El arte del títere se practica desde hace siglos en numerosos países de Asia, especialmente en la India y en China, donde está profundamente arraigado desde antiguo y desde donde se ha extendido a las regiones cercanas. Originariamente dicho arte se relacionaba, en este continente, con una forma de culto al espíritu de los ancestros o a las divinidades, e incluso con rituales de exorcismo destinados a expulsar demonios y espíritus malignos. Las efigies de divinidades o de humanos, las figuraciones animadas hechas a semejanza de los individuos, poseían, según se cree, el poder de controlar a sus fieles o adeptos. Al servicio de la religión, los titiriteros llevaban a cabo una labor de enseñanza y de moralización narrando leyendas e historias ejemplares.

En India, Indonesia y Malasia, los rituales preparatorios del espectáculo, que incluían invocaciones a las divinidades o a los ancestros divinizados, eran un preludio obligatorio, sobre todo si la representación se realizaba en un contexto rural (Indonesia, Malasia) o dentro de un templo (India). Esto parecía necesario para bendecir al público, a los intérpretes y la misma representación, pues existe un vínculo estrecho entre la realización de los rituales y el juego de títeres, sobre todo cuando se trata de figuras de sombras (como en Kerala, India e Indonesia). En China, los títeres pueden interpretar ese papel de exorcista antes del espectáculo (ver China). Aunque muchos de estos rituales han desaparecido, el carácter sagrado de determinados géneros aún persiste. Actualmente, además, están en auge las representaciones de títeres con fines sociales, políticos, educativos o recreativos. En ocasiones, esto se da en zonas en las que el arte del títere estaba estrechamente vinculado con la religión en el pasado.

Entre los numerosos tipos de teatro de títeres que han aparecido y evolucionado en Asia, la figura plana utilizada para proyectar una sombra sobre una pantalla (títere de sombras) y la figura de bulto redondo a la que se imprimen, mediante hilos, movimientos que simulan los de los humanos, son las más tradicionales, las más importantes y las más cargadas de valor artístico. La historia de esas dos formas constituye lo esencial de la tradición de los títeres asiáticos, aunque otras formas y otras técnicas han coexistido con ellas y aunque otras tradiciones dominan en algunos países como Japón (bunraku[/lier]) o Vietnam (títeres de agua).

El teatro de sombras

El teatro de sombras parece ser tan antiguo en India como en China. Se ha supuesto que su origen geográfico se encontraba en Asia central y que desde allí habría llegado a los demás países, no sólo a China, India y al sudeste de Asia, sino también (a través de los turcos) a numerosos países mediterráneos de Oriente Medio, el Norte de África y Europa, donde se convirtió en un auténtico arte popular (ver Karagöz). Aunque la influencia india es claramente visible en los teatros de sombras del sudeste asiático – principalmente, en el repertorio –, la práctica actual de este teatro resulta ser más importante y generalizada en esta región. En todo caso, las transferencias nunca fueron unidireccionales, ya que los teatros de sombras de China y los países islámicos han recibido influencias de la India durante mucho tiempo. Incluso, las influencias de China llegaron hasta Occidente: por ejemplo, en Francia, se habla de “sombras chinescas” (ver Sombras).

Todo tipo de leyendas, de mitos, y cuentos semihistóricos hablan del origen del teatro de sombras en cada país, aunque sus orígenes son oscuros. Así, aunque dicho teatro en China debe de tener 2.000 años, la prueba escrita más antigua de su existencia no se encuentra hasta la dinastía Song (siglo X), donde se menciona como una diversión de la aristocracia. Su práctica en China, en las épocas más antiguas, estaba estrechamente ligada a la magia y a las religiones taoísta y budista.

En China, el teatro de sombras se vinculó al culto popular a los ancestros, a los exorcismos y rituales (incluso las lenguas europeas denominan “sombra” tanto a la zona a la que no llega la luz como al espíritu de un difunto). Este arte se encontraba en las zonas rurales, donde las representaciones estaban vinculadas a celebraciones destinadas a proteger los cultivos cuyos productos estaban destinados a la alimentación, como ofrenda o como oración dirigidas a las divinidades, o se realizaban con motivo de un matrimonio o de funerales.

