Forma de teatro de títeres popular brasileño que se desarrolló en la Región Nordeste, principalmente en el estado de Pernambuco. Aunque el nombre “mamulengo” se toma como referencia para el teatro de títeres del Noreste en general, es importante tener en cuenta que afecta principalmente al estado de Pernambuco. En otros estados del Nordeste, el teatro de títeres es conocido por los nombres de los personajes: João Redondo y Calunga (en Rio Grande do Norte); Babau (en Paraíba y Pernambuco); Casemiro Coco (en Ceará y Maranhão). Es importante tener en cuenta que no son tradiciones aisladas. Todas ellas comparten influencias mutuas.

Se han difundido diferentes hipótesis sobre sus orígenes. Según una de estas, el mamulengo habría surgido por la influencia de los presépios de fala, “belenes parlantes”, con marionetas de hilos o de varillas o incluso de las casas de farinha, “casas de harina”, un tipo de espectáculo accionado mecánica o manualmente. Pero también puede haber derivado de las pastorais, “pastorales”, espectáculos populares presentados con actores y más tarde con títeres de madera. La etimología del término es oscura. Según algunos investigadores, la palabra mamu sería un diminutivo de Manuel, nombre de pila de un titiritero más conocido con el nombre de Mané (diminutivo de Manuel) Gostoso, mientras que la terminación lengo estaría vinculada a la expresión lenga-lenga o movimiento incesante de vaivén, o incluso a mão molenga, “mano indolente”.

Los títeres del mamulengo del Nordeste presentan parecidos con los del Casemiro-Coco o Cassemir, nombre que toma el mamulengo en el Norte del país. No obstante, ya sea del Norte o del Nordeste, no cabe duda de que mamulengo es la denominación dominante en el conjunto del país.

Un teatro profundamente popular

Como en toda forma de teatro popular, los personajes del mamulengo representan tipos sociales bien marcados extraídos de todas las clases sociales, desde las más humildes (casi siempre representadas por títeres negros) hasta el terrateniente, pasando por los notables, como el médico, el dentista o el policía. Entre los personajes más conocidos aparecían, por un lado, el Negro Benedito, de condición muy modesta y al mismo tiempo muy astuto y, por el otro, el capitán João Redondo, amo y terrateniente agrícola arrogante, que representaba el poder político. Estas dos figuras pueden aparecer con otros nombres como Nego Tião, profesor Tiridá, Cabo 70 o Simão. Asimismo, Quitéria es el nombre que muy comúnmente se les da a los personajes femeninos. Estas figuras podrían compararse con los personajes emblemáticos del teatro de títeres europeo como Polichinela, Punch, Kasperl o Guiñol en la medida en que cumplen una función similar de orden satírico, incluso subversivo. Pero el mamulengo incluye también algunas figuras de la mitología popular y algunos elementos medievales y abstractos como el Diablo, los vampiros, la Muerte o el alma de los difuntos. Los animales también tienen un papel simbólico: la serpiente (o el caimán) encarna el espíritu del mal y siempre aparece ligada a la idea de pecado original, mientras que el buey representa la esperanza y la opresión al mismo tiempo. Los espectáculos contienen numerosas escenas de lucha que casi siempre terminan en “sangre”. Al haberse matado los títeres entre ellos, aparecen dos títeres equipados con una red para recoger a los muertos. La música es una parte integrante de la representación y al ritmo del baião, del forró o del xaxado (estilos musicales del Nordeste brasileño), con acordeón, tambor y triángulo, se desarrollan los entreactos, alternando con la acción detrás del teatrillo animada por el mamulengueiro o el mestre, el “maestro”. Entre los mamulengueiros más célebres cabe citar a Babau (Severino Alves Dias), Zé da Viña (José Severino dos Santos), Mestre Luis da Serra (Luiz José dos Santos), Ginu, Cheiroso, y Mestre Solon. Pero el mamulengueiro no es un simple presentador o actor: cree, con una actitud casi mística, estar poseído por el alma de las criaturas animadas. Un espectáculo puede durar de dos a ocho horas consecutivas y, al basarse en gran medida en la improvisación, implica una intensa participación del público. Algunos espectadores dialogan con los títeres y hasta les ofrecen comida. En las granjas y en los pueblos un espectáculo de mamulengo también es un evento muy esperado y esta estrecha complicidad entre títeres y público explica que haya sido vigilado por las autoridades, ya que detrás de la risa, se cuelan a menudo la crítica y la revuelta. Los títeres de mamulengo son bastante primitivos y están fabricados casi completamente en madera, siempre hechos por los propios titiriteros. El mamulengo incluye títeres de mano animados por tres dedos (el pulgar y el meñique para los brazos, el índice para la cabeza), títeres à tringle (fijada entre las piernas) y de varas (que animan las piernas), así como figuras más rígidas, como los policías y los soldados, con una vara fijada a una de las piernas; más sofisticados, algunos personajes, como Simão, pueden mover la boca, sacar la lengua y guiñar los ojos. El espectáculo tiene lugar al aire libre en un teatrillo de alrededor de 2 metros de alto y 1,50 metros de profundidad, a menudo decorado con colores vivos.

Sin embargo, esto corresponde a una realidad que se difumina. A comienzos del siglo xxi, el público del mamulengo es cada vez menos numeroso; este arte popular sufre el azote de las transformaciones de la sociedad y empieza a abandonar las plazas, las ferias o las fiestas del Norte o del Nordeste. Los intentos de introducirlo en los centros urbanos dieron pobres resultados y se puede decir que, si no fuera por iniciativas para su preservación, su existencia estaría en peligro. Como señalaba Álvaro Apocalypse, el peligro que acecha al mamulengo como a todo arte popular es el de “cristalizarse o fosilizarse en su forma tradicional, mantenerse en su inmovilismo y someterse a la transformación de valores de la sociedad que lo ha producido”. Sobre el plano de la dramaturgia, “aunque admitimos que su carácter oral e improvisado ha cristalizado, el mamulengo únicamente podrá contribuir marginalmente al análisis de cuestiones relativas a la creación artística. No obstante, puede servir de inspiración para nuevas formas de espectáculo”. El mamulengo, a pesar de todo, está bien vivo y sigue siendo la forma más rica de teatro de títeres popular en Brasil.
(Véase Brasil.)

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