El teatro Sans toit (Sin techo) lo fundó Pierre Blaise (París, 1954). El teatro Sans Toit era un teatro de actores antes de toparse con el títere gracias a Alain Recoing y Jean-Luc Penso (Véase Petit Miroir). Creó la obra Le Roman de Roland (La novela de Roland, 1983) con guantes chinescos, y después, animado por Antoine Vitez, creó Les Aventures du petit Père lapin (Las aventuras del pequeño papá conejo, 1985). Adoptó diversas técnicas según los espectáculos, con una predilección por el guante y la manipulación invisible, y dirigiéndose a un amplio público, de a partir de los tres años: Les Habits neufs de l’empereur (El traje nuevo del emperador, 1992 y 1996), L’Homme invisible (El hombre invisible, 1991) de H.G. Wells, Le Petit Remorqueur (El pequeño remolcador, 1994), una historia musical y sin texto, Le Monde à l’envers (El mundo al revés, 1995 y 1998) inspirado en la graciosa tradición popular. Fantaisies et bagatelles (Fantasías y tonterías, 1996) reactualizaba la inspiración y la imaginación de los teatrillos de antaño. De la misma forma, Les Castelets de fortune (Los teatrillos de fortuna, 2003) resucitaba las feroces tragicomedias  de Edmond Duranty, escritas en 1861, con una estética contemporánea. La compañía también ha explorado el teatro musical: Romance dans les Graves (Romance en la orilla, 2000), con el grupo clásico Carpe Diem, inspirado en Le Roman d’une contrabasse (El romance de un contrabajo) de Tchekhov, con música de Alexandre Borodine; y Les Anges (Los ángeles, 2003), inspirado en Au secours les anges! (¡Socorro, ángeles!) de Thierry Lenanin y Pierre Bloch. En colaboración con la ciudad de Argenteuil (Altos del Sena) donde se establece a partir de 2001, lleva a cabo muchos actos artísticos. D’Entrée de jeu (Desde el comienzo del juego, 2004), que se inspira en el juego del miedo, cuenta  la historia de Dédalo apoyándose en una escritura aleatoria, un decorado modulable y la manipulación de efigies que son como las piezas de un puzzle. D’Entrée de jeu, les dés sont jetés (Desde el comienzo del juego, la suerte está echada, 2005) es una versión abierta del espectáculo anterior: las “casillas blancas” acogen contribuciones artísticas de amateurs y profesionales. Esta proposición original da testimonio de las investigaciones de la compañía, arraigada en la tradición pero enriquecida por el trabajo de Pierre Blaise y del encuentro con el público.