Uno de los dioses más antiguos del panteón hinduista, a menudo representado en el teatro de títeres y el teatro de sombras en la India. Shivá creó el mundo bailando. Uno de sus nombres, Shiva Nataraja, indica que muchos hindúes lo veneran como el “rey de la danza”. Su tercer ojo, cerrado en medio de la frente, simboliza la conciencia del ser viviente. Si abriera los párpados el mundo sería destruido.
Aunque es a la vez masculino y femenino, posee una consorte, Párvati.
Engendra a varios hijos, entre ellos Kali, su hija-esposa, soberana del reino de los muertos, y Ganesh, el dios de cabeza de elefante. A menudo representado con la garganta azul o incluso con toda la piel azul, habría bebido el veneno de la serpiente original que amenazaba con infestar el mar de leche batida en el momento de la creación del universo. Los títeres, así como ciertas formas de dramas danzados como el chau de Mayurbang, en Orissa, lo representan a menudo bajo la forma de un yogui desnudo, envuelto por la cintura con una piel de tigre, un tridente en la mano, el pelo recogido en un moño del cual se escapan largos mechones creadores de las aguas del Ganges. Las figurillas de sombras, en cambio, muestran a Shivá bajo su aspecto cósmico uniéndose a menudo a los personajes de una corte como en el tolu bommalatta y el togalu gombeyatta.