Teatro especial en el que evolucionan los títeres. El teatrillo (o teatrino) puede considerarse como el resultado de las modificaciones del estatus religioso de la marioneta en la cultura europea. De hecho, ésta, irreverente, pasó de la iglesia a la plaza y de la plaza a la feria a causa de sus insolencias e, incluso, blasfemias. Estos cambios de lugar de expresión favorecieron el uso de “tabernáculos”, “retablos” (retablillos), belenes, “mansiones”, tablados, barracas de feria y, finalmente, de teatrillos. Otra influencia más reciente, que data del siglo xix, es la de los teatros de feria o la de “los cafés de marionetas”, que adaptaron las obras de más éxito del repertorio de los grandes teatros. En efecto, para estos pequeños teatros era indispensable parecerse a los grandes, con escenarios a la italiana. Así, el teatrillo se convirtió en una réplica en miniatura. Asimismo, hay que tener en cuenta el gusto del público, que se apartaba del Polichinela de vara a la cabeza y empezaba a preferir el Guiñol de guante.
Etimológicamente, en francés, castelet viene de la palabra castel (castillo), mientras que en español, ya en época medieval, tomó el nombre de castillo o castillejo. En Francia no se consideró con el sentido de “pequeño teatro de títeres” hasta 1907. Si consideramos la imaginería de la Edad Media, el teatrillo tenía la apariencia de un castillo con sus almenas. Así aparece en las dos miniaturas de Jehan de Grise (Li Romans du boin roi Alixandre, 1344). El fondo del teatrillo está formado por un arco sobre una plataforma baja y un telón que oculta a los marionetistas, sin duda escondidos debajo de la tabla de escena.
Existen diferentes tipos de teatrillos: los fijos, los ambulantes y los desmontables.

Los teatrillos fijos

Las aulas, las bibliotecas o las salas pueden estar equipadas con teatrillos fijos construidos con materiales resistentes, inamovibles, inutilizados la mayor parte del tiempo y que, como consecuencia, limitan la creatividad de la marioneta a una sola técnica, una sola manipulación; en general la manipulación en elevación y, más concretamente, el títere de guante. Antiguamente, muchos palacios venecianos contaban con un teatrillo para títeres de vara a la cabeza. El palacio Ca’ Rezzonico, situado sobre el Gran Canal de Venecia, conserva uno del siglo xviii, con su producción de títeres. El palacio Carminati, en Venecia, también poseía uno descrito en un catálogo de ventas en el hotel Drouot en 1933 como un “teatro de marionetas de madera esculpida, pintado y dorado, decorado con jarrones floridos, follaje, atributos, mascarones y, en la parte superior, con un espejo y un escudo de armas. Viene acompañado de decorados, títeres, trajes y de su antigua candileja”. Un grabado a buril del siglo xvii, anónimo, representa un teatrillo fijo integrado en la decoración de un salón. El escenario se eleva aproximadamente un metro sobre el suelo, el marco de la escena mide unos dos metros de alto y cuatro de ancho, realizado con bastidores rígidos pintados. En su interior, dos bastidores laterales decorados, patio y jardín, permiten realizar entradas y salidas; un panel de fondo, probablemente un lienzo pintado, representa un jardín arbolado. Dos títeres de vara a la cabeza, de un metro de altura, Polichinela y Arlequín, están sobre el escenario, iluminados por una lámpara a cada lado del escenario y por dos candelabros suspendidos con seis candelas cada uno. Un violinista, de pie en la sala, junto al escenario, en el lado del jardín, acompaña el espectáculo. En el salón donde están sentados nueve adultos, un niño curioso se acerca al escenario. Otra ilustración, publicada en Magasin pittoresque, que acompaña a un artículo sobre Séraphin, muestra el interior del teatrillo de su nueva sala de espectáculos inaugurada el 8 de septiembre de 1859, en el parisino Passage Jouffroy. Siete titiriteros trabajan sobre un pequeño practicable de unos veinte centímetros de altura, escondidos del público por un bastidor sujeto por una barandilla de apoyo de 1,20 metros de altura. Los títeres de vara a la cabeza y de hilos se encuentran sobre el lado del escenario mientras que son manipulados desde arriba. Una ayudante pasa un Polichinela a una manipuladora, otra prepara una marioneta, un tramoyista manipula una pértiga equipada con un telón y el bombero de servicio, sentado en un taburete, observa la escena con interés. En los estudios televisivos de Taiwán se han instalado complejos teatrillos-escenarios a la altura de la tabla escénica para la manipulación en elevación de las marionetas pili, de varillas y de teclado. Están concebidas para el rodaje de series según el modelo de las películas épicas chinas en las que los héroes brincan, hacen piruetas, vuelan, pelean, desaparecen y se transforman mediante efectos pirotécnicos.
