Escritor y titiritero francés. Tras una corta carrera en la administración de correos, se enfocó en la literatura y el periodismo. Fundó varios periódico muy efímeros durante los años 1850 y 1860 antes de colaborar en Le Figaro, en Le Nain jaune y en Le Monde illustré. Frecuentaba La bohemia y comentó a sus amigos la idea de fundar un teatro de títeres eróticos inspirado por el teatro de Tuileries de Louis Edmond Duranty. Para ello, buscó un local (en la casa de Amédée Rolland) en el barrio de Batignolles, calle de la Santé, actualmente calle de Saussure. La inauguración del Erôtikon Théâtron tuvo lugar el 27 de mayo de 1862 ante un público que reunía a todas las celebridades parisinas del momento y fue objeto de un artículo en la Revue des deux mondes.

Lamercier de Neuville no solo dirigió el teatro, también hizo de autor, como de pintor, decorador y maquinista. También contó con autores como Albert Glatigny, Jean du Boys y Tisserant. Lemercier hizo publicar los textos (ilegalmente), en Bruselas, en 1864, por el editor de Baudelaire, Poulet-Malassis, con frontispicio ilustrado por Félicien Rops. Durante  un año, el Erôtikon Théâtron permitió a un pequeño círculo de escritores, pintores, comediantes y músicos burlarse de los códigos burgueses y de sus absurdos, haciendo parodias incluso de ellos mismos. Cuando Amédée Rolland se mudó y el teatro tuvo que cerrar sus puertas, Lemercier de Neuville retomó, en 1863, los figurines de cartón recortados que había fabricado para entretener a su hijo y presentó en solitario, en los salones, espectáculos de actualidad donde podían verse caricaturas en dos dimensiones de las personalidades de la época. Habían nacido sus famosos pupazzi. Gustave Doré pintó algunos de sus personajes en madera, una pianista o un violinista acompañaba la interpretación, y la petición de representaciones no cesaban. Lemercier actuó en revistas, incluso ante el emperador y su familia, por toda Francia y en buena parte de Europa. Esta vez, sus guiones no dudaban en sostener puntualmente la ideología dominante: colonialismo, antisemitismo, antiparlamentarismo… Poco a poco, abandonó los recortes planos para modelar él mismo sus pupazzi con volumen. Tuvo que interrumpir su carrera de titiritero a causa de las cataratas en los años 1890 y retomó el periodismo. Publicó decenas de obras: vodevieles, novelitas, crónicas sensacionalistas, memorias y biografías variadas: Théâtre des pupazzi (Teatro de los pupazzi), Scheuring, Lyon, 1876; Les pupazzi noirs (Teatro de los pupazzi), Mendel, s.d.; Les pupazzi inédits (Los pupazzi inéditos), Flammarion, s.d.; Le Théâtre érotique de la rue de la Santé (El teatro erótico de la calle Santé); La grande symphonie des punaises (La gran sinfonía de las chinches), Malassis, Bruselas, 1864. Nueva edición; seguida de Les deux gougnottes (Las dos lesbianas), L’Or du temps, 1969).

Los Pupazzi de Lemercier de Neuville

Louis Lemercier de Neuville creó por primera vez los pupazzi para entretener a su hijo enfermo, recortando del periódico Le Boulevard caricaturas de Étienne Carjat (1828-1906): “Me entretenía pegando las imágenes sobre restos de cajas de puros, que son fáciles de tallar con una navaja por su madera porosa y blanda. Cortaba aparte los brazos en función del movimiento del personaje y los movía gracias a unos hilos que estaban disimulados detrás de la tablilla y, con acuarelas, los pintaba como podía” (Souvenir d’un montreur de marionnettes, Recuerdos de un titiritero, 1911).

Lemercier de Neuville ya había participado activamente en el teatro de la rue de la Santé, el Erôtikon Thèâtron, creado por un grupo de intelectuales y artistas (Bizet, Théodore de Banville, Paul Féval, Louis Edmond Duranty) que se reunían para hablar de teatro en casa de uno de ellos (Rolland). Para este repertorio de teatro íntimo (veintiún espectadores y un piano) y muy picante, formado por seis obras presentadas durante el verano de 1862 y el invierno de 1863, escribió una comedia ligera de un acto, Un caprice (Un capricho). Étienne Carjat y Gustave Doré fueron los que le animaron a presentar sus pupazzi planos al público e incluso le ayudaron a fabricarlos. También presentó el 28 de noviembre de 1863, Profils et Silhouettes (Perfiles y Siluetas), cuyo éxito fue inmediato en todo París (155 representaciones). Ante la dificultad técnica, renunció a tallar las cabezas de los títeres en madera de tilo y las modeló con barro, creó moldes y realizó un material de relleno en cartón-piedra y, posteriormente, en “papel Joseph” (seguramente papel de seda como recubrimiento) y los vistió. Artista solista, encontró muchos trucos. Así, su teatrillo tenía tablillas que le permitían dejar en escena varios títeres; y las cabezas estaban montadas sobre varillas con muelles para dotarlas de un ligero movimiento, mientras que los brazos estaban atravesados por unas varillas atadas con hilos. Debajo, la sujeción a una varilla transversal le servía para levantar uno de los brazos al empujarla hacia un lado u otro. Debajo había dos soportes auxiliares o “sirvientas”, una para los títeres que tenían que entrar y otra para recibir a los que salían. «Y cuando, con los brazos en el aire, de pie, en mi pequeño teatro de 0,60 metros de fondo y 1,50 metros de ancho, hablo, canto, imito instrumentos y bailo si hace falta, el espectador al que intento entretener no duda de que para él he tenido que convertirme en autor, actor, cantante, bailarín, imitador, pintor, decorador, cartonero, peluquero, sombrerero, sastre, maquinista, escultor, mecánico, etc.» (Ernest Maindron, «Marionnettes et guignols» (Marionetas y giñoles), Revue encyclopédique, 12 de junio de 1897).

El 31 de enero de 1869, actuó ante Napoleón III: la emperatriz, cuya curiosidad había aumentado por lo que le habían contado del espectáculo de Lemercier de Neuville, muy de moda en los salones, le hizo llamar para divertir al emperador tras un banquete familiar en las Tullerías.  En el teatrino, instalado en el Salón Blanco, Lemercier de Neuville, moviendo un pupazzo a su imagen y semejanza comenzó su espectáculo con un prólogo que terminaba así: «Pero, si Napoleón se divierte, ¡que no se entere el Emperador!» En treinta años Lemercier de Neuville, presentó 106 obras escritas e interpretadas por él. Fabricó 274 pupazzi planos, «maquinados con la ayuda de cordeles escondidos detrás de los personajes». Sus pupazzi fueron, a partir de 1865, títeres de guante. También se interesó por el teatro de sombras con los pupazzi negros.

(Ver Francia.)

Bibliografía

  • Jurkowski, Henryk. History of European Puppet Theatre. Vol. I. New York: Edwin Mellen Press, 1996, pp. 391-399.