Por su relación con el budismo, China jugó un papel decisivo en la evolución del teatro de sombras. Los sûtras (textos budistas) se convirtieron en la base de un género particular llamado “rollos de sermones” (pien wen o “textos de transformación”), interpretado por sacerdotes durante las fiestas, que consistía en relatos acompañados de música e imágenes. Quizás los espectáculos funerales evolucionaron hacia espectáculos de conmemoración del difunto. Los autores de piezas de períodos ulteriores escogieron como tema los relatos de batallas históricas y las epopeyas dinásticas. El teatro de sombras se convirtió en un género prestigioso debido a que se benefició de la protección real y aristocrática.

El teatro de sombras chinescas parece haber evolucionado, en gran medida, sin influencias ni préstamos exteriores (aunque algunos autores sostienen que llegó a China procedente de prácticas animistas de grupos de Asia Central). Los países del sudeste asiático, en cambio, comparten de manera significativa las habilidades y los códigos heredados del arte indio. Pese a la prohibición de la representación de la figura humana en determinadas zonas islámicas, ésta formó parte del teatro local de la zona hasta finales del siglo XX, cuando bajo la influencia suní se empezó a cuestionar el habitual uso de los títeres de sombra en los países islámicos. Generalmente se admite que el teatro de sombras fue primero introducido por los viajeros indios en Sumatra, durante el periodo Sriwijaya (siglos VII – XIII) y posteriormente llegó a Java, de donde llegó a Malasia y, de ahí, a Tailandia y a Camboya, durante los reinados hindú-budistas en la zona. Los temas de representación en toda esa gran región se tomaban prestados del Râmâyana, pero también del Mahâbhârata (especialmente en Indonesia, donde el teatro de sombras permanece vigente en la actualidad). China y Taiwán han conservado ese arte, que está muy vivo en dichos países. En Malasia se encuentra en riesgo de extinción, debido a lo que se consideran elementos “no islamistas”. Tailandia y Camboya conservan las reliquias de un arte real. En la India sobrevive como arte rural apoyado en la tradición y la religión. No obstante, los artistas jóvenes de estos países utilizan el teatro de sombras en espectáculos modernos o en instalaciones visuales de vanguardia. Aunque se trata de un arte antiguo, sus interpretaciones pueden ser muy novedosas.

El títere de hilo

El títere de hilo habría aparecido simultáneamente en India y en China y se habría difundido en toda Asia gracias a los titiriteros que instalaron su teatrillo allá donde encontraban un público receptivo. En Fujian, sudeste de China, su historia es milenaria, y en Rajastán, en el noroeste de India, origen de diversos géneros con distintas especialidades. En Sri Lanka y el sur de la India, el títere de hilo es una de las artes tradicionales que permanecen realmente vivas a comienzos del siglo xxi. En Birmania es una tradición importante y actualmente está experimentando un resurgimiento.

En India y en China los titiriteros coordinan los complejos movimientos de las figuras de madera y los hilos, los diálogos y los cantos. Así, parecen “insuflar vida” a las figuras ante los ojos de los espectadores.

Todas las piezas se aprendían y todavía se aprenden de memoria. La transmisión de la profesión, habitualmente en el ámbito de la familia, era y sigue siendo oral. A ello se añade la posibilidad de improvisar y, por lo tanto, de adaptar siempre el espectáculo a un público, a una época, a unas circunstancias políticas.

Finalmente, el elemento indisociable de la mayoría de los espectáculos de títeres es la comedia. Desde la más remota antigüedad existía un bufón (Vidûshaka en India, Semar en Java), comparable a los personajes cómicos europeos (Hanswurst, Kasperl, Pulcinella, Punch o Guiñol). Según algunos autores, esa analogía revelaría un origen común y una difusión desde Asia a través de Turquía.