En Francia son poco frecuentes los emplazamientos teatrales destinados específicamente a las marionetas. Cabe citar el Teatro de Marionetas de Montrouge, donde reside la compañía Blin, titiriteros de hilos, traspasada de generación en generación desde hace setenta años; o el teatro picardo, Chés Cabotans de Amiens, que acoge a Lafleur, Sandrine y Blaise entre otros personajes tradicionales manipulados con vara a la cabeza. En cuanto al teatrillo fijo de los jardines de Luxemburgo, en París, pertenece a la familia de Robert Desarthis desde 1932. El término francés castelet dio lugar al nacimiento de la palabra castelier que designa al marionetista que actúa en los teatrillos (castelets) fijos ubicados generalmente en las plazas de las grandes ciudades. En Bélgica, el Teatro Real de Toone, situado en el histórico barrio de L’îlot Sacré de Bruselas, pone voz con mucho humor a Woltje que, en el otro extremo de su vara, recibe a Napoleón, a los tres mosqueteros, a Guillermo Tell, etc., al mismo tiempo que comenta la actualidad belga. También hay que mencionar el teatro de marionetas que Josef Skupa hizo construir en Praga en 1920 para sus marionetas de hilos Speblj y Hurvinek. En 1945 Skupa construyó otro teatro para su dúo cómico, el Divadlo Spejbla a Hurvínka (Teatro Spejbl y Hurvínek, también conocido como Teatro S+H).
El único escenario sobre agua es el de los títeres de agua vietnamitas, que en el pasado se representaban en arrozales y en escenarios permanentes. Los escenarios de títeres pueden formar parte de los complejos arquitectónicos de templos. En la Pagoda Thay, en la provincia de Thai Binh, un escenario de títeres de agua del periodo Later Le (1428-1788) en Long Tri Lake mira de frente al santuario. Los títeres de agua se representaban en el templo o en los festivales locales sobre un estanque cenagoso mientras el público observaba desde las orillas. En los años 1930 se inventó la piscina portátil que permitía realizar giras. Desde el siglo XX, los títeres de agua actúan sobre escenarios portátiles que incluyen las piscinas. Los titiriteros, sumergidos hasta la cintura en el agua de la piscina, se esconden tras una fachada que simula un templo y que está cubierta con una pantalla de bambú sobre la estructura del escenario. La zona de actuación se encuentra en la parte central de la piscina, que puede tener una longitud de 15 metros y una anchura de 10 metros, con público en los tres lados. La piscina móvil utilizada en representaciones internacionales tiene 30 metros cuadrados. Una “pagoda” con mucha decoración conforma la parte trasera del conjunto y alberga a los titiriteros, a la orquesta, al presentador, a los cantantes y a los directores. El tejado es de bambú o madera sobre una estructura que puede ser de ladrillo. Tradicionalmente, dentro hay tres espacios diferenciados. El espacio central (buong tro) está reservado a los titiriteros sumergidos en el agua hasta la cintura. Están escondidos del público gracias a una pantalla suspendida que desciende hasta el nivel del agua. Está fabricada en finas tiras de bambú que proporciona una visibilidad clara, lo que permite a los titiriteros realizar las entradas y salidas de los personajes y ver mientras manipulan sus títeres. A cada lado hay una tarima sobre el agua, una para los músicos y la otra para el director. Estas plataformas, escondidas de la vista del público, también pueden colocarse en la parte posterior del buog tro.

