Camboya aún conserva tres tipos de arte del títere, agrupados bajo el término convencional de teatro de sombras. Esta es una denominación discutible por varios motivos, especialmente porque no se utiliza en la lengua camboyana. Se conocen como (nang) sbaek thom (cuero grande); sbaek poa (cuero pintado) o, con menor frecuencia, sbaek kandal/mothium (cuero de tamaño mediano); sbaek touch (cuero pequeño) o ayâng (títere). Además, Pich Tum Kravel señala la existencia de espectáculos de títeres de madera (tokkata) en un pueblo de la provincia de Siem Reap hasta 1970 (en 2012 se ideó un proyecto para intentar recuperarlos).
El teatro de «cuero grande»
El nang sbaek es mencionado por primera vez en 1458, en una crónica de la corte real tailandesa. A lo largo de los siglos tuvieron lugar numerosos intercambios culturales entre Camboya y Tailandia; por eso, es posible que el teatro de títeres se remonte al período de Angkor y que los tailandeses se lo llevaran como botín de guerra tras la derrota del imperio jemer en 1431; pero por el momento ninguna prueba tangible confirma esa hipótesis. Por otro lado, la influencia de los modelos tailandeses sobre las artes camboyanas en el siglo xix y la evolución de las artes jemer en el siglo xx, junto con la escasez de documentos, contribuyen a dificultar la tarea de identificar el origen del teatro de títeres en esta región. Por otra parte, los parecidos, pero también las diferencias, entre los títeres camboyanos y el nang yai y el nang talung tailandeses son innegables.
El sbaek thom, que, según la definición de Jacques Brunet, es la “réplica bailada de las esculturas de Angkor”, constituye un conjunto homogéneo con las danzas reales y enmascaradas en las que se ponía en escena el Reamker, la versión camboyana del Râmâyana. Las figuras de cuero, ciento cincuenta o más, en total, pueden tener grandes dimensiones (el personaje de Enthachit medía 1,57 x 1,27 metros) y pesar más de 8 kilos. Las animan de diez a doce titiriteros, en el sentido de las agujas del reloj, colocados detrás y delante de una pantalla de 10 a 12 metros de longitud por 3 metros de altura. La iluminación procede de un brasero colocado en la parte trasera y fabricado con cáscaras de nuez de coco u otra fuente luminosa. Puede tratarse de personajes individuales o de cuadros compuestos. Las figuras no poseen miembros articulados y las sostienen uno o dos robustos bastones. Los titiriteros reproducen los pasos de las danzas reales en un movimiento lateral necesariamente pausado (debido al tamaño y al peso de los cueros). De una y otra parte de la pantalla, dos narradores cuentan la historia, retomada a continuación por los bailarines, que empiezan a actuar con las primeras notas de la música. El narrador, depositario de conocimientos sobre el teatro de títeres, es el miembro más importante de la compañía; y, por lo tanto, es extremadamente difícil de remplazar. Tradicionalmente, en Siem Reap, los titiriteros eran trabajadores del campo, aunque en la actualidad esto no es exactamente así.
Hoy en día, solo se representan episodios (sar, flechas) de la parte del Reamker conocida como “La batalla de Enthachit”. Enthachit (Indrajit), cuyo padre, Reab/Ravana –rey de los demonios de Lanka– ha capturado a Seda (Sita), la mujer de Ream (Rama), combate contra el ejército del príncipe enviado para recuperarla, dando prueba de un inmenso coraje guerrero y recurriendo a sus dones sobrenaturales. La representación comienza con la construcción de un puente hasta Lanka y finaliza con la muerte de Enthachit. Uno de los episodios más populares es la escena de la metamorfosis de la sobrina de Reab, Punyakay, en Seda, flotando inanimada sobre el agua delante del campo de Ream. Hanuman descubrirá su ardid, lo que tendrá terribles consecuencias.
El Reamker es precedido por un sampeah kru (homenaje a los grandes maestros), durante el cual el títere del Maha Eysei (el asceta), flanqueado por los de Eyso (Shiva) y Noreay (Vishnu/Ream) se sitúan delante de la pantalla. En el desenlace de ese ritual, la compañía enciende el fuego y después entabla un preludio espectacular –pero también cómico– en el Reamker: este pone en escena una batalla entre un mono blanco y un mono negro, símbolos respectivos del bien y del mal. Con un propósito de reconciliación, el Maha Eysei ordena al mono blanco soltar a su adversario vencido.
Antaño, los espectáculos duraban siete –incluso diecisiete– noches consecutivas y, todavía recientemente, algunas representaciones se han desarrollado durante varias noches. No obstante, hoy en día un espectáculo tradicional generalmente dura sólo dos o tres horas. La compañía de referencia en este género es la de Ty Chean, que, después de su muerte en el año 2000, cuenta con la protección del centro Vipassana del antiguo Ministro de cultura Chheng Phon en Siem Reap– cuyo director en la actualidad es el nieto de Ty Chean, Chean Sophan, conocido como Puon (narrador y fabricante de títeres).
