A mediados del XVIII la afición teatral y la madurez de la carpintería en Cádiz, propiciaron el desarrollo de las representaciones con títeres. En 1815, el artista Pedro Montenegro (1778-1857) abrió un teatro en la calle Compañía para su nacimiento de figuras de movimiento, que tenía la particularidad de concluir con un sainete protagonizado por personajes que reflejaban tipos populares de la ciudad: la Tía Norica es atropellada por un toro por culpa de su travieso nieto Batillo; ante la gravedad de las heridas, recibe la visita del médico y, luego, la del escribano al que dicta un estrafalario testamento. La protagonista de esta pieza llegó a ser tan famosa que daría nombre al teatro, oficialmente Isabel II y luego Libertad. Tras su derribo en 1870, las funciones continuaron en diversos locales. Desde 1902 dirigió la compañía Luis E. Chaves (1847-1919), que introdujo la luz eléctrica y construyó una barraca desmontable para 200 espectadores. En su interior se encontraba el retablo —reproducción de un escenario a la italiana adaptado para títeres—  que desde entonces se convirtió en el espacio usual de representación. En 1920, le sucedió su yerno Manuel M. Couto (Sevilla, 1880-Cádiz, 1947) que afianzó las técnicas de manipulación: títeres de hilo, sostenidos por una cruceta vertical en forma de T —cuyo centro sostiene los hilos de la cabeza y los extremos los brazos, mientras que las piernas llevan un mando independiente— accionados desde el puente; de peana y varillas, que el manipulador maneja sentado en el foso del teatrillo. Couto, además, realizó giras por diversas localidades e introdujo nuevos temas al repertorio tradicional. Tras la Guerra Civil (1936-1939), Joaquín Rivas (1919-1993) continuó las representaciones hasta 1959, para reaparecer en 1974. En 1976 se publicó el libro La Tía Norica de Cádiz de Carlos Aladro. En 1978 el Ministerio de Cultura adquirió el legado, depositándolo en el Museo de Cádiz. Una vez restaurado se mostró en una exposición con “exhibición ilustrativa” en la II Fiesta Internacional del Títere de Sevilla (1982). Tuvo tal éxito que el Ayuntamiento gaditano decidió recuperar la compañía en 1984, con reproducciones de los títeres originales. Pepe Bablé asumió la dirección en 1985 y desde entonces la compañía sigue combinando, como siempre, tradición y modernidad en la recuperación del repertorio. Ha participado en varios festivales de renombre, como el Internacional de Madrid (1991) o de las Naciones de Chile (1993) y su labor se ha visto reconocida, como lo demuestra la “Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes 2002” del Ministerio de Cultura. En la actualidad, La Tía Norica ocupa una sala estable, aunque provisional, en el Baluarte de Candelaria a la espera de la construcción de su propio espacio, sobre el solar del antiguo Teatro Cómico de Cádiz.

Bibliografía

  • Aladro, Carlos, La Tía Norica de Cádiz, Madrid: Editora Nacional, 1976.
  • Cornejo, Francisco J., “La Tía Norica. Orígenes y difusión”, Fantoche nº 6 (2012), pp. 14-43.
  • Ortega Cerpa, Désirée, Sainete de la Tía Norica: edición crítica, introducción y notas [en línea], Liceus, 2004 (Trabajo de investigación para obtener la suficiencia investigadora, 19 de diciembre de 2001, Universidad de Sevilla) <http://www.liceus.com/cgi-bin/ac/pu/sainete_tianorica.asp> [14/04/2012]