Fue a través de una noticia contada durante un juicio contra un robo en 1792 en Montevideo que aparece el nombre de un tal Juan Camacho, víctima de un robo mientras divertía a la población con su “caxa” de “títeres”. Previamente a la construcción de la Casa de Comedias de Montevideo, a finales del siglo XVIII, el arte del títere era un simple espectáculo de circunstancias, del que solo podemos encontrar los rasgos a partir de pequeñas historias como ésta del titiritero que salió del anonimato gracias a un periodista de la época. Existen pocos testimonios sobre la vida cultural y artística del principio del siglo XIX. El país vivía sobresaltos políticos y militares importantes que le condujeron hacia la independencia en 1830. Sin embargo, cabe recordar que la inmigración masiva proveniente de muchos países del mundo dio a Uruguay una diversidad cultural muy amplia. Alrededor el año 1840, surgió Misericordia Campaña, un títere de guante creado por Ambrosio Camarinhas, famoso campanero de la Iglesia Matriz de Motevideo y esclavo fugitivo originario de Pernambuco, en Brasil. Es interesante señalar que estos dos personajes, el títere y su titiritero, eran ambos negros en uno de los puertos negrero más importante de América latina. Además, utilizando el propio títeres como una porra, su creador había adaptado la capoeira, el baile-lucha brasileño nacido en los presidios y practicado con balanceos del cuerpo y golpes con los pies y con la cabeza. Misericordia Campaña se convirtió en un verdadero héroe en todas las obras en las que aparecía, castigando las ofensas, protegiendo a las chicas, usando como única arma su cabeza. Alrededor del año 1870 aparecieron compañías extranjeras de titiriteros – con marionetas de hilo y de vara a la cabeza, particularmente – entre ellas los famosos pupi italianos, así como el titiritero y actor Salsilli. Hacia 1887, los London’s Fantoches y, en 1898, la compañía inglesa de Thomas Holden, famosa en Europa, representó en la región del Río de la Plata. El escenario teatral uruguayo se enriqueció de influencias diversas y el público se aficionó cada vez más a los espectáculos de circo y de títeres.
El siglo xx
Entre 1900 y 1930, muchas compañías extranjeras (entre ellas la compañía italiana Teatro dei Piccoli, de Vittorio Podrecca, en el teatro Solís) hicieron varias giras en todo el país, mientras que nacía el teatro uruguayo gracias entre otros a actores del circo como los hermanos Podesta. La contribución del titiritero argentino Javier Villafañe fue decisiva para las vocaciones artísticas. Además, dejo huellas importantes en la enseñanza. Con su compañía La Andariega, Villafañe surcó todo el país con funciones de títeres y, colaborando con los profesores, dio clases de iniciación en las escuelas. La presencia de Federico García Lorca entre noviembre de 1933 y marzo de 1934 y la presentación, un día antes de la salida del poeta español, de El retablillo de Don Cristóbal fueron momentos de gran importancia para la evolución del teatro en Buenos Aires y en Montevideo. En el espectáculo participaba la actriz Elena Cortesina que, junto al actor español Andrés Mejuto, apareció con el teatro El Guirigay de Margarita Xirgu en la capital y también en el interior del país. Como recuerda el propio Villafañe en uno de sus trabajos, en 1938, el poeta Humberto Zarrilli, Fernando Amado y un grupo de profesores dieron varios espectáculos de títeres en Montevideo. En 1940, Felipe Novoa dirigió el teatro de la Universidad Popular Central de Montevideo (una extension de la Universidad de la República) y presentó en los barrios de la ciudad obras del dibujante Julio Emilio Suárez, creador del personaje Peloduro. Asimismo, el pintor Carlos Prevosti, Elsa Caraffé de Marchand y Hortensia G. de Heijo organizaron en escuelas experimentales espectáculos de títeres. Durante esos años, tomaron renombre autores como Juan Manuel Tenuta, así como la compañía de títeres de guante de los hermanos Pagani, dirigida por Juan, pintor, escultor, músico y ebanista que, aunque estaba instalado en Argentina, hizo varias estancias en Uruguay para resucitar al personaje Misericordia Campaña. En los años 1940, la presencia en Montevideo de la actriz catalana Margarita Xirgu dio al escenario teatral uruguayo un cambio decisivo. Alejada de su país natal a causa de la guerra civil y de la dictadura franquista, compartió sus años de exilio entre varios países de América latina, primero México, luego Chile y finalmente Uruguay donde murió en 1969. Allí, realizó un gran trabajo de enseñanza, al formar varias generaciones de actores como dirigente de la Escuela Municipal de Arte Dramático creada en Montevideo en 1949. Varios titiriteros asistieron a sus clases y participaron en su compañía teatral. Podemos mencionar a Andrés Mejuto, importante actor español exiliado en Buenos Aires y Montevideo, y a Helena Cortesina. Ellos eran ya titiriteros en España en los años 1930 y presentaron obras para títeres de Javier Villafañe o de Mané Bernardo. Además, dieron clases en la Universidad popular de Montevideo.