El sbek thom cuenta con el acompañamiento de una orquesta de pin peat, compuesta por un xilófono (roneat) grande y uno pequeño, un conjunto de gongs grande y uno pequeño dispuestos en semicírculo (kong); un oboe (sralay) de madera grande y uno pequeño, un tambor de dos caras que se toca con las manos (sampho), dos tambores grandes de pie golpeados con ayuda de mazos (skor thom) y un par de címbalos pequeños (chheung). El skor thom, que permite a los bailarines sincronizar sus movimientos, es el instrumento más importante; en 1997, durante el viaje a Japón de una compañía compuesta por artistas de Siem Reap y de Phnom Penh, de todas las diferencias regionales existentes, el ritmo del tambor fue el elemento más difícil de integrar. Si bien el pin peat acompaña numerosas formas de espectáculos en Camboya, los cantos y el estilo instrumental utilizados para el sbaek thom son únicos en su género.
La fabricación de los títeres constituye una actividad larga y onerosa que requiere excelentes habilidades. La piel de vaca o de buey, totalmente liberada de la carne y de los músculos, se deja en remojo varios días en una solución de cortezas de árbol hervidas que le confiere un color que va del rojo al castaño oscuro pasando por el amarillo. A continuación se extiende. La siguiente etapa necesita la intervención de un dibujante cualificado, perfectamente versado en las codificaciones y las estilizaciones de las figurinas representadas (a este respecto, el libro de Kravel parece haberse convertido en la obra de referencia). La fase final consiste en cortar el cuero y en fijar los soportes.
Esos títeres ricamente decorados se dividen en cinco categorías: príncipes, princesas, demonios, monos mitológicos y personajes secundarios (el asceta y los campesinos). Sus características físicas –desde la forma de la nariz hasta los vestidos que llevan y a las armas– están definidas de manera canónica. Los príncipes siempre están de perfil y las princesas, de frente, mientras que los demonios y los monos pueden presentar una u otra posición.
La naturaleza sagrada del sbaek thom se ilustra no sólo en la ceremonia que precede el espectáculo, sino también en las prácticas rituales constatadas durante la fabricación de los títeres. Por otro lado, una representación puede tener lugar, por ejemplo, para conmemorar el centésimo día del fallecimiento de un monje, o también para combatir una catástrofe natural.
Durante la primera parte del siglo xx, había dos compañías en el país: una en Battambang (cuyos títeres han desaparecido) y otra en Siem Reap. Hoy en día, existen dos compañías que realizan espectáculos de sbaek thom en Siem Reap (la compañía de Ty Chean y la de Wat Bo), mientras en Phnom Penh la compañía del Ministerio de Cultura y la compañía de Kok Thlok (fundada en el otoño de 2006) son las más destacadas. Hoy en día, es posible estudiar el teatro de sombras en el Departamento de Artes Escénicas de la Universidad Real de Bellas Artes, en Phnom Penh. En la década de 1960, se comenzó a impartir allí el sbaek thom bajo la dirección de los maestros de Siem Reap.
El teatro de «cuero pequeño»
El sbaek touch se interpreta en una pequeña cabina cubierta sobrealzada, provista de una pantalla de tela detrás de la cual una fuente luminosa permite proyectar la sombra de los títeres. Cinco o seis titiriteros como máximo, todos sentados, manipulan los cueros. Una pequeña orquesta de pin peat proporciona el acompañamiento musical. Los títeres están provistos de brazos articulados—y, en el caso de los personajes cómicos, también pueden tener otras partes del cuerpo articuladas. También existen títeres compuestos bastante grandes que componen una especie de cuadro. Los relatos de aventuras que ponen en escena príncipes –como Preah Chinavong o Sang Selachey (un chico nacido en una concha mágica)– constituyen lo esencial del repertorio, pero estos pequeños títeres son muy versátiles. Por ejemplo, las organizaciones humanitarias los utilizan difundir información sobre el sida, la violencia doméstica o, incluso, la protección de las aves.
A mediados de la década de 1950, la compañía de Thuy Biev contaba con trescientas figuras, muchas de las cuales representaban decorados. En 1994, Duk Rouen poseía ciento veinte títeres (que había escondido en un tronco de árbol hueco durante el régimen de Pol Pot). Srei Chen únicamente había podido conservar cincuenta títeres, a los que se añadían diez nuevas figuras a principios de los noventa, lo que significa que la compañía solo podía interpretar tres de las seis historias de su repertorio, a pesar de la versatilidad de los cueros que representan de hecho a varios personajes. A semejanza de sus “primos” de mayor tamaño, los hombres se representan generalmente de perfil y las mujeres de frente.
Los espectáculos comienzan de la misma manera que los del sbaek thom, es decir, con el sampeah kru y el combate entre los monos negro y blanco. A esos rituales sigue una lucha que enfrenta los búfalos de dos campesinos, que un policía trata de calmar, y después se desarrollan las distintas secuencias del programa.
