El descubrimiento del títere en este país se atribuye, según la tradición oral recogida por J. B. Soko (1977), a un anciano sin descendencia. La leyenda cuenta que estaba muy triste porque morir sin un heredero es un final poco deseable. Un día, tomó la decisión de retirarse a la selva con el fin de esculpir dos estatuillas de madera en forma de niños y de tratarlos como tal. La misma noche de su regreso a casa, las estatuillas se animaron por arte de magia, transformándose en un niño y una niña de verdad. Pero la alegría del anciano y de su esposa no duró mucho. Al ir a buscar agua al río, la niña, que había roto su recipiente, volvió con las manos vacías y provocó a su madre una cólera desmesurada. La tristeza de la pequeña conmovió a su hermano y ambos volvieron a transformarse en estatuillas. Su madre, inconsolable, se tiró desde lo alto de un árbol para suicidarse. Su cuerpo entonces metamorfoseó en frutas tan ácidas que nadie pudo nunca comerlas.

En el pueblo Maravi, los títeres están bajo el control de la nyau (o zinyau), una sociedad secreta masculina cuyos miembros tienen la responsabilidad de venerar a los ancestros y de mantener orden social. Sus miembros confeccionan figuras de animales hechas de hojas, madera y tela, destinadas a ser empleadas la noche antes de ser destruidas por el fuego. La vista de esta gran caza está prohibida a las mujeres, a los niños y a los no iniciados. Cada una de sus representaciones imita a su homólogo vivo. La ilusión se refuerza situándolos en el suelo y al aire libre en un lugar aislado para reproducir el medio natural de sus modelos. Aparte del antílope, entre dichas creaciones se encuentra el elefante, animal poderoso cuyo papel solo puede ser representado por un hombre maduro. Los actores que lo acompañan, desempeñando el papel de cazadores, son todos mayores de edad y proponen un espectáculo de mimo, canto, música, danza y juego de objetos. Las figuras de animales, son tratadas como lo serían en la realidad. Son perseguidos y atacados, pero también celebrados, excitados y provocados en un juego que constituye lo esencial de la fiesta. Esta termina con un gran fuego en el que desaparecen todas las esfinges de los animales, consumidas por las llamas.

A pesar de su carácter arcaico, las sociedades secretas tradicionales no son fijas y por lo tanto saben evolucionar. De esta forma, los coreógrafos del nyauk han integrado el sida a su repertorio en forma de danza.

Bibliografía

  • Blackmun, Barbara, and Matthew Schoffeleers. “Masks of Malawi” [Máscaras de Malawi]. African Arts. Vol. 5, No. 4, 1972.
  • Curran, Douglas (Autumn, 1999). “Nyau Masks and Ritual” [Máscaras nyau y ritual]. African Arts. Vol. 68, No. 3, pp. 68-77.
  • Darkowska-Nidzgorski, Olenka y Denis Nidzgorski, Marionnettes et masques au cœur du théâtre africain [Títeres y máscaras en el corazón del teatro africano], Saint-Maur: Sépia, 1998.
  • De Aguilar, Laurel Birch. Inscribing the Mask: Nyau Ritual and Performance among the Chewa of Central Malawi  [Pintando la mascara: ritual y representación nyau entre los chewa de Malawi central]. St. Augustin and Freiburg, Germany: Anthropos Institute [Study 47] and Univ. of Freiburg Press, 1996.
  • Morgan, Gary “The Great Dance” [La gran danza]. http://museum.msu.edu/Exhibitions/Virtual/Mask/essay/The_Great_Dance.html. Accessed 27 June 2013.
  • Soko, B.J. Autour du feu au Malawi [En torno al fuego en Malawi]. Zombia: Université de Malawi, 1977.