Pensábamos que no existía en Eslovenia un teatro autóctono de títeres antes de que Milan Klemenčič trabajara en 1910. Pero en los años 1940, un grupo de etnólogos, que investigaba las formas de arte dramático rural, descubrió un tipo de farsa para títeres llamada Litigio de deslinde realizada con títeres de guante de un tipo muy particular. Este espectáculo se daba durante las bodas o las fiestas.
La tradición recuperada
Para este tipo de espectáculos, el titiritero estaba escondido, tumbado debajo de un banco que representaba el límite entre dos propiedades. En cada lado manipulaba un títere. Los títeres tenían un cuerpo cruciforme cubierto por una chaqueta con un sombrero colocado en la parte superior; o, a veces un simple palo metido por las mangas de una vieja chaqueta, sujetado en su centro por el titiritero mientras que, con los otros dedos de esa misma mano, sostenía un viejo sombrero o una gorra. Este tipo de títere fue llamado lilek o lileki (“muda”, “piel / piel / cuerpo”). Conocido en Asia Menor, fueron probablemente los otomanos quienes introdujeron este títere a través de los Balcanes, pero su difusión en Eslovenia no está claro: podría haber sido introducida por soldados, trabajadores temporales, refugiados, etc. Los centros de este tipo de obras de teatro de títeres fueron la región alrededor de Ptuj llama Ptujsko polje, los alrededores del monasterio Stična, la región de Suha krajina, el valle Saleška dolina y el valle superior del río Savinja.
Estas obras, normalmente muy cortas, no tenían un personaje principal fijo o “nacional”, pero tenían en común con los espectáculos de Petrushka en Rusia, Pulcinella en Italia, Guignol en Francia, Kasperl en Alemania, o Punch en Inglaterra, los intercambios de palabras agresivas y fogosas, de insinuaciones que acababan en la confrontación física de los dos títeres. El público estaba dividido en dos partes que apoyaban a cada uno de los protagonistas. Un actor de verdad, que desempeñaba el papel del juez, del propietario o de un notable, proponía resolver el conflicto.
Esta tradición, aunque estaba bien integrada en las costumbres populares, no tuvo ningún impacto sobre el desarrollo posterior del arte esloveno del títere.
Los comienzos del arte de los títeres
La situación en Eslovenia (parte del Imperio austro-húngaro a principios del silgo XX) no era favorable al desarrollo del arte teatral. En los años 1910-1914, la lengua eslovena se podía escucha a veces en el escenario del Teatro Regional de Liubliana, que existía desde hacía veinte años, pero era extraño que una obra fuese dada más de dos o tres veces. Investigaciones recientes, sin embargo, han encontrado referencias sobre la puesta en escena de Dr. Fausto y otras piezas de títeres antes de 1900 en Šentjur, en la casa del compositor Benjamin Ipavec (1829-1909).
Fue por parte de los artes plásticos que vino el empuje, cuando el pintor esloveno Milan Klemenčič (1875-1957), influenciado por la tradición italiana y por los artistas alemanes de Múnich (véase Paul Brann y Josef Leonhard Schmid), fundó en 1910 el primer teatro esloveno de títeres miniaturas de hilos en Ajdovščina, al suroeste del país. Luego, creó en 1919 en Liubliana una compañía fija, el Slovensko Marionetno Gledališče (Teatro Esloveno de Títeres) que abrió en 1920. Su repertorio contaba con obras traducidas del Conde Franz von Pocci (1807-1976), una adaptación de Sneguljčica (Blanca Nieves), de d’Ivan Lah y obras originales de Miran Jarc, autor expresionista esloveno. El esfuerzo de Klemenčič por un teatro de títeres de Eslovenia, fue fuertemente apoyada por el pintor Rihard Jakopič y el arquitecto Jože Plečnik. Este nuevo teatro, el nombre de cuyo personaje principal era Gašperček (Kasper), estaba influenciado tanto por la herencia europea, en sentido amplio, como por los rasgos propiamente eslovenos. No obstante, dificultades presupuestarias permanentes y la ausencia de una sala fija obligaron a Milan Klemenčič a cerrar, en 1924, el Teatro Esloveno de Títeres. Aunque logró dar una nueva vida a su teatro miniatura en los años 1930, fue sin consecuencias para el desarrollo posterior del arte del títere esloveno.
