Ambiente escénico en el que los actores o títeres se desenvuelven. El decorado es una imagen teatral construida o natural que muestra, indica, evoca un lugar, una época o una atmósfera. En el tradicional ‘teatro a la italiana’ se concibe para un punto de vista ideal, el “ojo del príncipe”, el de un espectador situado en el centro de la sala, justo en frente. La acción de montar un decorado sobre un escenario se llama “plantación”. Se puede realizar como un único decorado o en varias zonas escénicas. En un escenario fijo, el cambio puede realizarse mientras el telón está cerrado o durante un espacio “negro”. El decorado puede desaparecer a través de rieles, desplazarse, como por arte de magia, gracias a los tramoyistas escondidos en la parte posterior. Puede aparecer y desaparecer del suelo gracias a las “trampillas” o por los aires gracias a las “pértigas”, si el escenario dispone de ellas. Los “tramoyistas”, vestidos como lacayos o mozos pueden “jugar con el decorado” poniéndolo a la vista del público. Los escenarios móviles se desplazan horizontalmente como los “escenarios giratorios”, sobre los que se preparan con antelación dos o tres decorados y aparecen ante el público con una simple rotación. Los “escenarios deslizantes” se montan sobre raíles, como en la Ópera Bastilla de París, donde se preparan varios decorados gigantescos bajo el suelo, detrás de la escena por orden de aparición, preparados para deslizarse hasta su sitio. Para los “escenarios sobre montacargas” (como en el teatro de Châtelet), cada decorado se prepara sobre plataformas que se desplazan verticalmente. El cambio se efectúa desplazándolos desde una altura hacia los “telares” o bien hacia el “foso”. El decorado sobre un escenario o un área de interpretación puede ser múltiple. Uno puede estar visible, mientras que los otros están tapados por cortinas, apartados en la oscuridad o puede ser que se vean todos al mismo tiempo y entonces sería la acción dramática la que dirigiría la evolución de los actores y títeres de un decorado a otro. Puede encontrarse a distintos niveles y dar lugar a espacios escénicos múltiples a distintas alturas. El decorado también puede incluir simultáneamente títeres con distintas técnicas de manipulación. Puede transformarse, preparar sorpresas y hacer las veces de espacios inusuales al servicio de la obra teatral. Obviamente, en el caso del “micro-teatro”, se puede disponer libremente de todo el espacio escénico. El decorado debe estar siempre adaptado a la técnica de manipulación y facilitar las entradas y salidas, ya sea visible el manipulador o no. El decorado puede ser minimalista y puede reducirse a un único accesorio necesario para la acción dramática, un único árbol puede representar un bosque. También puede no haber decorado si éste amenaza la fuerza expresiva de las figuras animadas o si las referencias a un lugar son superfluas. Un pensamiento común entre autores, dramaturgos, directores y escenógrafos-decoradores es que el decorado debe someterse a la acción dramática y/o al texto y darle sentido al espectáculo. Estas distintas funciones normalmente las realiza la misma persona en el teatro de títeres tradicional, en el que la estructura es básicamente familiar y artesanal. En Europa, los teatrinos se concebían a imagen y semejanza de los “grandes teatros” para cómicos, de los que el modelo de referencia es el teatro italiano, en el que el espacio escénico es frontal. La influencia del Bread and Puppet Theater (creado en 1963), escenografías de vanguardia (y la evolución de la arquitectura propuesta por la Bauhaus (de 1919 a 1933), Jacques Polieri entre los años 1960 y 1970, los progresos en sonido y acústica, la programación de los registros, los nuevos materiales utilizados para fabricar figuras animadas, nuevos textos dramáticos (Tardieu, Butor, Beckett, Arrabal, Ionesco, Faye, Brecht…) y otros factores contemporáneos han propiciado la evolución permanente del teatro de marionetas.