Los teatrillos ambulantes o callejeros

Principalmente utilizados para los títeres manipulados en elevación, los teatrillos ambulantes deben ser ligeros, de dimensiones reducidas y fáciles de montar y desmontar. En general, están constituidos por una estructura tubular de aluminio ensamblada con empalmes o de madera, montada con bisagras y otros herrajes especiales para decorados y están recubiertos con cortinajes. Se desplazan fácilmente y se instalan en cualquier sitio, tanto en la calle como en lugares cerrados. Son muchas las escenas de género del siglo xix que muestran teatrillos callejeros. Las litografías de Marlet, como Polichinel (sic) près le pont des Arts y Le Polichinel (sic) du pont des Arts (París) presentan un teatrillo lo suficientemente grande para un solo titiritero, donde se representa una escena de Polichinela, con un crío pidiendo dinero tendiendo su gorra hacia el público y detrás, en un costado, una mujer mayor con un bebé, sin duda para apiadar a los espectadores. Otra litografía de Charlet presenta a un jovencísimo titiritero de rodillas que manipula a Polichinela y a un diablo, en un teatrillo rudimentario de una pata, hecho de maderas remendadas y recubierto de telas. Del mismo modo, un diseño de Gavarni muestra a un joven italiano que transporta su teatrillo para emplazarlo en la esquina de una concurrida calle donde representar un sainete con sus burattini y sobrevivir con las monedas que le aporte la gente. Otro grabado coloreado de Pinelli (1815) titulado Il Casotto dei burattini in Roma (La caseta de los títeres en Roma) representa un teatrillo en el que actúa Pulcinella armado con una vara, frente a un personaje femenino (quizá Colombina), mientras una multitud abigarrada asiste a la sesión y un chiquillo curioso intenta ver qué sucede en el interior.
En lo que se refiere a su tamaño, el teatrillo francés (castelet) es lo suficientemente grande como para albergar a varios titiriteros en comparación con el teatrillo del Punch británico, en la que solo hay espacio para uno. En el Palacio Ca’ Rezzonico de Venecia hay un cuadro del siglo XVIII de Giovanni Antonio Guardi que muestra un escenario para títeres estrecho y portátil, de aproximadamente 2,20 metros de altura con rayas verticales marrones y tostadas instalado, de forma inusual, en la recepción de un convento para entretener a las monjas (que podía sentarse detrás de la rejilla) y sus visitantes. Dos niños ven una Pulcinella de la commedia dell’arte y otro títere de guante hace su representación en un proscenio de aproximadamente 60 centímetros cuadrados.
En India, los títeres tradicionales kathputli ka khel de Rajasthani (manipulados con una cuerda con un solo bucle o varias cuerdas para los títeres danzantes) hacen su representación en teatrillos portátiles similares a tiendas de campaña denominados tamburi. El mástil horizontal y la tela negra (que esconde las piernas del titiritero y proporciona espacio suficiente para colgar los títeres que se encuentran en reposo) se fijan a los dos mástiles que sostienen la tienda con espacio a cada lado para que se introduzcan los títeres desde los lados de los mástiles de soporte o desde la parte superior. El frontal del escenario está compuesto por una sección superior de tela (jhalari), que esconde la parte superior del titiritero, y la sección inferior (tibara o taj mahal), generalmente una tela realizada en patchwork con forma de concha que imita a las estructuras arqueadas de Mughal, que se sujeta al nivel del suelo. Alrededor de un metro detrás se encuentra la tela que esconde las piernas del titiritero y proporciona el fondo contra el que se ven los títeres. Estos, de aproximadamente 40 centímetros de alto, son, por ejemplo, participantes en un festín en la corte del gran emperador de Mughal. Un intérprete de tabla y otro músico que lo acompaña al armonio se sientan de frente en el lateral del teatrillo.
En China, en el pasado, los titiriteros solían subirse sobre una banqueta en la calle y hacían su representación con sus títeres de guante. Soportaban un teatrillo de títeres pequeño sobre sus hombros y cabeza y sus cuerpos se encerraban en un tubo de tela sujeto en sus pies. Se utilizaba el mismo aparato para espectáculos de sombras en miniatura. Un grabado ruso de 1636 muestra algo parecido: un titiritero con un gran faldón de tela sujeto a la cintura que representa Petrushka con sus títeres de guante. En Uzbekistán, un teatrillo portátil sobre las espaldas, del siglo XVII, muy similar al mencionado anteriormente, consiste de una especie de bolsillo de tela colgado por su parte superior a la tablilla semicircular ubicada al frente al nivel de la cabeza del titiritero y ajustada al nivel de sus posaderas. Los títeres de guante hacen su representación delante de un telón montado sobre un marco de 80 centímetros cuadrados y colocado en la parte posterior.
