Como lo demuestran los relatos sobre Hefesto, herrero de Zeus, creador de “trípodes” automóviles (Homero, Ilíada, XVIII) y del gigante de bronce Talos; o sobre Dédalo, arquitecto del rey Minos, “mecánico”, inventor de estatuas animadas (Platón, Menón, 97), la mitología griega no describe la creación de figuras animadas, sino de marionetas reales. Estatuas más o menos figurativas (bretas, xoanon, agalma) fueron utilizadas por los griegos en sus cultos, pero nada indica que estuvieran articuladas, a diferencia de los egipcios, si uno cree las Historias (II, 48) de Herodoto (siglo V a.C.). Hay procesiones con estatuas fálicas en el culto de Dionisos en Grecia, aunque éste se caracterizó más bien por el papel de la máscara. Por el contrario, ya en la Antigüedad existían espectáculos de títeres en Grecia, como se revela en varios escritos. En El Banquete, (capítulo IV, § 55), Jenofonte (siglos V-IV a.C.) menciona entre los comensales de este symposion a Calias, un manipulador de “títeres” (neurospaston, neurospasta = movido(s) por nervios o hilos), pero la naturaleza de este espectáculo es difícil de determinar. Solo queda este testimonio, entre otros, de la presencia de diversos espectáculos de saltimbanquis y probablemente de titiriteros. En la alegoría de la caverna (La República, Libro VII) Platón, (siglo IV a.C.) para ilustrar sus ideas sobre las ilusiones de los sentidos, también hace referencia a los “hacedores de prodigios” y a “sus maravillas” (tois thaumatopoiois, “los que hacen cambios de dirección, prodigios”, más a menudo traducido como “titiriteros”). En  El banquete de los sofistas, (Libro I. § 35) Ateneo (siglo III d.C.) menciona a un tal Potheinos, un neurospaste famoso que actuaba en el teatro de Dioniso en Atenas. Por otra parte, en el siglo I d.C., el Tratado de los autómatas del matemático e ingeniero Herón de Alejandría había descrito el primer ejemplo de “teatro mecánico” con figuras movidas por ruedas y cilindros accionados gracias al movimiento de la arena (ver autómatas, androides y robots). Los documentos sobre los espectáculos de títeres en Grecia durante la época bizantina no son habituales. Es probable que se presentaran títeres de hilo en las ferias y en las calles. En el siglo VI, al parecer los titiriteros utilizaban pequeños iconos animados de madera que manejaban en las bodas. De todos modos, estas antiguas tradiciones cayeron en el olvido y no afectaron al arte de los títeres de la Grecia moderna.

El teatro de títeres tradicional griego

A partir del siglo XVII, el Imperio Otomano aportó su teatro de sombras karagöz. Con el acceso de Grecia a su independencia entre 1821 (comienzo de la insurrección) y 1829 (Tratado de Andrinópolis), el karagöz turco se adaptó y se “helenizó” progresivamente bajo el nombre de karaghiozis. En este nuevo reino, que en sus primeros años de existencia solo incluía al Peloponeso, las islas Cícladas y una parte de la Grecia continental, el karaghiozis conservaba inicialmente sus características originales, especialmente el héroe empuñando un falo que le servía de porra y su gusto por las bromas libertinas. Estos elementos desaparecieron después, rechazados por la nueva burguesía urbana, como lo demuestra la censura ejercida por la prensa ateniense sobre este género de espectáculo, que sin embargo siguió siendo muy popular. Estos titiriteros pertenecían al Anatolikon Theatron, trasladado a Atenas, nueva capital del país, al parecer por un tal Vrachalis, cuyo El Hammam era una obra muy popular en la tradición turca. Pero mientras que el territorio helénico se incrementó en 1881 con Tesalia y el sur de Epiro, nació una nueva tendencia “heroica” o “tradición Epiro”. Inspirada en las luchas contra los turcos, basó sus temas en los acontecimientos históricos o legendarios, incluyendo un espectáculo que se convirtió en un “clásico”, Alejandro Magno y la Serpiente maldita, basado en los folletos populares sobre Alejandro Magno y los cuentos de hadas que incluían un héroe mitológico mata dragones. Al parecer, el titiritero Mimaros pertenecía a esta tendencia, y fue reformador del género mediante la introducción de nuevos personajes a partir de 1890. Entre 1860 y 1870, apareció el teatro de títeres de guante fasoulis, sin duda proveniente de Italia, como lo demuestran los nombres italianos de algunos de sus personajes. Pero nunca logró desbancar al karaghiozis, que entre 1890 y 1930, a pesar de que Grecia se desviaba cada vez más de los modelos antiguos, alcanzó su edad de oro, atrayendo a un público (en su mayoría adultos) cada vez mayor, mucho más importante que todas las formas de teatro que existían entonces juntas.