La caja escénica

El vocabulario acuñado para el teatro italiano sigue siendo el mismo que designa las distintas partes del decorado, independientemente del tipo de escenografía, incluida la del teatro de títeres. La forma general del teatro es un paralelepípedo rectángulo. Una parte está destinada al público, la “sala”, otra está reservada para el espectáculo: la “caja escénica”. Se divide en tres niveles: la “escena”, los “telares” y el “foso”. El tablado sobre el que interpretan los actores o los títeres se llama “escena” o “escenario”. Se pueden también colocar tarimas, “los practicables”. El “proscenio”, que se encuentra más adelantado que la “pre-escena” a veces se prolonga hacia la sala por una estrecha “pasarela”. En el “frente escénico”, la “embocadura” está cerrada por el “telón de acero”, que es obligatorio y separa la escena del público en caso de incendio. Después se encuentran la “segunda embocadura” (conjunto de cortinas, “patas” laterales y las “bambalinas” superiores) y el “telón de boca”, generalmente de terciopelo rojo drapeado, plisado, con pasamanería dorada o pintado con efectos visuales o simplemente una cortina roja plisada. Detrás, en la “lejanía”, se encuentra el “fondo de escena” oculto tras un “telón de foro” o, con mayor frecuencia, tras un “ciclorama” (cortina vertical redondeada en sus ángulos que forman la “pared de la chácena” y los “hombros derecho e izquierdo”). Su denominación original en francés (cour, patio, pero también “corte”, y jardin, jardín) procede de la disposición de la sala de Máquinas de las Tullerías que formaba parte del cuerpo del edificio situado entre el jardín de las Tullerías y el patio del Palacio de las Tullerías. Cuando los espectadores observaban la escena, tenían el patio a su derecha y el jardín a su izquierda. El medio nemotécnico para recordar el emplazamiento del patio consiste en ponerse sobre la escena, frente al público (o imaginarlo): el lado del “corazón” (cœur) sería el de la “corte” (cour). Entre “bastidores”, esto es, a los lados, en la corte y en el jardín, fuera de la vista del público, se coloca la maquinaria con la que se accionan los telones y cortinas, las pértigas, los tornos elevadores, los contrapesos, etc., maquinaria que desciende al “foso”. Tradicionalmente hay tres fosos. Ahí es donde se encuentran las “trampillas” para las apariciones y desapariciones, los tambores, lo tornos elevadores, los raíles y los carritos para manejar los “bastidores”. Más arriba, los telares sujetan los puentes de maniobras laterales, la “parrilla” (tarima con forma enrejada, normalmente de chapa, que se extiende sobre la escena) donde están colgados los proyectores, las “pértigas” que permiten colgar y manejar los “frisos” (cortinas verticales situadas en altura), las “patas” (cortinas laterales) o los bastidores. Por tanto, los decorados están formados por los bastidores (rígidos) y por las cortinas (flexibles). A veces, sobre la escena se extiende un “cielo” simulado por un toldo ligero, el “velum”.

Los bastidores

Los elementos sólidos del decorado pueden estar construidos en volumen o formados por cuadros constituidos por montantes verticales y largueros horizontales, la “cabeza” arriba, el “patín” abajo, dispuestos de manera triangular con unas “bufandas” colocados diagonalmente o “pañuelos”, piezas triangulares de madera (o de contrachapado), colocados en los ángulos. En general suelen estar cubiertos con telas pintadas (por razones de ligereza) dispuestas gracias a unas puntas (clavos para tapizar) y encoladas por detrás con papel para hacer la tela más tiesa y evitar la transparencia. Si el espectáculo viaja, los bastidores que forman el decorado serán de un tamaño modesto (capacidad de los camiones, tamaño de los compartimentos de los aviones, mantenimiento). La unión entre los bastidores está asegurada por bisagras de clavija, “clavetas” (grapas desmontables sujetadas por una claveta triangular), “engoznes” (parecido a los goznes de las puertas), “paletones” (hierros planos o acodados que sujetan los bastidores) o ganchos de acero atornillados sobre los montantes, alternados de un bastidor a otro entre los que se hace un lazo (como en las botas de antaño) con una driza que los mantiene apretados. Están bien sujetos al suelo por unas “pastillas” de hierro fundido que están colocadas sobre unos soportes o “escuadras” situadas detrás o atornilladas a la tarima del escenario gracias a unas “colas de cerdo”, especie de sacacorchos grande.

