Elemento escénico del teatrillo que se utiliza para la manipulación desde arriba. También se le llama pasarela. Este puente se encuentra sobre el escenario de títeres de hilos y de vara a la cabeza. Se utiliza para soportar a los titiriteros. Está equipado con una o dos barandillas sobre la que los titiriteros se apoyan para poder sujetar cómodamente con la mano el control de su títere.
La altura del puente está dictada por la longitud de las cuerdas o varillas o, a la inversa, la longitud de las cuerdas es dictada por la altura fija del puente. Cuando la altura del puente es de más de un metro los pies de los artistas intérpretes o ejecutantes estarán por encima del nivel de las cabezas de las marionetas. Esto permite un espacio más profundo para la acción escénica si los titiriteros se apoyan sobre una segunda barandilla en la parte posterior del puente. Un puente alto es más común en las grandes compañías de marionetas, que pueden incluso construir un segundo puente delantero, detrás del arco del proscenio. Aquí, los titiriteros miran hacia el fondo del escenario. La profundidad operativa de un escenario de marionetas está, obviamente, limitada por la extensión de los brazos de los artistas intérpretes o ejecutantes, pero el uso de un segundo puente aumenta la profundidad de la puesta en escena y permite una mayor superficie para el movimiento de las marionetas. Hay construcciones alternativas: por ejemplo, compañías que utilizan tres puentes o puentes que pueden separarse en su mitad para permitir a las marionetas ir con mayor facilidad desde el fondo del escenario al proscenio. Hay sistemas hidráulicos que permiten a un puente ajustar su altura. Pero no todos los marionetistas utilizan el puente. Muchos se sitúan a la misma altura de la marioneta. En Palermo, Sicilia, los pupi son operados desde los laterales, así como por detrás en un fondo sobre el que se inclinan los titiriteros para acceder a la parte posterior del espacio escénico. La anchura del escenario obliga a pasar el títere de un intérprete a otro, con las manos a la vista. Una disposición similar existe en varias ciudades de Bélgica, incluidos los teatros poesje clásicos de Amberes, a menudo situadas en sótanos sin suficiente espacio para la existencia de un puente.
Hoy en día, por ejemplo, se prescinde del puente en el trabajo de cabaret. En el trabajo de cine y televisión, el puente debe ser de bastante más de un metro de altura a fin de permitir una visión ininterrumpida del espacio escénico.
Ejemplos
No hay ninguna norma que regule la altura de estos puentes, si no es la tradición, la disposición del lugar o el rigor de una puesta en escena. Los títeres pueden ser gigantes, como aquel de Bil Baird, en el inmenso Radio City Music Hall de Nueva York, en un espectáculo en el que se manejaba un dragón de 13 metros que se arqueaba y enrollaba alrededor de un pequeño bailarín humano. El puente tenía 20 metros de largo, con dos pasarelas que se extendían hacia adelante, y el dragón estaba concebido de manera que se moviera según el desplazamiento y los movimientos de los titiriteros. Uno manejaba la cabeza y el cuello, otro, la mitad del cuerpo y un tercero, la cola. Se debe poder acceder al puente sin problemas, en principio, por detrás, a izquierda y derecha. Tradicionalmente, los controles de los títeres se cuelgan a los lados de la parte trasera del escenario. Están escondidos por los bastidores o las patas laterales. Los títeres, una vez desenganchados por los titiriteros, deberían poder entrar y salir por los lados sin problemas. La altura del puente condiciona la longitud de los hilos y/o de la vara del títere. Puede haber dispositivos escénicos especiales con formas complejas en salas fijas para espectáculos específicos, sobre todo, para llevar a cabo los desplazamientos de los títeres y de sus titiriteros, o para facilitar a la vez la manipulación y las tomas grabadas en los platós de cine y de televisión. De esta manera, para una emisión televisiva que ponía en escena títeres de hilos, en Pierre et le Loup (Pedro y el lobo), Bil Baird mandó construir en el estudio un decorado de un bosque que estaba elevado por un conjunto de pasarelas a 3 metros del suelo sobre los troncos de los árboles que formaban el decorado. En sus giras internacionales utilizaba una estructura escénica formada por un escenario sobre caballetes a 2,50 metros del suelo para que quedara a la vista del público. El teatrillo, con su escenario (una tarima de 25 centímetros de alto), se colocaba ahí. Los titiriteros se colocaban sobre un practicable de unos 60 centímetros de alto tras unos telones de 1,80 metros que servían de fondo de escena y que llegaban hasta la altura de los codos. Eran visibles para el público voluntariamente. Todo el conjunto estaba cubierto por unos telones azules. En otros espectáculos, el titiritero americano podía estar subido a 12 metros de altura. En 1965, para Petruchka, de Dezsö Szilàgyi, en el Teatro de títeres de Budapest, Ivan *Koos concibió un dispositivo escénico en tres planos: el de las siluetas pintadas, el de los títeres en un teatrillo y el del titiritero encaramado sobre el puente. El primero estaba formado por siluetas planas que imitaban ser los espectadores y en las que solo se movía la cabeza. Detrás y por encima de este se levantaba un teatrillo con su propio escenario en el que actuaban Petruchka, el Moro y la Bailarina. Finalmente, un actor enmascarado tenía el papel del viejo «mago-titiritero», que coronaba el conjunto manipulando sus títeres.
En el teatro de Toone, en Bruselas, los titiriteros están a la misma altura que los títeres. Los manipulan desde los lados, escondidos tras biombos laterales que cierran a la vista en cada cambio de escena. Por tanto, no hay puente para estos titiriteros, excepto para el narrador (Toone VIII o Nicolas Géal), que hace todas las voces y cuya cabeza es visible a través de una ventana circular situada en lo alto de la fachada del teatrillo. Los titiriteros a veces tan solo están elevados por una tarima de unos 20 centímetros, como en el caso de los títeres de vara a la cabeza de Séraphin, en 1859, pasaje Jouffroy en París. Los títeres de vara a la cabeza de Sicilia (los pupi), en Catania o Palermo, se manipulan desde el suelo o desde el puente, según la compañía. Estos títeres fabricados en madera tallada, cubiertos de armaduras de metal repujado, pueden acercarse a los 40 kilos de peso para 1,20 metros de altura, en el caso de los más grandes. Por tanto, para aliviar el brazo que maneja el títere, algunos teatros utilizan una correa de cuero en la que el titiritero mete su antebrazo.
El puente no es siempre necesario para animar títeres de manipulación superior. Bastantes titiriteros manipulan sus títeres a la vista, a su mismo nivel, sobre todo en los music-hall. A finales de los años veinte, el americano Frank Paris fue posiblemente el primero en manipular sus títeres de hilos en el mismo suelo de un club nocturno. Los titiriteros de hilos de Rajastán (kathputli), en India, se colocan en el suelo al mismo nivel que sus títeres. Se esconden del público tras un teatrillo hecho de telas sobre bambúes, telones y una fachada con un decorado festonado con el evocador nombre de “Taj Mahal”.
Bibliografía
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