El combate de búfalos, que da lugar a numerosas improvisaciones, solo se presenta con fines cómicos. Aunque la cultura budista enseña cuestiones éticas, nada estipula que esa enseñanza deba ser solemne: el pequeño teatro de sombras vive de su “capacidad de divertir”. El héroe popular burlesco de Phnom Penh lleva el nombre de Ayang, sinónimo del pequeño teatro de sombras. Se trata de un personaje panzudo, calvo y provisto de un hacha, que forma un dúo con Ayao, cuya boca tiene forma de pico. Su homólogo en Siem Reap es Apok o Asou.
Para los titiriteros, las oportunidades de presentarse en un contexto tradicional son más limitadas hoy en día, pero las representaciones financiadas por patrocinadores extranjeros atraen un amplio público local admitido a título gratuito. Así, cuando un equipo de televisión japonesa encargó a la compañía de Nap Pow un espectáculo para una tarde, se aprovechó la ocasión para conmemorar la muerte de un ancestro durante la tarde siguiente. En la actualidad, la mayoría de las representaciones se asocian al turismo.
En el contexto de Siem Reap, conviene citar a los siguientes titiriteros (a los que se añaden otros miembros de diversos grupos que a veces colaboran entre ellos): Nap Pow, Nap Rin, Ty Chum, Hien Oun, Saw Van, Duk Roeun y Srei Chen, sin olvidar al Venerable Pin Sem, de Wat Raja Bo. Este último, que fue titiritero antes de convertirse en monje, representó un papel destacado en el renacimiento del teatro de sombras a partir de la mitad de la década de 1980, desde un campo de refugiados en Tailandia. Por otro lado, asociaciones artísticas como Cambodia Living Arts, Friends of Khmer Culture y Foundation Modern Puppet Center (Japón) contribuyen a la promoción y patrocinio del arte del títere, y organizaciones humanitarias como Krousar Thmey (en Siem Reap y Sisophon), CDCAPK (Siem Reap) y Future for Cambodian Children (Siem Reap) emplean maestros titiriteros para enseñar su arte a numerosos niños.
Tras la caída de Pol Pot en 1979, se descubrieron veintitrés títeres pintados en el palacio real de la capital abandonada. Entonces se intentó reconstruir el puzzle del pasado a partir de esos objetos propiamente dichos y de testimonios orales. El títere más grande que se encontró en el escondite (que representaba un carruaje real conducido por dos personajes, tres bailarines y dos divinidades) medía 78 centímetros de longitud por 90 centímetros de altura, y el más pequeño (un hombre caminando), 22 por 50 centímetros. Esos magníficos títeres, montados sobre dos soportes y desprovistos de miembros articulados, presentan una concepción análoga al sbaek thom. Ese género –utilizado para espectáculos de tradición exclusivamente real, presentados en horario diurno en ocasiones como el cumpleaños del rey o la fiesta de las aguas– desapareció hacia el final del siglo xix o el comienzo del siglo xx. A pesar de las investigaciones, los conocimientos concernientes a su repertorio siguen siendo “vagos e insuficientes”. Habría que esperar hasta las jornadas culturales de Camboya, en el año 2000, para que unos nuevos títeres pintados representaran “El batido del océano de leche” en el teatro Chatomukh, según el bajo relieve de la galería oriental de Angkor Wat, de 50 metros de longitud, que representa el gran mito de la Creación dedicado a Vishnu. El Teatro Nacional todavía posee artistas capaces de animar ese tipo de cueros. Sovanna Phum, compañía innovadora dirigida por Mann Kosal, fabricó e introdujo algunos títeres pintados en 2004, con motivo de un espectáculo que utilizaba diversos medios de comunicación. La compañía Kok Thlok, bajo la dirección de Ieng Houen, ha fabricado también títeres pintados.
En 1958, Henri Marchal escribía que el teatro de sombras tendía a desaparecer, progresivamente reemplazado por distracciones modernas, entre las cuales el cine ocupaba un lugar preferente. Compartía la opinión de que un teatro demasiado lento y demasiado monótono ya no resultaba adecuado para la mentalidad de la generación joven. Sin embargo, pese a las décadas de guerra, el sufrimiento de los artistas bajo la dictadura de Pol Pot, la pobreza, así como la influencia del vídeo, del karaoke, de Occidente y de Tailandia, este teatro –gracias a la pasión de sus actores, de personalidades individuales y de instituciones en el país y en el exterior– todavía no ha caído en el olvido. De hecho, la inclusión en 2005 del sbaek thom entre las Obras Maestras del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad de UNESCO (junto con los “elegidos” ningyō joruri, el wayang indonesio y los pupi siciliani), ha resultado ser un impulso para este género. Kok Thlok llevó las representaciones de sbaek thom y sbaek touch al Festival Mundial de Teatro de Títeres celebrado en Charleville-Mézières en septiembre de 2011, y la compañía nacional hizo lo propio en junio de 2012 en París.
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