Actualmente los títeres pueden utilizar en sus representaciones las técnicas y repertorios tradicionales o contar historias nuevas, introduciendo personajes diferentes, procedentes de fuentes occidentales u orientales, o creados recientemente.

Otros títeres

Además de los dos grandes géneros (de figuras planas, bidimensionales y de figuras de bulto redondo, tridimensionales) tradicionales en Asia, cada país emplea tipos de títeres que les son propios. Los títeres de agua se han convertido desde hace mucho tiempo en una especialidad propia de Vietnam.

El títere de guante, el más cercano al cuerpo, se estila en numerosas regiones de China. En la India, donde era conocido, ha desaparecido prácticamente y solo es practicado por titiriteros ambulantes. Un género ingenioso consiste en títeres de madera, digitales, que se ponen como dedales en los dedos de la mano.

Los títeres de varillas se utilizan en China (donde pueden medir desde 30 centímetros, a más de un metro y medio), en India y en Indonesia desde hace mucho tiempo. Se ha observado que ese tipo de títere se utilizaba cada vez que los titiriteros debían de solucionar un problema inédito que se les planteaba. En India, los títeres de varillas de Bengala occidental, putul nautch, son los más conocidos: fabricados con arcilla mezclada con arroz prensado, se colocan sobre una caña de bambú sujeta a la cintura del titiritero. Los brazos se mueven por medio de las varillas, aunque también de hilos.

En Tailandia, el hun krabok (relacionado con los títeres de varillas tradicionales del sur de China), apareció en el siglo xix. La cabeza del títere se coloca sobre la varilla, el cuerpo es una bolsa de tela y las varillas para mover las manos se ocultan en su interior. En el oeste de Java, Indonesia, el arte del wayang golek, se utiliza para acompañar a los oradores con sus movimientos y bailes realistas. Aunque no es tan popular como el teatro de sombras, este género es el que ha tenido la mayor influencia en el arte del títere europeo, americano y australiano en el siglo xx.

La variedad de estilos caracteriza también el arte japonés del títere, que nos remite a algunas de las tradiciones de los artistas itinerantes que utilizaban títeres de guante o máscaras. Sin embargo, el gran género teatral de Japón es el bunraku (originariamente se denominaba joruri pero a nivel internacional se conoce por este nombre). Es un tipo de títere de manipulación directa aunque este arte no pueda clasificarse, ya que en él participan tres manipuladores a la vista por cada muñeco. Aunque haya perdido su gran popularidad, la habilidad y la inventiva de los titiriteros japoneses posee una enorme riqueza de piezas y técnicas dirigidas a un público experto. Ese arte, convertido en clásico, ha influido en numerosas prácticas occidentales.

Las representaciones tradicionales con máscaras y títeres se dan en numerosas regiones. Mientras que los géneros que emplean máscaras aparecen en zonas en las que prevalece el hinduismo y el chamanismo, las representaciones con máscaras más desarrolladas se localizan en lugares en los que el budismo ha tenido relevancia en un periodo determinado, como en el Himalaya (Bután, Nepal y otras zonas en las que se extiende el budismo tibetano); el sur de China; Indonesia (donde las máscaras topeng se originaron en la costa norte de Java, Bali y Madura); Camboya, Tailandia y Laos, donde los bailes de máscaras comparten técnicas y repertorios con los títeres de agua; Corea, donde aparecen en bailes de máscaras (talchum) y Japón, donde se emplean en el teatro noh y kyôgen. En muchas de estas zonas el teatro de máscaras y el arte del títere están relacionados.

Los títeres animados de tamaño real y las grandes figuras que participan en los desfiles están muy extendidas. Tradicionalmente, estas figuras representaban ideas religiosas, como los leones budistas, las figuras ancestrales masculinas o femeninas o imágenes de personajes cómicos importantes. En la actualidad dichas figuras pueden ser tradicionales o modernas.

Bibliografía

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