En África, en Sikasso, Mali, se representan danzas rituales y espectáculos de títeres de varillas zoomórficos acompañados de percusión en teatrillos portátiles. Denis Malgras nos da una descripción en el UNIMA Magazine nº 61 (1978). “El teatrillo (kalaka en bambara) se presenta aquí de dos maneras: el antílope astado de largos anillos tyi-wara, y el antílope pastador (Hippotraginae) con su perfil más grueso y cuernos más macizos almenados. En ambos casos, el teatrillo es portátil y anda igual que el animal representado, al tiempo que sacude su crin al ritmo del baile que acompaña a la representación. Para esconder las dos manos manipuladoras, se coloca una manta de algodón a rayas en la parte posterior del antílope y se envuelven sus piernas con una esterilla suave. La cabeza, esculpida en madera de capoc, se lleva al frente por la primera mano manipuladora y está conectada con el resto del cuerpo mediante una tela multicolor. En el primer escenario del teatrillo (tyi-wara), una ranura en la parte posterior del mítico animal permite la manipulación de un pequeño títere de madera que representa a una mujer que machaca mijo en un mortero al ritmo de la danza. En el segundo escenario del teatrillo (el del antílope pastando), un pequeño personaje, que se mueve con una varilla y que emerge de la cabeza, representa a un granjero que trabaja con la daba, la azada tradicional.”
En el siglo XVIII, en Brasil, los que realizaban representaciones con títeres de capote en Río de Janeiro se vestían con un abrigo largo o una capa ancha que les servía de teatrillo. Al tiempo que el titiritero tocaba la guitarra, un niño encerrado en la capa frente a él manipulaba los títeres fabricados de cartón y tela. Estas representaciones callejeras populares han desaparecido.
El lilek (o lileki), una vieja tradición de títeres populares (marotes) en Eslovenia que parecen espantapájaros, se representaba en el pasado sobre todo en bodas y otros eventos sociales. Estos títeres se representaban en un sencillo banco cubierto con una manta. El titiritero se colocaba debajo de este teatrillo improvisado y manipulaba los títeres desde su posición escondida.

Los teatrillos desmontables

Los teatrillos desmontables, también llamados “de salón” se concibieron para ser instalados en las salas de espectáculos. Por motivos económicos, los montajes y desmontajes tenían que ser rápidos, el peso y el volumen reducidos y el material debía estar bien embalado para no sufrir daños. Los teatrillos en los que se utilizaban títeres de manipulación en elevación tienen forma de paralelepípedo rectangular; la tablilla, que simula el suelo, se coloca justo por encima de la cabeza del titiritero más alto y los demás llevan zapatos con tacón alto o, incluso, coturnos, en el caso de los titiriteros más bajos. Un cortinaje frontal está sujeto entre la tabla de la escena y el suelo y a cada lado un telón llega hasta la parte superior del teatrillo. El marco de escena, espacio entre la tabla y el techo del teatrillo, puede estar abierto o bien cerrado por una bambalina que puede ocultar una iluminación, una puerta con rastrillo o un telón. Los laterales y el fondo también están cerrados con cortinajes para conservar el misterio (muchos titiriteros son celosos de sus secretos, ver Secretos del oficio). Se puede equipar el escenario con elementos decorativos en el fondo y con telones laterales (o bastidores) que permiten efectuar entradas por los lados (recordemos que las entradas “por trampilla” y las salidas “por el fondo” no se consideran ortodoxas, salvo que sea la voluntad expresa del artista). La arquitectura del teatrillo toma formas diversas: tablas de escena curvadas, múltiples, colocadas a diferentes alturas, adornadas con lugares escénicos particulares, con aperturas por debajo de la escena, con postigos en los paneles de los lados, con ranuras en los telones para hacer apariciones o con decorados para interpretar en altura, con balcones o torres. El sueco Michael Meschke escenificó su Rey Ubu (1964) con un dispositivo escénico múltiple que incluía un teatrillo para títeres de varillas y, al mismo tiempo que caballeros montados en carros circulaban por el suelo como juguetes de tirar, un Ubu actor, vestido de blanco, estaba subido en un taburete delante del teatrillo, y un títere habitable entraba en el proscenio. En la medida en la que la tabla de escena representa el suelo y constituye la superficie horizontal de referencia, las marionetas apoyan ahí sus accesorios y la acción se desarrolla a lo largo de esta, sin que haya una verdadera profundidad. Tan pronto como la marioneta se aleja, hay que manipularla elevándola para que el espectador (situado en la sala al mismo nivel que el teatrillo) no tenga la impresión de ver un muñeco sin piernas. Es sabido el inconveniente de este tipo de teatrillos de cara a una sala con gradas o con público en palcos: los espectadores ven hasta los pies de los titiriteros.
