Conjunto de piezas fijas o móviles que sirven para enganchar los hilos de una marioneta de manera que cuelgue y se puedan manipular sus diferentes partes.
Estas piezas, que sirven para controlar la marioneta, pueden ser de madera, de metal o de plástico y pueden incluir elementos de cuero, caucho o resortes. Al control también se le llama cruz, cruceta, percha, mando o comando. Es común en la manipulación de títeres de hilos, pero se puede utilizar también para dar vida a ciertas partes de los títeres de varilla. En ese caso, está integrado en la empuñadura de manipulación o montado sobre el eje y situado en la parte superior de la varilla. Los títeres de hilos más sencillos, como los de Rajastán, en India, no tienen control y en estos casos el titiritero sujeta directamente con las manos un hilo en bucle unido a la cintura y a la cabeza del títere.
La construcción de un títere de hilos comienza por la concepción estética, la determinación de sus funciones y la elección de la escenografía, para lo que hay que tener en cuenta la altura de la pasarela del teatrino o, en caso de que no haya teatrino, la altura de la pasarela en la que se efectuará la manipulación directa. Esta última apreciación técnica determina la longitud de los hilos. Más adelante, comienza la fabricación de la marioneta y después del control, momento en el que se pueden modificar elementos durante el ensecrètement (ver Secreto profesional), operación que consiste en colocar los hilos, y que empezó a llamarse así desde la época en que los titiriteros, recelosos, guardaban el secreto de su arte. Si se tienen en cuenta la fuerza que ejerce la gravedad verticalmente, proporcional a la masa del elemento que se debe controlar (de ahí que se lastren ciertas partes con pesas) y la amplitud del movimiento que se le desea otorgar, sin olvidar las costumbres ancestrales referidas a la forma del control, la realización de este último se resume en un problema de física aplicada. El control lo componen palancas más o menos grandes que basculan alrededor de sus ejes. Cuanto más horizontal esté el brazo de palanca, más grande será el desplazamiento del hilo, por lo que el movimiento del elemento al que se le va a dar vida será más perceptible. Sin embargo, si siguiéramos este principio al pie de la letra, los controles podrían ser enormes. Los birmanos descubrieron un sistema que consiste en utilizar un control horizontal de madera en forma de H (o en forma de T) de cerca de 10 centímetros. Los hilos de suspensión unidos a la espalda de la marioneta se fijan en los extremos del travesaño posterior, mientras que los hilos sujetos a ambos lados de la cabeza se fijan en los del travesaño anterior. El resto de hilos se colocan directamente sobre el control uno detrás de otro: de un codo al otro, de una mano a la otra, de una rodilla a la otra, de un talón al otro. El titiritero elige un hilo entre los cinco que están disponibles, lo coge con la mano y tira de él en el sentido del movimiento que desea realizar. Se pueden unir otros hilos a la parte delantera del control, si la boca o los ojos son móviles, o a la parte trasera, si queremos inclinar al personaje con la ayuda de un hilo sujeto de la cintura. Otro truco para reparar, modificar la longitud del hilo o cambiarla consiste en colocar dos hilos empalmados a partir del control, utilizando para ello un pequeño lazo apretado, 10 o 15 centímetros más abajo, en el que se atasque un nudo hecho en la extremidad del hilo que va a la marioneta. Basta con desatar la parte de arriba para soltar el nudo del hilo que se quiere modificar.
En Sri Lanka el control se reduce a una barra horizontal de cerca de 40 centímetros en cuyos extremos se sujetan los hilos de suspensión unidos a ambos lados de la cabeza. El resto de hilos están atados a la barra. En el caso de algunos personajes femeninos que tienen que bailar, otras dos varillas, situadas una en cada extremo de la barra, de forma perpendicular hacia delante en un plano horizontal, sujetan los hilos de las manos y de los brazos, con, en algunos controles, un pequeño travesaño al final que permite el posicionamiento de las manos.
La gran familia de los Middelton, titiriteros de hilos ingleses de principios del siglo xix, cuyos títeres han actuado hasta 1923, utilizaba, excepto para los personajes con «efectos especiales» (malabaristas, acróbatas, etc.), controles simples compuestos por una barra horizontal (en cuyas extremidades se ataban los hilos) y una asa vertical situada en medio para sujetar la marioneta, lo que permitía manejar dos marionetas a la vez. Los americanos Mantell, a principios del siglo xx, actuaban con títeres de hilos controlados simplemente por dos barras horizontales, una sujeta atrás, para los hombros, la cabeza y la cintura, y la otra delante para las rodillas y las manos.

