Personaje francés. Es el héroe local de Amiens, en la Picardie, pero también fue utilizado en Borinage, Bélgica. Es un “cabotin”, un títere de vara a la cabeza con un hilo en cada miembro. Louis Belette, obrero del pueblo llano que había abierto un teatro de títeres bajo el Imperio, posiblemente fue su creador a principios del siglo XIX. Se inspiraría en una figura legendaria regional y cada imitador de Balette aportaría un poco de sí mismo a Lafleur. En el siglo XIX había alrededor de setenta “théâtres de cabotins” en Amiens, en los barrios populares. En su mayoría eran dirigidos por antiguos obreros y llenaban las salas. Sirviente cómico con un buen humor constante, mentiroso y orgulloso, de pocos escrúpulos, siempre hambriento, falsamente ingenuo, Lafleur está resuelto a sacar a su señor de la vergüenza desafiando a la autoridad, la cual se ve obligada a huir con un puntapié final. Conserva la librea, el tricornio y la trenza del sirviente del siglo XVIII. Va acompañado de una mujer fuerte, Sandrine, y de un compañero cobarde, Tchot Blaise. Aparece en todo el repertorio de Amiens de la época, incluso en los misterios. Tras su decadencia a favor del público de finales del siglo XIX, Maurice Domon, discípulo del padre Barbier, famoso manipulador, ofrece a Lafleur una nueva vida escribiéndole una quincena de piezas bouffonnes patoisantes y creando, en 1933, la compañía Chés Cabotans, destinada a mantener la tradición pícara. Bajo la dirección de Françoise Rose desde 1967, la compañía ha sabido hacer justicia a las bromas de Lafleur quien se ha convertido en huésped privilegiado de un teatro permanente de arquitectura moderna en el barrio de Saint-Leu. En Bélgica, en Borinage, a finales del siglo XIX, tres teatros emplearon a Lafleur en un repertorio restringido: Le Diable dans l’horloge (El Diablo del reloj) censurada por la famosa frase: Beau diable, je vais te faire passer ton bousin (palabra vergonzante), Lafleur dans le grenier (Lafleur en el granero), La Tentation de saint Antoine (La Tentación de San Antonio) donde Lafleur, curiosamente, prende fuego a la cola de un cerdo. En Quaregnon, fue el teatro de Evariste Mollet; mientras que en Jemappes, fueron la famosa Baraque Tacou y el Théâtre Lecomte. En este último, que funcionó de 1897 a 1925, Lafleur difería notablemente del modelo de Amiens en forma y manipulación: era grande (83 centímetros) con un bonito traje marrón con finas rayas y ribeteado en rojo cuyos faldones color plomo podían “volar”, con gruesos zuecos rojos en el extremo de las piernas articuladas en las rodillas, con un gran delantal blanco y, en especial, con un gorro blanco cuyo lazo rojo, que contaba con un hilo que lo controlaba, interpretaba un papel predominante: Ah ! j’èstoufi, car l’colère me monte jusqu’à l’floche de m’bounèt ! (…la cólera me sube hasta el lazo del gorro).

Bibliografía

  • Marionnettes picardes des origines à 1960, drames et bouffonneries, Les, catálogo de exposición, Musée de Picardie, Amiens, 1996