Los teatrillos desmontables para espectáculos de títeres manipulados desde la parte superior tienen las mismas características que los construidos para los títeres manipulados en elevación. Constan de una pasarela, un puente, sobre el cual los titiriteros están subidos a una altura conveniente en relación con la longitud de las varas y de los hilos de sus marionetas. La fachada del teatrillo puede estar hecha con tela o lona pintada montada sobre tubos o sobre una construcción de madera, con un marco escénico a menudo elevado para una mejor visión. Un telón descubre y oculta el decorado, generalmente compuesto por una tela de fondo y dos cortinas laterales para diversificar las entradas y las salidas.
Los teatrillos utilizados para las sombras son al mismo tiempo más sencillos, con una pantalla de tela tensada sobre una estructura, para la fachada, y más complejos, ya que hay que evitar las “fugas de luz” y las sombras parásitas de los titiriteros en dirección al público. Sin olvidar que la sala debe estar completamente oscurecida.
En Indonesia, wayang kulit es la representación de sombras de Java Central y Oriental, Sumatra, Kalimantan, Bali y Lombok. En Java, por ejemplo, las representaciones normalmente se realizan en el exterior, tanto en un pabellón permanente (pendapa) como en uno construido a tal efecto por parte del anfitrión que contrata la representación. El titiritero (dalang) o sus asistentes velarán por la disposición del escenario. El wayang kulit de Java se presenta en una pantalla blanca grande y delgada (kelir) de aproximadamente 5 metros x 1,5 metros tensada gracias a un marco de madera resistente hecho con dos mástiles laterales anclados firmemente al suelo y una barra transversal pesada, a menudo coronada por un par de serpientes esculpidas que miran hacia fuera. Las cintas más oscuras en la parte superior e inferior de la pantalla (a menudo de color rojo o negro) representan el límite del universo, el cielo y la tierra. Dos troncos de platanero (debog), uno superior y otro inferior, hacen de base sobre la que se pueden “plantar” las asas puntiagudas principales de los títeres cuando se encuentran en reposo o cuando sólo es necesario manipular los brazos. El dalang colocará los títeres en reposo durante la representación en el debog superior, a la derecha e izquierda de la zona de representación. Los personajes virtuosos se colocarán a la derecha del dalang y los menos virtuosos, a la izquierda. El efecto general es el de un mundo entero poblado por colores brillantes. La zona de escenario que queda tiene alrededor de 1,5 metros en el centro de la pantalla. La electricidad ha reemplazado la lámpara de aceite (blencong) del pasado como fuente de luz. Un kotak (caja de títeres) en el escenario incluye cientos de títeres intrincadamente esculpidos, pintados o bañados en oro. Las figuras oscilan entre los 20 y los 50 centímetros de altura y pueden aparecer hasta sesenta en un solo espectáculo. El kotak también proporciona un tablero sólido sobre el que el dalang golpea su mazo (cempala) para marcar el tempo y sobre el que se han suspendido placas metálicas (kepyak) que el dalang golpea con el pie para aportar efectos sonoros dramáticos. Una gran orquesta y cantantes gamelán, sentados con sus instrumentos detrás del dalang, proporciona el acompañamiento musical. Los invitados se sienta en sillas para ver el dalang a los lados de la pantalla, mientras que los espectadores no invitados pueden ver sombras o títeres y permanecer de pie o sentarse donde haya sitio para ello. Los miembros del público van y vienen durante la tarde, viendo la representación cuando quieren o comiendo, visitando y disfrutando del ambiente carnavelesco del evento.
