Titiritera suiza alemana. Thérèse Keller se encuentra entre las pioneras del títere en su país. Tras una formación como profesora de escuela infantil, debutó como artista profesional a los veintiséis años y montó, en solitario, espectáculos de títeres de guante que fueron presentados en Suiza y Alemania. Sus producciones, destinadas algunas a niños, otras a adultos, tenían un contenido claramente realista pero al mismo tiempo orientado a lo simbólico y lo espiritual, ocultos tras la apariencia de las cosas. Se cuenta que, fascinado por sus títeres, un niño mudo recuperó el habla.

Thérèse Keller escribía sus propias piezas de teatro (una veintena, difíciles de fechar), que a menudo evocaban la lucha entre el bien y el mal. Entre las más significativas, para niños: Gump i Sack (Salto al saco), Schlangenprinz (El Príncipe Serpiente), Hinderem Mond und vorem Mond (Por detrás y por delante de la luna), Güldechruut und Silberhorn (La Hierba de oro y el Cuerno de plata). Dos personajes se encuentran presentes en muchos de sus espectáculos: Kasperli y Fritzli. El primero ilustra la valentía, el segundo la inocencia y la pureza de la infancia. Para un público adulto, creó, entre otros, Der Webstuhl am Ende der Welt (El Tejedor del confín del mundo) y De Tannebarti (El Barbudo del bosque). Thérèse Keller creó alrededor de cuatrocientos títeres de guante, de los cuales ciento seis se conservan en el museo del castillo de Müsingen y una quincena en la Theatersammlung de Berna. Su arte se caracterizaba por el cuidado de los detalles, una excelente técnica de manipulación y la facilidad de diálogo con el público joven.  Escribió muchos libros que han contribuido al desarrollo y al reconocimiento del títere de guante en todo su país. A su muerte, era la cabeza de un amplio grupo de titiriteros que trabajaban para los niños.