Títere de manipulación equiplana. En algunas xilografías de la Edad Media aparecen títeres que actúan sobre una mesa: hay un grabado checo en el que se muestra una escena dentro de un edificio donde un campesino recibe la comunión de la mano de un sacerdote que, al mismo tiempo, manipula con la otra mano un títere sobre una mesa. El museo de la Edad Media de Cluny, en París, posee un Mal Ladrón crucificado entre sus colecciones; es una escultura de Auvernia del siglo XVI, que mide alrededor de 50 centímetros de alto y que contiene un mecanismo en el interior que le permite mover los ojos de manera que parece que el títere está asombrado por algo. El sacerdote colocaba el títere delante de él y reforzaba su predicación con ese «truco de magia» que era posible gracias a los cordeles que unían los ojos a una pequeña palanca colocada en la espalda del títere. La representación más antigua de títeres de mesa es la del manuscrito del Hortus deliciarum de Herrade de Landsberg (alrededor de 1170). Aparecen dos titiriteros, de pie, cada uno en un lado de una mesa rectangular que tiran de dos cordeles horizontales que se cruzan atravesando dos títeres; así, dan vida a dos soldados armados. Esta técnica de manipulación no es la misma que la de los títeres de tablilla; la diferencia es que estos últimos se manipulan en el suelo. En el siglo XVI, Jérôme Cardan, médico de Milán, matemático y hombre culto escribió en su enciclopedia: «…He visto muchas otras figuras de madera que se movían gracias a varios hilos que se tensaban y se aflojaban alternativamente, una hazaña para nada asombrosa. Aún así, tengo que decir que era un espectáculo verdaderamente agradable de ver en lo que respecta a hasta qué punto los gestos y los pasos de los títeres se ajustaban a la música» (Jerôme Cardan, De varietate rerum, XIII 63, 1550).
Una tradición asiática
En la revista Le Magasin pittoresque de 1847, con el título de Les Marionnettes chinoises (Los títeres chinos), un grabado representa un «teatro mecánico chino». Vemos al titiritero detrás de una mesa sobre la que se encuentran tres cajas, en cada una de las cuales hay, probablemente, un sainete completamente preparado. En la caja más grande, hay dos títeres que combaten, uno de ellos con un hacha y el otro con una lanza. Se enfrentan y están manipulados mediante tres hilos que salen por un lateral de la caja. El titiritero consigue mover a los combatientes tirando de los hilos con una mano, por la intermediación de los mecanismos escondidos dentro de la caja.
En el siglo XIX, el teatro de sombras cayó en desuso en el sur de China y los titiriteros de la provincia de Cantón, en la región de Chaozhou, lo remplazaron por espectáculos de títeres de volumen manipulados como en el teatro de sombras, utilizando varillas. Esta técnica también estaba presente en la región de Fujian y se extendió a Hong Kong. El chaozhou thiezhi muou utiliza títeres de entre 45 y 55 centímetros de alto. Su torso está constituido por una pieza de madera esculpida, mientras que un orificio taladrado en la parte superior alberga la cabeza amovible. Los brazos articulados y unidos al torso son de madera, mientras que los antebrazos y las finas manos están formados por una base de alambre recubierta con papel encolado. Las piernas están colgadas en la parte inferior unidas a láminas metálicas articuladas. Las piernas y los zapatos son una sola pieza. La cabeza está en el suelo, pintada cuidadosamente y montada sobre un alambre que permite colocarla en el orificio del torso. La cabeza está a veces provista de cabello natural, de bigote o de barba. En algunas cabezas se dibujan signos sobre la nuca. Los trajes están ricamente decorados. El teatro está constituido por un marco de bambú unido a una mesa. Se cuelgan tres telones de bordados y forman el marco del escenario. En la parte trasera, un fondo suspendido limita la profundidad. El mobiliario está formado por dos sillas y una mesa tapizadas con una tela bordada. El titiritero coge con una mano la barra principal que va unida a la espalda del títere, lo que le permite moverlo. En la otra mano, sujeta dos barras; cada una de ellas está unida a un aro situado en el puño del títere. El virtuosismo consiste en manipular las dos barras con la misma mano de manera independiente. La primera se anima con el pulgar y el índice, mientras que la otra se sujeta entre la palma y el dedo corazón, el anular y el meñique. Puede ocurrir, cuando la representación lo requiera, que el titiritero tenga que coger con una mano hasta tres títeres, pero tan solo para los desplazamientos de los figurantes.
En Japón, de donde conocemos especialmente la tradición del bunraku, también existían otros tipos de títeres. En un antiguo grabado se nos muestra un titiritero que actúa con dos títeres de guante en un teatrillo portátil con forma de caja que sujeta unido alrededor de su cuello. Una apertura en la parte trasera permite la manipulación de un solo personaje. Su otra mano está ocupada, ya que sostiene la caja con ella. El segundo personaje está parado en una esquina. Este tipo de manipulación se parece a la de los títeres de mesa aunque tan solo sea porque el dispositivo escénico es portátil. Este tipo de espectáculo, que hoy en día llamaríamos micro-teatro, está completamente adaptado a las representaciones callejeras.
Una fuerza poética particular
En su película, La quimera del oro, (1925), Charlie Chaplin evoca a una bailarina poniendo panecillos en la punta de unos tenedores y haciendo como que baila una polka. Aquí, se manifiesta la magia del títere. El gesto es tan preciso que nuestra mente olvida los tenedores, los panecillos y la cabeza de Charlot. Muchos titiriteros contemporáneos utilizan con gran talento este recurso escénico en sus espectáculos. El Théâtre de l’Arc-en-Terre de Massimo Schuster creó, con los asombrosos títeres de Enrico Baj, fabricados con ensamblajes de piezas de Meccano, un Ubu roi (Ubú rey) manipulado sobre una mesa. El teatro Manarf presenta espectáculos con pedazos de tela, de hilos o de cartón. También se puede mencionar la compañía Jean-Pierre Lescot con Monsieur Clément ou la Bonne Humeur des coquillages (El señor Clément o el buen humor de los moluscos), la compañía Houdart-Heuclin con un Don Juan donde las piezas de ajedrez de metal y de resina transparente de Yann Liébard representan a los personajes de Molière y se deslizan sobre un tablero luminoso con la ayuda de varillas horizontales; el teatro Le Manteau de Bjorn Fhüler con Le Cirque (El circo); el Vélo-Théâtre de Charlot Lemoine, Hubert Jappelle… El propio Roger Wallet adaptó un texto de Françoise Xenakis que relataba un suicidio. En el escenario aparecía una mesa de bar, muy iluminada, sobre la que había una cajetilla cúbica de tabaco gris, papel para cigarrillos y una máquina para liarlos. El titiritero realizaba la narración en la oscuridad mientras giraba la manivela lentamente. El cigarrillo se levantaba sobre la mesa y se convertía en el personaje.
Bibliografía
- Fettig, Hansjürgen. Rod Puppets and Table-Top Puppets: A Handbook of Design and Techniques. Trans. Rene Baker. Bicester, UK: DaSilva Puppet Books, 1997.
- Fong, Kuang-Yu, and Stephen Kaplin. Theatre on a Tabletop: Puppetry for Small Spaces. Charlottesville, New Plays, Inc. 2003. Bibliography: pp. 346-348.
- Foulquié, Philippe, ed, y Centre national des marionnettes. Les Théâtres de marionnettes en France. Les compagnies membres du Centre national des marionnettes. Lyon: Editions La Manufacture, 1985.