Así se denominaban las compañías profesionales de teatro de títeres que, con la licencia anual concedida en nombre del rey por el Consejo de Castilla o por la autoridad del reino o virreinato correspondiente, podían representar en los teatros comerciales –corrales de comedia– existentes en los territorios de la monarquía hispánica (Castilla, Aragón, Portugal durante unas décadas, los Virreinatos de Nueva España, del Perú, del Río de la Plata, etc.) desde, al menos, 1632 hasta principios del siglo XIX. Su repertorio estaba formado por las mismas comedias, muchas de santos o magia, que representaban las compañías de actores; y la estructura del espectáculo también era similar: una loa, tres jornadas de comedia, bailes, entremeses y, casi siempre, al final una parodia taurina. Todo ello con el acompañamiento de varios músicos. Las compañías de máquina real aprovechaban los periodos en los que estaban prohibidas las representaciones de actores  (sobre todo la Cuaresma) para representar con gran éxito en las ciudades importantes. Estaban integradas por un maestro maquinista, y varios oficiales y aprendices, en total, entre cinco y diez miembros, normalmente españoles. Frecuentemente, compartían espectáculo con los llamados volatines (acróbatas y equilibristas).

Sobre el escenario de cada corral de comedias se construía una estructura de madera (de unos 6,7 x 3,8 m de planta) cubierta por cortinas –la máquina– que sostenía un escenario a la italiana (al menos desde 1737), con su telón de boca, bastidores y bambalinas en perspectiva y un telón de foro. Unos titiriteros actuaban, ocultos tras el foro, con títeres de vara a la cabeza, mientras que otros parece ser que lo hacían con títeres de peana desde debajo del suelo del escenario; títeres engalanados con un rico vestuario. La puesta en escena de las comedias de santos y de magia, con sus glorias, infiernos, apariciones, vuelos, etc. hizo que se desarrollara una amplia variedad de tramoyas, apariencias y recursos pirotécnicos que eran siempre bien recibidos por el público; también algunas interesantes medidas de seguridad como la trama de hilos que cubrían la embocadura para evitar que las llamas saliesen del escenario. El éxito obtenido por las comedias representadas con títeres hizo que algunas de éstas (El esclavo del demonio, San Antonio Abad, Santa María Egipciaca) se representasen habitualmente a lo largo de décadas. La máquina real es la forma más antigua de teatro de títeres comercial de repertorio desarrollada en Europa.

Bibliografía

  • Cornejo, Francisco J., “La máquina real. Teatro de títeres en los corrales de comedias españoles de los siglos XVII y XVIII”, Fantoche, nº 0, 2006, pp. 13-31
  • Cornejo, Francisco J., “Títeres en la ciudad: las representaciones de la ‘máquina real’ en los corrales de comedias españoles de los siglos XVII y XVIII”, en Opinión pública y espacio urbano en la Edad Moderna, Gijón, Ediciones Trea, 2010, pp. 59-76
  • Cornejo, Francisco J., “Orígenes del teatro de títeres en España. Del retablo a la máquina real”, Fantoche, nº 9, 2015, pp. 36-74
  • Varey, J.E., Historia de los títeres en España, Madrid, Revista de Occidente, 1957
  • Varey, J.E.,  Los títeres y otras diversiones populares de Madrid, (1758-1840), London, Tamesis Book, 1972