Los teatrillos para la manipulación ‘equiplana’ están compuestos por mecanismos que van de la simple caja china o japonesa colgada alrededor del cuello, que se coloca delante del pecho y está abierta por detrás para que el marionetista pueda pasar su mano y manipular pequeños títeres, hasta el escenario del teatro negro, completamente inmerso en la oscuridad. Un marco de luz funciona como teatrillo, los artistas vestidos de negro son invisibles sobre el fondo negro y las marionetas solo se dejan ver dentro del rayo de luz. El círculo luminoso de un cañón de seguimiento, que se abre camino en la oscuridad, aniquila lo que hay alrededor y vuelve a centrar la imagen, se convierte en una especie de teatrillo virtual. Así presentaba Peter Waschinsky su trabajo teatral en 1979, solo, sentado sobre un inmenso escenario, contando con sus manos Lombriz, una vieja leyenda de Vietnam.
Así pues, el teatrillo puede adquirir muchas formas. Puede llevarse a su más simple expresión, a una abstracción de teatrillo, como lo hacían Claude y Colette Monestier en el Théâtre sur le fil, o se puede multiplicar, como en Les Portes du regard (Las puertas de la mirada) de François Lazaro. Puede ser portátil (Théâtricule de Jean-Paul Hubert) o desplegable (la bicicleta-teatro de Charlot Lemoine, acompañada de su remolque de transformaciones), transportable (para los títeres chinos sobre mesa de Chaozhou, manipulados con la ayuda de varas horizontales), minúsculo (Paris bonjour, armoire et persil de Jacques Templeraud del teatro Manarf). Puede presentar una ornamentación profusa: esculpida, lacada, dorada, en el caso de los títeres de guante de Taiwán (Sun Wu Kong, rey de los monos por el Teatro del Petit Miroir de Jean-Luc Penso); puede convertirse en una gigantesca maquinaria cuando toma la forma de una grúa puente de 14 metros de altura y 18 toneladas en Le Géant tombé du ciel (El Gigante caído del cielo) de la compañía Royal de Luxe, o adoptar la forma de una enorme tela de 14 metros de largo por 3 de alto, tensada sobre vigas de bambú e iluminada por antorchas de resina para descubrir los grandes paneles de sombras danzantes sbek thom para el nang robam de Camboya. En el teatrillo también tienen cabida dos tipos de manipulación simultánea, como la triangular del Figurentheater Triangel de los Boerwinkel, que permite a Hans interpretar en elevación (guante y varilla) y a Henk manipularlas desde la parte superior (hilos y tringle). Las formas insólitas del teatrillo siguen sorprendiendo: un cubo de basura enorme en Container folies, de Manches à Balais de Jean-René Bouvret; un gigantesco iris parecido al objetivo de una cámara que se desplaza y cambia de imagen sin cesar en la ópera para niños El más valiente, del teatro Marcinek de Poznan; un sillón con ruedas en el cual Ham, de la obra Final de partida de Samuel Beckett, se agita, animado por Hubert Jappelle; un carro tirado a pulso en forma de templo esculpido y dorado, en el karakuri ningyo de Japón o una máquina de juegos en forma de organillo en El viaje a la luna de Offenbach, dirigida por Dominique Houdart y con escenografía de Marcel Violette. El teatrillo es al mismo tiempo el escenario y el almacén de producción. Puede esconder al titiritero y a su maquinaria, con el propósito de conservar todo el misterio del títere. Enmarca la mirada y capta la atención del espectador evitando que se disperse. Es la fábrica de nuestros sueños y el epicentro de las emociones, aunque hoy en día solo constituya una de las alternativas escenográficas que están a disposición de los creadores.
(Ver también Ferias, Compañías itinerantes, Teatros de títeres permanentes, Escenarios y espacios de representación, Teatro de papel, Títeres de agua, Wayang.)

Bibliografía

  • Kuret, P. Niko “La marionnette traditionnelle des Slovènes”, en Catalogue du Festival international de la marionnette de Liège, 1958.
  • Malgras, Denis, “Marionnettes bambara à Sikasso”, Revue Unima-France, n° 61, 1978.
  • Obry, Olga, “Heurs et malheurs de la marionnette au Brésil”, en Théâtre dans le monde, vol. 14, n° 5, Bruselas, 1965.