Poeta y dramaturgo. Tras Cervantes es el escritor español con mayor reconocimiento universal. Frente a la opinión mayoritaria que sigue considerando su obra para títeres como algo menor, cada vez son más los estudiosos (Menarini, Fernández Cifuentes) que sospechan que es uno de los ejes vertebrales de su teatro.

Desde 1921 hasta su fusilamiento por milicianos fascistas, escribió varias versiones de su obra más querida, la Tragicomedia de Don Cristóbal y la señá Rosita, último título que él mismo puso a una obra que llamó durante mucho tiempo Los Títeres de Cachiporra. Lorca utilizó la tradición de los titiriteros andaluces, que había visto ya en su niñez, para crear un nuevo teatro enriquecido con la savia vanguardista. En realidad este título describía la técnica empleada y también era el nombre con que pretendía bautizar a la compañía de títeres que siempre quiso fundar: Los Títeres de Cachiporra o Teatro Cachiporra Andaluz. Su inicial intención de representar con títeres el conocido argumento popular de la compra de los amores de una joven pasó por alguna reconversión para actores que se comportaran como muñecos (“farsa guiñolesca”) o incluso para ballet.

Esa pasión por actuar con títeres le llevó a escribir dos obras breves. La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón, basada en un antiguo cuento andaluz, estrenada en 1923 en una sesión privada en su casa de Granada por un grupo de aficionados en el que intervenía el poeta animando varios títeres (entre ellos *Don Cristóbal, que ejercía las funciones de presentador de la sesión), la música estuvo encomendada a Manuel de Falla y decorados y muñecos fueron obra de Hermenegildo Lanz. Esta obra, la única infantil de su repertorio, se cree perdida aunque existe una versión considerada apócrifa que publicó Francisco Porras en la revista Títere. El retablillo de Don Cristóbal, una versión reducida de la Tragicomedia …, fue estrenada en el Teatro Avenida de Buenos Aires en 1934, con el poeta manipulando los muñecos y decorados del escenógrafo Manuel Fontanals. Esta obra se representó en varias ocasiones en Madrid, durante la República, por la compañía La Tarumba que García Lorca ayudó a crear, dirigida por el pintor Miguel Prieto. La Tarumba la siguió representando, tras su muerte, por los frentes y retaguardias de la Guerra Civil (1936-1939).

Además fueron claramente concebidas para títeres al menos otras tres obras que acabaron reconvertidas y estrenadas para teatro de actores: la comedia El maleficio de la mariposa (1922), con la bailarina La Argentinita en uno de los papeles principales; La zapatera prodigiosa (1930), en el Teatro Español de Madrid por Margarita Xirgú, y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín  (1933), en el Teatro Español por el Club Teatral Anfistora.

García Lorca rescató del olvido la figura del títere popular español *Don Cristóbal, hijo del Polichinela que italianos y luego franceses trajeron desde el siglo XVII. García Lorca además de escribir sus obras para títeres no se pudo resistir a la tentación de manipularlos.

Bibliografía

  • Auclair, Marcelle, Enfance et mort de Garcia Lorca, Paris, Seuil, 1968.[S]
  • Gibson, Ian. Federico García Lorca. I. De Fuente Vaqueros a Nueva York (1898-1929”. II. De Nueva York a Fuente Grande (1929-1936), Grijalbo, Barcelona, 1985 y 1987.
  • García Lorca, Federico, Retablillo de Don Cristóbal y Doña Rosita, (Mario Hernández, Editor), Patronato Federico García Lorca-Diputación de Granada, Granada 1992.
  • García Lorca, Federico, Teatro, Obras completas II, (Miguel García-Posada, Ed.), Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona, 1996.
  • García Lorca, Federico, Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita. Títeres de Cachiporra, (Annabella Cardinali y Christian de Paepe, Ed.), Cátedra, Madrid, 1998.
  • Menarini, Piero, “Federico y los títeres: cronología y dos documentos”, Boletín de la Fundación Federico García Lorca, Madrid, III, 5, pp. 103-128.