres, a pesar de que muchos han desaparecido. Los “títeres-trompas”, instrumentos musicales antropomorfos de los Bembé de la ciudad de Mouyondzi, en Congo, alcanzan una altura de 1,50 metros, están esculpidos en madera y se han vaciado para resonar cuando aquellos que los llevan delante de sí soplen con su boca pegada en el centro de la espalda del títere. En la República Democrática del Congo (antiguo Zaire), los Bwende realizan una ceremonia fúnebre que consiste en pasear sobre una camilla un enorme títere mortuorio llamada niombo, efigie del jefe fallecido. Cosido en un tejido adornado con símbolos, está hecho de madera, de rafia y de hierbas y contiene la piel disecada del jefe. Su tamaño puede alcanzar los 2,5 metros tanto de alto como de ancho. Los Pende elevan un títere, mbambi, a 6 ó 10 metros de alto, lejos en la maleza, al final de un baile de máscaras. Los bambúes corredizos bajo los cuerpos – hechos con una tela que se sujeta mediante círculos de ramas de las palmeras – permiten vestirlo. La cabeza es la de una máscara barbuda y los brazos portan matamoscas y se les da vida desde abajo con la ayuda de cordeles. En China, para el Año Nuevo y para otras ocasiones, se enrollan, ondean y hacen bailar grandes dragones en las calles. Se requieren tres, cinco e incluso diez portadores, que los manipulan con la ayuda de varillas. En Japón, los grandes marotes tradicionales, hinkoko, cuentan con una varilla vertical de manipulación, en cuya cima se encuentra una cabeza gesticulante, y con un travesaño horizontal que simula los brazos. Se visten con un vestido largo de tela. Existen, en la historia y en todo el mundo, otros espectáculos o tradiciones que utilizan títeres gigantes.
Bibliografía
- Baird, Bil. The Art of the Puppet. New York: Macmillan, 1965.
- Lehuard, R. “Trompes anthropomorphes du Bas-Congo”. Afrique noire. No. 6, 1973.
- Sousberghe, Léon de. L’Art Pende. Bruxelles: Palais des Académies, 1959.
- Widman, Ragnar. “Le culte du ‘niombo’ des Bwendé”. Arts d’Afrique noire. No. 2, 1972.
- Widman, Ragnar. The Niombo Cult Among the Babwende. Stockholm: Etnografiska museet, 1967.