Técnica de teatro de sombras para la que se utilizan una o ambas manos del titiritero; llamada tradicionalmente en español “sombras chinescas”. Pueden acompañarse las manos de accesorios de cartón, de zinc recortado u otros objetos. A través del movimiento de manos, se da vida sobre la pantalla a personajes o animales. Durante mucho tiempo, la representación de sombras proyectadas sobre la pared mediante la luz de una vela o de una lámpara de petróleo servía para divertir a los niños en las veladas familiares y se convirtió en una improvisación fantasiosa para pasar el rato en los entreactos y, más tarde, en un verdadero espectáculo a principios del siglo xix gracias al italiano Campi, al francés Théo o al inglés Trewey. Théo, nacido en 1868, cuyo verdadero nombre era Théodore Revel, presentaba en los cafés con espectáculo un «número de excentricidad» con siluetas de mano. Renovó el género dando vida a las sombras y representándolas en sainetes. En Les Silhouettes à la main (Las siluetas de mano), el titiritero reveló sus secretos con indicaciones sobre la posición que había que mantener, los movimientos posibles y, frente a ello, la ilustración que mostraba la posición de los brazos, de las manos y de los dedos y la sombra que así se conseguía. También propuso crear escenas de pantomima al final de las obras. Al inglés Trewey, se le conocía por los retratos de hombres de Estado o de famosos, como el zar Alejandro III, Bismarck o Émile Zola. Le debemos la creación de más de trescientas figuras. Sus espectáculos se apreciaban mucho en el Alcázar de los Campos Elíseos. A las sombras manuales también se le llamaba en francés-inglés: «shadowgraphie».

Uno de los libros más antiguos que trata sobre las sombras de mano se publicó en China en 1790. Entre otras publicaciones ilustradas del siglo xix, dedicadas a este tema,  Read and Co editó en Londres en 1859 Lights and Shadows on the Wall (Luces y sombras sobre la pared), de Frank Fireside. Victor Effendi Bertrand redactó en 1892 Les Silhouettes animées à la main (Siluetas animadas con la mano) en la época en la que era director del teatro del Palacio Imperial. Se editó en Charles Mendel en París, y es uno de los libros más interesantes sobre el tema, tanto por las explicaciones como por las ilustraciones. Los pequeños carteles cromolitográficos publicitarios del siglo xix, realizados para el Bon Marché, la revista de novedades «Au musée de Cluny», para el chocolate Suchard o para Guérin-Boutron, así como las tarjetas postales 1900, muestran muy bien las astucias de las sombras manuales. Pero pocas personas que se dedicaran a esta especialidad han permanecido en el recuerdo. Dodok debía actuar en cabarets, casinos y cafés-concierto en el periodo de entreguerras y dejó una tarjeta postal dorada en la que se le puede ver haciendo la sombra de Napoleón. Denis Bordat y Francis Boucrot, en su libro Les Théâtres d’ombres (El teatro de sombras, 1956), proporcionan el nombre de tres personas que se dedicaban a esto en su época: Carolus, Chassino y Riffalo. Los espectáculos de sombras de manos son escasos. Sin embargo, hay que mencionar a Nikolina Georgieva, que representó en Bulgaria (en Sofía), en 1968, Le Carnaval des animaux (El carnaval de los animales), de Camille Saint-Saëns, mediante esta técnica. Hoy en día, los espectáculos de sombras de manos ya no están en boga en el music-hall.

Bibliografía