En Panamá, los títeres aparecieron en el entorno educativo durante la década de 1950, en las pantallas de televisión diez años después, y las primeras compañías profesionales no aparecieron hasta la década de 1980.

La educación, especialmente el apoyo escolar y la alfabetización, empleó los títeres inspirándose en las campañas de México de la década de 1950: prueba de ello, por ejemplo, es la experiencia del profesor Blas Bloise, que fundó una compañía estudiantil de teatro de títeres, El Sirito. También durante estos años se hizo famoso Rogelio Sinán, seudónimo de Bernardo Domínguez Alba, escritor, dramaturgo y diplomático. Su obra literaria para niños, que comenzó en 1938 cuando era cónsul de Panamá en Calcuta, fue galardonada con el Premio Nacional de Novela en 1943 y fue adaptada al teatro de títeres. (Chiquilinga, o La gloria de ser hormiga, 1961).

La educación y la televisión

El papel del arte del títere en la educación se reafirmó por primera vez en 1960. Contribuyeron Dora Zarate, quien fundó un club de títeres con sus estudiantes de la escuela profesional, donde enseñó desde 1963 hasta 1965; Francisco Paz, de la Escuela Episcopal de San Cristóbal y su grupo Cristobalino; o incluso la chilena Gabriela Rosas en el seno de la Escuela Internacional. Además, en la Universidad de Panamá, en el marco de su enseñanza de pedagogía, el profesor Benjamín Vergara exhibía anualmente los títeres elaborados por sus alumnos.

En segundo lugar, el arte del títere experimentó una creciente difusión en la televisión con programas como Titerelandia, a instancias del profesor de origen chileno César Romero Lillo, y con la participación de actores panameños como Tejeira y Miguel Fernández. En la década de 1980, se crearon otros programas y popularizaron el personaje Dominguín, inventado por Juan Manuel Ferrer;  los payasos Pepina y Tortón; los títeres de hilo Toqui y Fifi de Vileka Vázquez. Más tarde, Elisa Pérez animó Érase una vez…, un programa de cuentos realizado para títeres. Finalmente, en la década de 1990, otro programa infantil dirigido por Zoila Lumbrera presentó el personaje de Pirulín y la compañía de títeres Cataplúm.

Del final del siglo XX al comienzo del siglo XXI

Muchas compañías, algunas de ellas permanentes, aparecieron entre 1978 y 1998. La actriz Ileana Solís creó así el Kantulepa que, tras una gira por Ecuador, se convirtió en un teatro de títeres en el año 1979; y con la colaboración de la brasileña Miriam Augusto estuvo en activo hasta 1981. El mismo año, Miriam Augusto y Nira Soberón fundaron la compañía Mano y Pilón, a la que se unieron Carlos Solano, de origen colombiano, y la panameña Milka Aris ; y que montó, entre otros, Une noce paysanne de Edgar Soberón Torchia. La compañía dio origen a El Sombrerito bajo la dirección de Carlos Solano, una de las compañías más estables del país. Solano también llevó a cabo talleres y cursos de títeres para niños, maestros y profesionales.

Cataplúm fue fundada en 1987 por Miriam Augusto y el titiritero  Consuelo Tomás. Recorrieron todo el país con sus actores, realizaron más de quinientos espectáculos para adultos, entre ellos Los mamolengos. En 1989, Bruno Paredes se unió a ellos, y al año siguiente la  compañía estuvo de gira con el apoyo de UNICEF para representar El día que se durmió la ciudad; con canciones de Consuelo Tomás, interpretadas por Maritza Vargas y Osvaldo Valenzuela, en una escenografía de Marcos Riquelme y con los títeres de Carlos Solano.  Representaron a Panamá en el Festival Internacional de las Artes de Costa Rica con el espectáculo  Los 500 encuentros y presentaron en sala La isla encantada. En 1996, Augusto Miriam abandonó el país, dejando a Consuelo Tomás a la cabeza de Cataplúm, hasta que la compañía, bajo otra dirección, se orientó hacia el teatro de calle.

En 1998, la argentina Adriana Sautu y Salomón Vergara fundaron la compañía Amano, que quería contribuir a un debate más amplio sobre los derechos de los niños, la situación de la mujer o la protección del medio ambiente. En el 2000, la compañía introdujo, con la colaboración del sindicato de periodistas de Panamá, el espectáculo Diosa, mujer y cosa bajo los auspicios del Movimiento Pro-Igualdad y de la Unión Europea. También hay que mencionar el papel que desempeñó el teatro de títeres Hormiguin, creado en 1985 a partir de los cursos y talleres dirigidos por los profesores de teatro de la Universidad de Panamá, al principio de más de dos mil actuaciones a lo largo el país.

Bibliografía

  • Bravo Villasante, Carmen, ed. “Rogelio Sirian (1904)”. En Historia y antología de la literatura infantil iberoamericana. Madrid: Editorial Doncel, 1966.
  • Sautu, Adriana y Salomón Vergara. “Los títeres en Panamá”. En Teatro de títeres en Hispanoamérica. Bilbao: Centro de documentación de títeres de Bilbao/Centro de documentación teatral, 2001.