Desde su creación en 1971 en Montreal, el Théâtre Sans Fil ha viajado por todo el mundo. Más de dos millones y medio de espectadores han asistido a sus espectáculos, muy a menudo presentados en la lengua del país visitado. Inspirado por la técnica tradicional japonesa del teatro Bunraku, el TSF se distingue por la ejecución de sus títeres gigantes y por su moderno enfoque escenográfico y musical. André Viens, cofundador del TSF, sigue siendo el director artístico y de escena. La música, casi siempre original, está compuesta por músicos profesionales sensibles a las exigencias de los títeres gigantes. Los titiriteros, vestidos de negro, llegan manipular entre veinticinco y sesenta y cinco títeres en función del espectáculo. De dos a cinco técnicos trabajan entre bastidores, a veces desde el techo o bajo el escenario. La imaginación, la fantasía, el mundo onírico, el de las leyendas, los mitos y las epopeyas guían al TSF en la elección de sus textos. Entre otros, encontramos Le Hobbit (El Hobbit, 1979) y Le Seigneur (El Señor de los Anillos, 1985) de Tolkien, Jeux de rêves (Juegos de sueños, 1992) y La Couronne du destin (La corona del destino, 1995) de Henriette Major, Le Grand Jeu de nuit (El Gran juego de noche, 1992) – espectáculo multimedia de luz y sonido, presentado en el exterior, para celebrar el 350 aniversario de la fundación de Montreal – y Ravel “Boléro et L’Enfant et les Sortilèges” (Ravel “Bolero y El Niño y los Sortilegios”, 1999), una fantasía lírica para títeres gigantes. Estos son algunos de los espectáculos públicos presentados por la compañía. En 1996, el Théâtre Sans Fil recibió la Máscara especial de la Academia quebequense de teatro, otorgada para recalcar el número récord de representaciones de El Hobbit y como reconocimiento a sus veinticinco años de existencia.