Después de la Primera Guerra mundial, los vínculos que unían a los titiriteros de arte checos y al teatro esloveno fueron rápidamente visibles. Contribuyeron a la creación de más de cuarenta teatros de títeres en el seno de la asociación deportista Sokol (Halcón), que, como en Checoslovaquia, militaba para un cierto paneslavismo. Con la creación de la compañía Pavliha, el etnólogo Niko Kuret (1906-1995), introdujo el primer teatro de títeres de guante en Eslovenia. Su héroe, Pavliha (con el traje esloveno y armado de un mazo en vez de una porra), sustituía a le Gašperček (Kasper) de origen germánico.
La Resistencia y la era Pengov
Hacia el final de la Segunda Guerra mundial, en los territorios que recuperaba la Resistencia eslovena, el Teatro Nacional Esloveno representaba a Shakespeare, Molière y Chéjov, mientras que las marionetas de hilos concebidas por el pintor Nikolaj Pirnat (1903-1948) ridiculizaban al ocupante, entre otros al propio Hitler, en espectáculos de cabaret. La parodia Jurček in trije razbojniki (Jorgito y los tres tunantes), que anticipó el final del conflicto, fue tan popular en las líneas del frente como más tarde, durante los primeros meses que siguieron la liberación.
La fundación de la compañía profesional Lutkovo Gledališče Ljubljana (Teatro de Títeres de Liubliana, 1948) inauguró un periodo de desarrollo continuo. Los espectáculos de posguerra, aunque tributarios de una rica experiencia y de una tradición preservada, fueron rápidamente eclipsados por la ascensión de Jože Pengov (1916-1968), muy determinado a promover el estatus artístico del títere esloveno. Un artista original, Pengov renovó por completo la escena de títeres de Eslovenia, eliminó algunos personajes típicos y características románticas. Se apartó del tradicional diseño escultórico utilizando proporciones clásicas de sus marionetas, introdujo nuevas soluciones técnicas para una animación más dinámica, y terminó con el enfoque estático de la dirección. Favoreció la literatura extranjera, frente a la pobreza de los textos eslovacos para títeres y promovió la armonía entre la representación figurativa y la palabra hablada. Como adaptador, director fue modelo de otros compañeros de trabajo a los que enseñó para que encontraran lo mejor que su imaginación podía ofrecer.
Puso en escena unas veinte obras, entre las cuales la mitad era para marionetas de hilos (como Sinja ptica, El pájaro azul, de Maurice Maeterlinck, 1964; Mala čarovnica, La Pequeña Bruja de Otfried Preussler, 1967) y la otra mitad para títeres de guante. Elegía a sus decoradores en función de su estilo, que tenía que corresponder al de la obra. Su trabajo consistía sobre todo en controlar meticulosamente una animación creada como un lenguaje escénico y en la integración armoniosa del texto a la conformación del personaje. Su influencia se amplió a toda la federación de la ex -Yugoslavia.
La profesionalización
Hasta 1968, hubo un único teatro profesional de títeres en Eslovenia, lo que estimuló el desarrollo de muchas compañías de aficionados. El Teatro de títeres Dravlje (hoy Teatro de títeres Jože -Pengov), creado por Edi Majaron, fue particularmente activo a mediados de los años 1960 y se hizo semi-profesional en 1968. Jože Pengov dirigió allí su último espectáculo, Trdoglavček (Pequeña Cabeza de Madera), de Jan Wilkowski. Inauguraba también un periodo de mucha diversificación de contenidos y de investigaciones formales que terminaron en 2010, cuando las finanzas forzaron su clausura.
Poco después, en 1973-1974 se fundó el Teatro de títeres de Maribor (noreste de Eslovenia), cuya originalidad fue presentar espectáculos musicales: Peter in volk (Pedro y el Lobo), de Serge Prokoviev; Leseni princ , (El Principe de madera), de Béla Bartók.
