Oficialmente República de Camerún, un país en la región oeste de África Central. El uso más tradicional de títeres y máscaras en Camerún está ligado a rituales e iniciaciones que solo son conocidas por los miembros del grupo social. Por lo tanto, la información que aquí se presenta es sobre todo a partir de los informes etnográficos y, por tanto, es limitada. Sin embargo, también hay títeres contemporáneos se utilizan para fines de entretenimiento y de educación popular.

Títeres en Rituales de Iniciación

Diferentes tipos de títeres se utilizan durante los rituales en Camerún. Entre los Bamun (también Bamoum, Bamoun) se practica la animación de un cráneo humano por la sociedad secreta Kamanshui (reservada a los príncipes). Fijada sobre un bonete de cestería que toca un hombre disfrazado, este “títere” se anima y baila durante las ceremonias iniciáticas.

Entre los Ejagham (Ekoi) y los Widekum, unas figuras (ato-kom o aturu) reemplazan las cabezas humanas que se agitaban antiguamente en las grandes fiestas conmemorativas. Representan un cráneo o un personaje entero y están talladas en madera y recubiertas de cuero (piel de antílope) o de piel de mono. Estas esculturas animadas forman parte del material iniciático. Algunos están sentados y poseen brazos y piernas articulados. Sus peinados están en general hechos con cabellos humanos, aunque a veces se reemplazan con ramitas de árbol. Los dientes son de metal o de astillas de bambú y los globos oculares están pintados de blanco. La efigie se afirma sólidamente en la cabeza del titiritero a través de un zócalo de mimbre trenzado. Éste está encapuchado y totalmente disfrazado con una falda de rafia sobre una armadura de bambú y un cascabel (ozen) atado a los pies.

En el seno de los Fang de Camerún (como en el de los de Gabón), los “retratos” de ancestros, esculpidos en la madera medicinal ekung y colocados sobre relicarios, se utilizan como títeres durante la iniciación. Hay uno famoso. Descrito por Günter Tessman, este títere antiguo representa a un hombre con los miembros articulados, con ojos de metal, el mentón adornado con una barbilla con pelo de mono y la cabeza coronada con un tupé de plumas. En las representaciones de los ancestros a los novicios, los ancianos iniciados, disimulados detrás de un paño, hacían bailar estas estatuillas.

En la tierra de los Béti, la ceremonia iniciática del melan es un verdadero espectáculo. Con una escenificación grandiosa, este culto de comunicación con los ancestros hace intervenir a los títeres de varias maneras. Los maniquíes de madera pintados de blanco y rojo, representando a los ancestros, aparecen en la penumbra e imitan una escena de incesto antes del banquete festivo. Las estatuillas, fijadas en la punta de las pértigas, son manipuladas por los iniciados, escondidos en un teatrino o detrás de las ventanas. Otros títeres son animados por titiriteros, que imitan gritos de animales, disimulados bajo los follajes. A lo largo de esta ceremonia, se puede también asistir a la actuación de dos estatuas móviles de color rojo que representan a un hombre, con un pene muy evidente, y una mujer con los cabellos trenzados y ojos metálicos. A veces acompañados de una estatua inmóvil, modelada en arcilla, los personajes representan sobre todo la cópula y el incesto. Para terminar, se representa una especie de teatro de sombras para los neófitos, efigies que pasan y vuelven a pasar delante de una ventana iluminada, movidas por un sistema particular (probablemente una rueda).

En los Ewondo, a lo largo de esta misma ceremonia, los títeres llamados “genios de madera” se llaman ebobod. Hechas de madera y cubiertas con un gorro frigio, estas estatuillas se agitan delante de una ventana. Se sitúan en paralelo a los “genios humanos”, pura y simplemente hombres, los profesos del melan.

Títeres en contextos funerarios

Los ritos funerarios son a menudo espectaculares. Entre los Kapsiki, por ejemplo, el entierro de un jefe requiere de una verdadera escenificación. Los restos mortales, lavados, se colocan en posición de sentado y después se cosen a una piel de buey que suministra la familia. El cadáver así preparado es colocado sobre los hombros del herrero, vestido de jefe. Bailando, éste pasea al muerto por el poblado como si manipulara un títere.

Los Banen confeccionan un maniquí que simula ser el muerto para la ceremonia mortuoria. Vestido con ropa desgarrada, es situado al lado de la tumba, bajo un tejado de esteras rodeado de telas y platos de comida colocados al lado. Se mantendrá ahí durante toda la larga manifestación funeraria que incluye discursos, cantos, bailes fúnebres y escenas improvisadas con objetos personales del difunto.

