Teatro cubano de títeres. La compañía está afincada en Matanzas y fue creada en 1994 por Rubén Darío Salazar (actor y director artístico) y Zenén Calero Medina (escenógrafo, diseñador de vestuario y de títeres). Los primeros espectáculos fueron producciones grandes y de largo recorrido representadas en el Teatro Sauto de Matanzas. Posteriormente, la compañía introdujo nuevos espectáculos que abarcaban desde técnicas bastante sencillas, tales como Liborio, la jutía y el majá y Un gato con botas (1996), hasta otras muy complejas.

Como discípulo de René Fernández Santana, Rubén Darío Salazar (n.1963), encontró a su socio ideal en Zenén Calero (n.1955). Ambos procedían del Teatro Papalote y estaban deseosos de probar nuevos retos artísticos. Una producción en concreto, concebida como espectáculo para un único hombre y basado en La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón, resultó un gran éxito en su repertorio. Ganó los galardones más importantes de teatro en Cuba y todavía hoy se sigue representando. El Guiñol de los Matamoros (1998) fue la primera producción de la compañía para un público adulto y se trataba de un homenaje a la música popular cubana.

A principios de los años 2000, el Teatro de Las Estaciones ya se estableció firmemente como una de las compañías de teatro más relevantes de Cuba y destacaba por la calidad de su dirección, su concepto de diseño rico y colorista y su búsqueda y uso de tradiciones cubanas del arte del títere. La compañía realiza un esfuerzo especial para recuperar el legado de Carucha y Pepe Camejo y Pepe Carril, líderes del Teatro Nacional de Guiñol de 1963 a 1971. Como parte de ese esfuerzo, produjeron El sueño de Pelusín (1999) y Pelusín y los pájaros (2002), con las que revivieron el títere nacional cubano, Pelusín del Monte. Este personaje había sido creado en 1956 por Dora Alonso para el Guiñol Nacional de Cuba, que habían fundado Pepe y Carucha Camejo. En 2001, Carucha Camejo visitó Cuba por última vez, invitada para volver del exilio por el Teatro de las Estaciones, que representó en Matanzas un homenaje en su honor.

En 2003, como parte de ese trabajo de restauración, el Teatro de Las Estaciones produjo La caja de los juguetes basada en La boite à joujoux, un ballet para títeres de Claude Debussy y André Hellé. El espectáculo supuso una nueva fase para el grupo y reflejó un Nuevo nivel en la calidad de su trabajo. La obra suponía la segunda colaboración entre su muy sólido elenco – Fara Madrigal, Migdalia Seguí, Freddy Maragoto y Rubén Darío Salazar – y el guionista Norge Espinosa Mendoza. Este vínculo atrajo al repertorio otras obras. Entre ellas se incluyen La virgencita de bronce (2005) para un público adulto, una versión de títeres de la novela del siglo XIX de la escritora cubana Cecilia Valdés; El patico feo (2006); Federico de noche (2010); Por el monte carulé (2011) y Canción para estar contigo (2012), con la soprano Bárbara María Llanes. Dora Alonso, Javier Villafañe, José Martí, Federico García Lorca son otros autores recurrentes del repertorio de la compañía. El espectáculo más reciente es Alicia (en busca del conejo blanco), una nueva versión de Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll.

El Teatro de Las Estaciones ha ganado varias veces el Premio Villanueva concedido cada año por la crítica cubana a las mejores producciones. Otros galardones incluyen el Gran Premio de Puesta en Escena del Festival Nacional de Teatro, Camagüey (2004) y el Premio Caricato Especial a La virgencita de bronce (2006), entre otros.

Además de sus representaciones, el Teatro de Las Estaciones apoya publicaciones, reuniones teóricas, exposiciones y talleres. Con un teatro al lado de la Galería El Retablo, el estudio de Zenén Calero en Matanzas, la compañía provee un espacio para el diálogo y la innovación, fomentando la tradición y el futuro del arte del títere cubano con artistas de todo el mundo.

(Ver Cuba.)