Desde los años 1970 hasta la independencia
A principios de los años 1970, se confirmaron nuevas tendencias en forma de espectáculos lúdicos basados sobre buenas traducciones o adaptaciones de obras para títeres polacas, checas y eslovacas. Los directores inventaron nuevas técnicas, ayudados por una generación de artistas plásticos y decoradores (Agata Freyer, Breda Varl, Silvan Omerzu, entre otros) abiertos a las corrientes modernas. Instauraron nuevas relaciones entre el titiritero y el títere: el primero ya no se escondía y se convirtió en un socio visible y real del juego dramático. Este movimiento suscitó, como consecuencia, el interés de los dramaturgos de moda – Dane Zajc (1929-2005), Frane Puntar (n. 1936), Svetlana Makarovič (n.1939), Dušan Jovanovič (n. 1939), Milan Dekleva (n. 1945), Boris A. Novak (n. 1953) – que escribieron para títeres, modernizando la tradición mítica y narrativa eslovena. Sus textos fueron representados fuera de Eslovenia en ex–Yugoslavia y en Polonia, por ejemplo.
Los directores de este repertorio – entre otros Edi Majaron (n. 1940), Helena Zajc (n. 1944), Matjaš Loboda Loboda (n. 1942), Jelena Sitar (n. 1959) y Tine Varl (n. 1940) y Robert Waltl (b.1965) – contribuyeron también en hacer resplandecer en Europa las realizaciones eslovenas del títere a través de encuentros y festivales.
La internacionalización
Así, en los años 1980, el títere esloveno salió de su aislamiento. En 1982, un espectáculo de títeres, Mlada Breda (La Jovén Breda, de Dane Zajc, dirección Helena Zajc), fue integrada al programa del Slovensko Narodno Gledališče (SNG) Drama Ljubljana (Teatro Nacional Esloveno de Liubliana). Los festivales eslovenos de arte dramático (como el de los Escenarios Experimentales en Gorica, de Borštnik en Maribor, las Semanas teatrales de Kranj) incluyeron espectáculos de títeres a sus programas. Aquellos obtuvieron una visibilidad internacional con los festivales Lutke (Títeres) de Liubliana y Lutkovni Pristan (Embarcadero de los títeres), en Maribor.
El teatro de títeres de Liubliana, en la misma época, mudó a nuevos locales en los que se conservaban una gran colección, prefiguración de un museo de títeres.
Muchos conjuntos se crearon después de 1990, entre los más importantes, que siguen en actividad, están el grupo Teatro de Papel Papilu de Brane y Maja Solce hoy Papelito Brane Solce), el Teatro Freyer, la Asociación de los Titiriteros de Silvan Omerzu y Zakonjček y el más activo, el Mini Teater de Robert Waltl fundado en 1999.
Hoy en día, el arte esloveno del títere explora vías nuevas con los directores y actores formados en la Academia Teatral de Liubliana (en la que no existe un departamento específico de los títeres) o en el extranjero. Sin embargo, ahora se incluye como una de las asignaturas obligatorias en la Academia de Estudios Teatrales (AGRFT) de Ljubljana. Artistas procedentes del teatro de actores buscan cómo responder a los desafíos estéticos impuestos por la introducción de títeres.
En cuanto a la formación, solo existe de forma somera en los institutos pedagógicos de Liubliana, Koper y Maribor.
La profesión, sus apoyos, sus lugares
Eslovenia ha estado vinculada a Unima desde hace mucho tiempo. Delegados eslovenos asistieron a su creación en Praga en 1929 y Liubliana acogió su tercer congreso en 1933. Jože Pengov, miembro de su Comité Ejecutivo, participó en 1956-1957 en su restructuración. En los años 1980, Edi Majaron, elegido en este Comité Ejecutivo, organizó encuentros internacionales de escuelas de títeres, la Bienal Lutke y, en 1992, el décimo cuarto Congreso Mundial. Los titiriteros eslovenos son activos en varias comisiones de la Unima, sobre todo en el ámbito de los intercambios internacionales y de la misión educativa del títere.
Los movimientos de aficionados, muy activos antes del final de la Segunda Guerra Mundial y entre los años 1960 y finales de los años 1980, contribuyeron al desarrollo estético. Su revista, Lutka, presentaba las grandes tendencias mundiales y era el eco de las actividades eslovenas.
La mayor colección de títeres se conserva en el museo del Teatro Esloveno, en Liubliana, y aunque todos los teatros profesionales poseen archivos, los más importantes están en el Teatro de Títeres de Liubliana.