Las formas de los controles

Los controles pueden ser de formas muy diversas. En China, se manejan pequeños títeres de hilos mediante un control en forma de raqueta a la que se atan todos los hilos. Los grandes títeres de hilos (de alrededor de un metro) de la provincia de Fujian se controlan con entre cinco y veinte hilos. Se atan a un control de bambú de una decena de centímetros de diámetro, partido en dos, de alrededor de 20 centímetros de largo, con la parte convexa hacia arriba y agujereado en los bordes. Un gancho de madera o de bambú, de 15 a 20 centímetros, se coloca encima de la parte abombada, lo que permite que la marioneta se suspenda y se sujete. La troupe Royal de Luxe maneja títeres de hilos larguísimos que son trasladados por controles montados sobre motores de automóvil, puentes con ruedas (el gran gigante mide 8 metros de largo), grúas autorremolcadas (el gigante pequeño mide 5,50 metros de alto). Sin embargo, las manejan con una precisión y un realismo increíbles para personajes de esas dimensiones. Varios ayudantes se encargan de maniobrar: algunos controlan los cilindros hidráulicos (para la jirafa grande y la pequeña) que completan un equipo complejo y muy técnico de drizas, poleas, cabrestantes y aparejos (en el caso de los gigantes) que se asemejan, aunque a una escala completamente distinta, a lo hilos. El japonés Sennosuke Takeda proporciona a sus controles horizontales una forma cuadrada y plana cuyo interior está equipado con palancas giratorias. El alemán Albrecht Roser puede hacer que bailen a la vez tres marionetas unidas a un control de más de 60 centímetros de envergadura. El virtuosismo técnico puede alcanzar altas cotas: se dice que en Salzburgo, algunas marionetas tienen hasta ochenta hilos. Antes de intentar representar el número del «esqueleto que se desarticula» (llevado a cabo por Thomas Holden) sin que los hilos se enreden y conseguir que la figura se reconstruya con todos los elementos en su sitio, hay que tener en cuenta que la dislocación y la reconstrucción de las diferentes partes las provoca un simple balanceo del control. Otro ejemplo es el de las marionetas «en abismo», como aquel Arlequín de hilos del Teatro de marionetas Arlequín de Colwyn-Bay (Estados Unidos) creado por Eric Bramali, que controla un Arlequín que a su vez maneja otro Arlequín de hilos. O el del Pierrot de Louis Valdès, que hacía las representaciones con otro sistema, todavía más complejo, con cuatro marionetas en total. En la década de 1970, un cantero de Angles, el maestro Aubert, un apasionado de los títeres de hilos, viaja a Villeneuve-lès-Avignon para mostrar cómo maneja las marionetas en la Muestra del teatro de animación. Una de sus marionetas se quitaba la chaqueta, la dejaba en el suelo y se la volvía a poner. Independientemente de la forma del control, la precisión técnica de la construcción y la destreza del titiritero son esenciales.
Los controles pueden ser horizontales, como en el caso de la compañía Blin, en el de las Marionetas de Salzburgo o como en el caso de Airplane en Estados Unidos; o verticales, como los de Josef Skupa, el inglés Walter Wilkinson o Jacques Chesnais. Este último resumía su técnica de esta forma: «La parte más delicada en este tipo de marionetas es el montaje de los hilos, pero les voy a revelar el secreto. Hagan una cruz de Lorena. Pongan el travesaño más grande arriba y de forma que pueda girar, es decir, que el tornillo que lo sujeta esté lo suficientemente flojo como para dar juego. Después, coloquen un cáncamo abierto en lo más alto de la cruz y átenla a más o menos un metro del suelo. Cojan a su actor y pónganle pequeños cáncamos cerrados, uno en cada muñeca, uno en cada rodilla, uno en la parte inferior de la espalda y uno a cada lado de la cabeza. Unan con hilos cada una de las partes de la cabeza con los extremos del travesaño pequeño. Su marioneta se sostendrá de pie y recta. Solo les quedará poner en su sitio el resto de hilos uniendo la parte inferior de la espalda con la parte inferior de la cruz, las dos rodillas con los dos extremos del travesaño mayor y las manos con el centro del travesaño pequeño. Su marioneta está lista». (Jacques Chesnais, Marionnettes, La Flamme, 1936).

Bibliografía

  • Temporal Marcel, Comment construire et animer nos marionnettes, París, Bourrelier, (7 ed. entre 1938 y 1973).