La compañía El Duende fue fundada en 1940 por Rosita Bafico, junto a su marido, Armando González (creador de títeres), Juan Manuel Tenuta, y Bruno Musitelli. Pablo Neruda les invitó a Chile en 1946-1947. Por razones políticas, la compañía se mudó a Bolivia en 1947, donde el Ministerio de Educación la contrató para dar representaciones y para enseñar. Juan Manuel Tenuta se instaló entonces en Concepción, en Chile, donde dirigió la Compañía de Arte “Pinocho” en 1948. En Tacuarembo, Pato Escayola (1901-1979) dirigió un trabajo pionero que contribuyó al desarrollo del teatro de títeres en el interior del país. Además, dejó un extenso archivo además de sus propios títeres, fabricados con masa de papel y madera de ceibo. Tenemos que mencionar también la contribución de Irma Abirad, actriz y profesora, que integró el equipo docente de la Escuela de Arte Dramático apoyada por el Servicio Oficial de Radiodifusión y Espectáculos (SODRE) y que, con sus alumnos, creó el Teatro de Títeres Maese Pedro con un repertorio compuesto por obras de Cervantes y de Javier Villafañe, entre otras. Durante su larga carrera, fue amiga de muchos titiriteros famosos, entre ellos, Villafañe, Marcel Temporal o Sergueï Obraztsov. En 1963, abandonó su actividad de titiritera y tomó la dirección de los programas pedagógicos de la televisión para la enseñanza secundaria y se dedicó a la investigación así como a su colección de títeres. Entre los numerosos artistas que aparecieron sobre el escenario teatral de los años 1950, podemos mencionar a Roberto Rius y su compañía de marionetas de hilos creada en 1948, activa en varios países de América Latina, a Jaime Pares y Selva Suffo, y su compañía Vidalita, activa desde 1954, muy apreciada en Uruguay y Argentina y sobre todo el teatro El Galpón, la experiencia más importante del país en el marco de los títeres. Desde su fundación en 1949, convencido de la necesidad de formar a nuevos públicos y de educar a los futuros espectadores, El Galpón se dedicó intensamente al teatro para niños, haciendo hincapié en el teatro de títeres, bajo la dirección de Juan Manuel Tenuta y de Bruno Musitelli. En 1952, esta institución creó su escuela de titiriteros, dirigida a partir de 1955 por Rosita Baffico, a quien se unió luego el titiritero argentino Eduardo Di Mauro. Más tarde integraron el equipo actores titiriteros como Nicolas Loureiro, Curi, Salcedo, Miguel Cherro, Aída Rodríguez, Blanca Loureiro y otros. Por otra parte, el Teatro Circular de Montevideo fue inaugurado en 1954, con obras para niños como Pluft el fantasmita, de la brasileña María Clara Machado o El altillo encantado. Otros artistas contribuyeron también a la labor del teatro de títeres durante esos años (Alice Soler Petit, Luis Mario Somuna…) y hoy, el país cuenta con una docena o quincena de compañías y grupos profesionales o aficionados, que se reúnen preferentemente en Montevideo, Piriápolis, San José, Punta del Este y Canelones. En 1978, se creó Unima-Uruguay, actualmente dirigida por Adriana Cabrera de la compañía La Gotera.
(Ver también Antonio W. Rodríguez, Café Teatro, Gustavo Sosa Zerpa, Montiel Ballesteros, Museo Vivo del Títere, Rolando Speranza, Teatro de Títeres Mateluna, Títeres de Cachiporra, Títeres Gira-Sol.)
Bibliografía
- Rela, Walter. Breve historia del teatro uruguayo. Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1966.
- Rodríguez, Aida, and Nicolás Loureiro. Como son los títeres. Montevideo: Editorial Losada Uruguaya, 1971.
- Rossi, Vicente. Teatro nacional rioplatense. Buenos Aires: Hachette, 1960.
- Villafañe, Javier. Los niños y los títeres. Buenos Aires: El Ateneo, 1944.