Personaje cómico del teatro de títeres checo. En el segundo cuarto del siglo XIX, el personaje Kašpárek reemplazó a Pimprle en las obras de los titiriteros populares checos. Los historiadores hoy afirman que su nombre deriva del nombre austriaco Kasperl. El personaje checo apareció por primera vez a finales del siglo XVIII en el teatro de actores que se podía ver en el Vlastenské divadlo (Teatro patriótico) de Praga. En las obras de los titiriteros, cogió los rasgos de un hombre enclenque con un carácter contradictorio, que actúa entre la cobardía y la valentía, el espíritu de sacrificio y la pereza, la generosidad y la codicia… y muy a menudo lograba engañar a sus enemigos con su inteligencia. Finalmente, se ganaba la simpatía general gracias a su honestidad. Su actitud pragmática en la vida reflejaba con exactitud la de su público popular. Así servía de intermediario entre el titiritero y su público. En muchas obras desempeñaba el papel del hombre sensato, que viví con serenidad a diferencia de los personajes con un carácter demasiado marcado, y parodiaba a menudo los héroes románticos. A principios del siglo XX, Kašpárek se convirtió en el títere favorito de los niños. Al mismo tiempo, conoció su principal transformación. Conservó solo su pequeña talla, su traje tradicional con su curioso gorro provisto de pequeñas campañillas pero se transformó en un personaje totalmente positivo, un joven alegre que animaba a los demás con sus bromas. Tenía el carácter a menudo moralizador y pedagógico del repertorio para niños de la época. A pesar de su gran popularidad en el público infantil, muchos titiriteros, que le veían anacrónico, intentaron antes de la guerra sustituirlo por personajes más modernos.