Entre los Mofu-gudur, se puede observar una “titeritación” del cadáver peculiarmente elaborada. Así, una preparación minuciosa del muerto, con la desarticulación de los huesos, permite conservar la flexibilidad del cuerpo y facilitar su animación durante sus funerales. Entonces se viste y se manipula como si estuviera vivo.

Juguetes y muñecos

En los Douala, los niños confeccionan pequeños títeres de cuerdas con tela o madera. Llamados thous me libongo, se muestran en mini espectáculos durante las fiestas de fin de año y sus jóvenes creadores son recompensados con pequeños regalos o un poco de dinero.

Las niñas douala también aprenden las lamentaciones fúnebres a través de la manipulación de muñecas.

Títeres que entretienen

Los títeres más extendidos son los que se accionan con los dedos del pie del titiritero a través de un cordel en el que una pareja daza hasta encontrarse simulando el acto amoroso (véase [/lier]Pies títeres de[/lier]). Se piensa que, en el pasado, sus funciones eran iniciáticas y rituales.

Entre los Bafia, llaman bum al hombre (o ser humano) y gib le ban a las mujeres (o al hombre joven). Están fabricados con trozos de rafia, tienen una altura de 20 a 25 centímetros, están desnudos, no tienen cara y están coronados con cabellos humanos. Su tronco es largo, las piernas móviles y los órganos genitales netamente precisos, incluso fielmente reproducidos. Rodeado de vello púbico, el pene está en erección y la vulva cuenta con un agujero. Los personajes se desplazan simultáneamente gracias a un cordel anudado en bucle que pasa por cada uno de sus brazos. Muy lúdicos, saltarines y bailarines, representan de forma repetida el acto sexual. Se encuentran parejas de figuras semejantes en la época de los Fang (llamados también Pangwe) y en la época de los Ngumba. Los títeres ngumba, llamados medigema y tarra la en Yaundé, son de madera con el cráneo, bien en forma de disco, bien simplemente representado con una pluma de pájaro. Sus piernas están esculpidas y tienen las rodillas flexionadas, actitud característica de una posición de danza.

El títere bamiléké es específico de Camerún. De origen antiguo y probablemente sagrado, es hoy en día utilizado por el cómico e investigador camerunés Meyong Baba Bekate en sus espectáculos modernos. Tallado en madera y recubierto de cuero, se presenta como una cabeza vaciada que permite al titiritero introducir su mano. Provisto de una abertura a la altura de la boca llena de dientes, ofrece al manipulador la posibilidad de sacar los dedos por el agujero como si fueran la lengua, lo que ocasiona un efecto sorpresa o cómico.

Se encuentran diversos tipos de títeres, de guante, de hilos, de varillas y, por necesidades del espectáculo, los titiriteros utilizan a veces un pito.

En las calles de Yaundé y en otras ciudades del país también hay titiriteros ambulantes que presentan sus teatros de títeres. Por ejemplo, en Yaundé, Jean Mamvoula y su ballet de títeres fue filmado en 1980 por Robert Minangoy representado en un pequeño teatrino portátil.

La época colonial, con sus misioneros, ha dejado algunas huellas en el arte camerunés del títere, en sus personajes, sus canciones infantiles europeas y sus prohibiciones. Hoy en día, si bien el país atrae a artistas occidentales, como es el caso de la gran gira realizada por la compañía francesa *Royal de Luxe en 2000, el teatro de títeres de Camerún también se exporta y parece conservar sus propias referencias, ancladas en la tradición. Puede que todo ello sea gracias a su carácter sagrado.

Hay un festival anual de espectáculos de máscara y títeres, el RIMAC, Rencontre International des les Masques et de Marionnettes du Cameroon (Encuentro Internacional de Máscaras y Títeres de Camerún), fundado en 2004. Esto proporciona una oportunidad para los artistas de todo el Camerún y de todo el mundo para compartir su trabajo en las ciudades de Douala y Bamendjou. También se llevan a cabo talleres. Didier Nyoumi, actor que de teatro que trabaja por y para el público joven, se dedica a la divulgación educativa tratando en representaciones modernas sobre temas sociales, como la salud. Los artistas contemporáneos siguen explotando la larga tradición de Camerún de enmascaramiento y de títeres.

Bibliografía

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