Principal personaje de los títeres de guante populares; metamorfosis española del Pulcinella napolitano y del Polichinelle francés. Varey cree que los títeres italianos, llamados significativamente “de purchinela”, no llamaron al principio la atención de los españoles porque durante los siglos XVII y XVIII estaban fascinados por la máquina real en la que se representaban con marionetas comedias completas de los poetas más importantes del Siglo de Oro.

Don Cristóbal aparece mencionado en un sainete de Ramón de la Cruz, Las tertulias de Madrid, fechado en 1770. La presencia en esa obra de otros personajes, el perro, el demonio y la señora, nos indica que los argumentos podían ser similares al resto de los Polichinelas europeos (Polichinelle, Punch, Kasper). En 1790 Jovellanos ataca la mala influencia que ejerce sobre el pueblo por su carácter grosero, tiránico y pendenciero, armado siempre con su cachiporra, tan alejado de los nuevos valores pedagógicos que pregonaba la reforma teatral que defendía.

Desconocemos si sus orígenes se pueden situar en Andalucía pero resulta indudable que fue allí donde mejor se adaptó. Las primeras descripciones nos hablan de una casaca roja y de la presencia de cascabeles lo que habla de una clara influencia francesa. Con el paso del tiempo las descripciones describen a un sujeto andaluz con gruesas patillas, al estilo de los bandoleros de la sierra. La prensa recoge su constante presencia en las barracas de la Feria de Sevilla a lo largo de todo el siglo XIX. Existen crónicas de finales del XIX que nos hablan de algunos de sus más famosos representantes, Juan Misa, el Sevillano o Antonio el Picardías de Córdoba. Recientemente Juan Manuel de Benito ha rescatado las andanzas de otro titiritero andaluz de la zona de Ronda (Málaga), Antonio Durán, activo desde 1900 hasta 1953. Los argumentos son similares: las peleas y los amores con Doña Rosita, sus enfrentamientos con Currito el del Puerto, sus trifulcas con el cura que pretende cobrarle el entierro de Rosita, sus travesuras para no acabar en la horca o su especial forma de matar a los toros. Tan popular fue este personaje que muchos andaluces denominan a los títeres como “cristobitas”. Tan importantes como las breves comedias eran los diálogos improvisados del titiritero con Don Cristóbal y con el público. También utilizaron a este personaje dos titiriteros que actuaron en las calles de Madrid: el antiguo domador de leones Félix Malleu (activo entre 1918-1930), conocido de García Lorca y de Buñuel, y José Vera, natural de Cartagena (activo entre 1917-1936).

Fueron muchos los titiriteros anónimos que lo convirtieron en figura principal de sus retablos, pero lo cierto es que fue García Lorca, que también lo llama Cristobita o Cristobícal, el que lo rescató y lo convirtió en una figura literaria mundialmente conocida. Aunque algunos estudiosos (Aladro) le echan en cara el haberlo transformado en un personaje excesivamente negativo y de haber perdido buena parte del aire libertario y liberador que extendió entre los campesinos andaluces.

Bibliografía

  • Ayuso, Adolfo, “Felix Malleu, domador de leones y hombre del guiñol”, Fantoche (UNIMA Federación España), 2, 2008 pp. 5-23.
  • Benito, Juan Manuel de, “Don Cristóbal”, Bululú, a revista dos títeres (Santiago de Compostela), 0, verano 2001, pp. 76-79.
  • Cornejo, Francisco, “Don Cristóbal y el tío Juan Misa”, Fantoche (UNIMA Federación España), 1, 2007, pp. 13-25.
  • Nogales, José, “Polichinelas”, El Liberal (Madrid), 05-08-1900, p. 1.