Personaje legendario cuya historia fue transmitida por la Légende dorée (Leyenda dorada) de Jacques de Voragine (siglo XIII) y que se convirtió, a partir del siglo XVIII, en una heroína tradicional del teatro del títere. Hija del duque de Brabante y esposa del conde Siffroy (en Alemania: Siegfried), Genoveva (en Alemania: Genovefa) fue confiada al mayordomo Golo por su marido cuando éste se fue a luchar contra los sarracenos. Golo intentó seducir a Genoveva, pero fue en vano. Cuando Siegfried regresa, la acusa de adulterio y es condenada a muerte. Sin embargo, sus verdugos, compasivos, no la matan, sino que la abandonan en el bosque con su hijo. Años más tarde, Siffroy, durante una cacería en la que perseguía a una cierva maravillosa (que había amamantado a su hijo), encuentra a Genoveva. Esto demuestra su inocencia, pero murió debido a los sufrimientos que había soportado. Golo fue castigado.

La leyenda, cuyo motivo se encuentra ya en el Râmâyana, se extendió ampliamente durante la Edad Media. La primera versión para títeres, proveniente de Brabante (región ahora compartida entre los Países Bajos y Bélgica), data de 1716. La obra se convirtió en uno de los temas predilectos de las compañías de títeres alemanes que viajaron a través de Bohemia a mediados del siglo XVIII y el tema más extendido del teatro checo. Inspiró a Haydn y a Pauerspach una de sus óperas para títeres creadas en el castillo Esterházy  y entró en el repertorio del teatro de títeres de Munich, destinado a la educación de los niños. En el siglo XIX, muchos grupos franceses que la representaban usaban una adaptación que compartía muchos rasgos con la versión alemana. El texto publicado por Gaston Baty  recoge representaciones de varias compañías itinerantes, entre  ellas la de los Pitou, en las que a menudo aparecían personajes locales. Geneviève de Brabant también le ofreció a Érik Satie el tema de una música escénica breve escrita sin duda para teatro de sombras (1899), pero por lo general representada como ópera para títeres: los Walton’s (ver. Pajot-Walton) la interpretaron tras la muerte de su autor (París, 1926); Toone la interpretó en Bruselas; Otello Sarzi en Italia, así como la compañía Colla (Venecia, 1983); y Massimo Schuster la escenificó para Theater Taptoe (1998).

Tema preferido por el romanticismo alemán (dramas de Mueller, Tieck, Hebbel, ópera de Schumann), Geneviève de Brabant está anclado en la tradición popular: en las imágenes del Épinal inspiró a Satie, proyectado por su linterna mágica iluminó la habitación del joven Marcel Proust (al principio de À la recherche du temps perdu) y los títeres de vara a la cabeza del pequeño teatro Al Botroûle, en Lieja, siempre representan el drama de la inocencia perseguida.