La cultura y las tradiciones prehispánicas maya y quiché, en las que el teatro y el arte de los títeres de Guatemala se inspiran ampliamente para sus personajes, fueron descubiertas a partir del comienzo del siglo XVIII gracias a la traducción en español del fraile Francisco Ximénez del manuscrito de Chichicastenango, el Popol Vuh (Libro del consejo), llamado la “Biblia maya”.

Además, un monumento descubierto hace poco deja entender que los mayas mismos utilizaban títeres, con fines religiosos. Se trata de un monolito de más de tres metros de diámetro, conocido como el “monumento 21”, descubierto en Bilbao (Guatemala) en el área cultural maya. Destacamos, entre otras figuras, un hombre que lleva una cofia, un taparrabo y un collar. Tiene los brazos abiertos. En su mano izquierda, lleva una figura con forma de pájaro con las alas abiertas; en su mano derecha, lleva un tipo de títere de guante con una ropa decorada. Este descubrimiento, del que Carlos Navarrete, antropólogo, informó en México, es muy importante para la historia de los títeres en la civilización mesoamericana y americana en general.

Los juegos rituales propios de la antigua religión de los mayas-quichés (palo volador o juego de pelota) fueron y siguen siendo una gran fuente de inspiración como lo podemos ver en Juguemos con el sol, juguemos con la luna o Los dioses jugadores de pelota, adaptaciones para títeres de un episodio famoso del Popol Vuh. Los espectáculos inspirados de este texto siguen siendo muy vivaces, como en Los gigantes o La historia y El palo volador, ballet-drama que podemos ver en los pueblos del altiplano guatemalteco.

Otro tipo de relato son las perras, una forma típica y única de expresión teatral “criolla” de Guatemala en la que los perreros, “narradores”, usan mímicas, un cierto tipo de voz y de movimientos corporales para contar sus relatos. Son intérpretes que aparecen en cualquier momento, sin razón particular y se dirigen a quien quiere escucharles. Los textos de literatura para niños, los relatos folclóricos y en particular las fábulas guatemaltecas de Fray Matías de Córdoba, José Domingo Hidalgo, Antonio José de Irisarri o de Simón Bergaña y Villegas, también, se leían en las escuelas del país. Premio Nobel de Literatura en 1967, Miguel Angel Asturias (1899-1974) debe su fama en gran parte a la riqueza de la cultura mesoamericana (Hombres de maíz, Leyendas de Guatemala), muchos de sus textos se adaptaron para el teatro y para los títeres.

Entre las compañías guatemaltecas que usan et títere, cabe mencionar el grupo teatral Centauro dirigido por Luis Fernando Juárez (1987), la compañía Diez Junior (teatro de actores) de Ricardo Martínez (1991), la compañía de teatro para niños Bravo (teatro de actores, 1992) y el Teatro Latino de Guatemala. Finalmente, en 1998, Alfredo Bergmann fundó Armadillo, compañía dirigida por Guillermo Santillana. Esta compañía se dedica sobre todo a un trabajo de educación, tratando temas como los derechos de los niños, la discriminación, la violencia. Dinamiza también talleres para jóvenes en toda América latina. Su obra más reciente es La luna y el sol (2002) basada sobre el Popol Vuh.

Bibliografía

  • García Mejía, René. Teatro guatemalteco. Época indígena. La Habana: Casa de las Américas y Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz, 1993.
  • Teatro de Muñecos en Hispanoamérica. Bilbao: Centro de Documentación de Títeres de Bilbao/Centro de documentación teatral, 1995.
  • Uriona, Roberto. Juguemos con el sol, juguemos con la luna. “Telones y Entretelones” series. Buenos Aires: Libros del Quirquincho, 1987.