Los telones

El “equipo” (la instalación) de los telones puede ser de tres formas: El equipo de los “telones pintados”, el de los “telones drapeados y/o plisados” y el de los “telones corredizos” horizontales. Por lo general, el telón está atado por su extremo superior gracias a unos lazos sobre una “pértiga” de madera a la que se atan cuatro o cinco cables (según una antigua tradición que se remonta a la carpintería de la marina, en un teatro no se habla de cuerdas, si no de cables o drizas). Las pértigas se enganchan a un tubo de acero. También se pueden suspender los bastidores y los proyectores. Se suspenden por medio de drizas que se colocan sobre “tambores” (poleas) y se envían a una pasarela o sobre el escenario (por ranuras correderas) a través de otros tambores y “aparejos” para poder manejarlos y atarlos a unas paletas de madera fijadas oblicuamente sobre las que se enrollan los cables. El uso de cables de acero y de tornos elevadores eléctricos facilita el manejo de los telones. Los telones y las pértigas suben hasta el telar. Para hacer los movimientos más fáciles, el peso de los telones se alivia con un contrapeso. Utilizamos los verbos “apoyar” para decir subir y “cargar” para decir bajar. Para que el telón baje correctamente, éstos se cargan con una cadena de acero o plomos. La apertura de los “telones pintados” se realiza en vertical, hacia los telares, al modo “alemán”. Si el teatro no dispone de la altura suficiente se utilizan “telones tipo funda y pértigas intermediarias” que se doblan sobre ellos mismos al subir, o telones “a la polichinela” que se enrollan en la apertura sobre un tambor fijo en su parte inferior. Para el “equipo” de los telones plisados y drapeados que desaparecen hacia los telares podemos destacar tres tipos: El telón “alemán” que sube verticalmente, el telón “italiano” que se abre por la mitad y cada extremo sube en diagonal quedando un drapeado redondo hacia la parte superior de los extremos, el telón “francés”, que combina los dos anteriores. Éste se abre por la mitad y sube en vertical hacia los ángulos superiores, redondeando el drapeado. Si no hay sitio en el telar, se utiliza el telón corredizo en horizontal “griego”. El telón se abre como las cortinas de casa, por el centro. Las dos mitades desaparecen en el interior. Para este tipo de telón tendrá que haber un recubrimiento central para evitar que se vean los rieles. Para el “equipo” de los telones “griegos”, se utilizan los raíles y las “paciencias” por las que se deslizan ruedecillas dentadas. El telón está suspendido. Las paciencias están montadas sobre un soporte fijo. Un cable rizado pasa de la cabeza del telón hasta el riel (para manejarlo) y vuelve a la cabeza del telón de uno de los hombros gracias a una sucesión de poleas. Los “taps” son un conjunto de telones pintados o monocromos de todo tipo, “frisos”, “patas”, “telones de fondo”, que se usan como comodín. Algunos elementos del decorado tienen aperturas, ya sean puertas, ventanas, balcones o galerías. Para evitar que algo quede al descubierto, se coloca detrás un “pantalón”, que se trata de un telón o lona pintada con un motivo de jardín, por ejemplo, para indicar un lugar. Requerido para ocultar la escena, a la vez que cómodo, sencillo y barato, práctico para el teatro de sombras, es el decorado puede proyectarse a través de diapositivas o de imágenes animadas con videos o películas, a través de proyectores situados al frente sobre los bastidores y los telones, que harán de pantalla, o desde el fondo sobre superficies translúcidas. Finalmente, no hay que olvidar un parámetro importante que es el de la “distancia de lectura”. La arquitectura de los lugares, las masas y los espacios, la delicadeza de los detalles de un decorado sobre una mesa, para un espectáculo realizado a dos metros del espectador, no serán los mismos que para otro situado en un escenario de doce metros de apertura, en el que los espectadores más cercanos están a diez metros. Otro tanto ocurre con los títeres.

Bibliografía

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  • Mignon, Paul-Louis. J’aime les marionnettes. Lausanne: Éditions Rencontre, 1962.
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