De la decadencia al despertar

En la década de 1930, el teatro de títeres griego (de guante y varilla) fue animado por los Títeres vivientes de Zappeion, grupo fundado por Vassilis Rotas, con Nikos Akiloglou y la colaboración del Teatro Nacional (1934-1935). Este género de teatro estaba dirigido a niños. Pero mientras muchos jóvenes artistas  comenzaban a iniciarse en este arte, estalló la Segunda Guerra Mundial. El Teatro de títeres de Atenas, fundado en 1939 en Atenas por Eleni Theohari-Peraki, se tuvo que adaptar a las nuevas condiciones creadas por la ocupación alemana a partir de 1941. Sus personajes, Barba-Mytousis (papel principal, cuya existencia duró cuarenta y seis años), el buen tío (un  títere de varillas), su sobrino Klouvios y su sobrina Souvlitsa (títeres de guante), se convirtieron en tipos muy populares y la compañía forjó una reputación de teatro infantil de calidad mediante la adaptación de cuentos populares y mitológicos. A partir de los años 1960, mientras que karaghiozis, basado en la tradición oral y en la improvisación, sufrió un desafecto creciente, (que se convirtió en sujeto de estudios literarios y etnográficos) se formaron algunos grupos de aficionados y profesionales, explorando nuevas vías; mientras, el teatro clásico comenzó incluso a tomar prestados algunos elementos de los espectáculos de títeres. Es en esta época en la que Lakis Apostolidès presentó en el teatro y la televisión naciente sus espectáculos de títeres de hilo acompañados de música y diálogos grabados previamente. Por su parte, Dimitrios Sofianos fundó la Pequeña Escena, que creó numerosos espectáculos para teatro y televisión. Su hijo Faidonas continúa hoy este trabajo.

La escena contemporánea a partir de la década de 1970

Tras la caída de la dictadura de los coroneles, el teatro de títeres tomó un cariz claramente político, incluidos los espectáculos para niños. En 1975, Eugenia Fakinou presentó Deneketoupoli, un espectáculo influenciado por las técnicas utilizadas en Yugoslavia y Bulgaria. Muchos artistas jóvenes se interesaron ​​en este arte, introduciendo en Grecia el teatro de objetos. En 1978, los titiriteros Takis y Mina Sarris crearon el Teatro griego de títeres que, más allá de las formas tradicionales y las limitaciones impuestas por la estrechez de la escena, se distinguía por su trabajo experimental con sombras, el teatro negro o las máscaras. Al mismo tiempo, en Creta, la titiritera Ariadni Nowak también comenzó un trabajo basado, entre otras técnicas, en la “luz negra”. En 1985 Michael Meschke creó el Festival Internacional de Títeres de Hydra y en 1992, Ariadni Nowak fundó otro festival en Creta. Mediante estos dos eventos, el público y los artistas griegos entraron en contacto con artistas de otros países, lo que facilitó el nacimiento y el desarrollo de una nueva generación de titiriteros influenciados por la escena europea. Como el teatro de títeres Tiritomba, de Kostas Hatziandreou; el teatro de títeres Harhout, de Christos Aftsidès o Ayusaya!, de Stathis Markopoulos. También hay que mencionar los títeres de tipo Muppets para la televisión de Manthos y Anna Santorinaiou; los títeres Baruti de Francisco Britto; la compañía Gri Kouti de Antigoni Paroussi; la compañía Prassein Aloga de Emmanuela Kapokaki; así como Chryssoula Alexiou, y otros muchos grupos profesionales que trabajan hoy en día en Grecia, que suscitan un interés creciente entre los jóvenes e inspiran a una nueva generación de artistas. En cuanto a karaghiozis, también se ha consolidado una nueva generación de sombristas (Kostas, Yannis y Argyris Athanasiou, Yannis Dayakos, Athos Danelis, Tasos Konstas o Helias Karelas entre otros), retomando el arte de sus maestros, y se presenta especialmente en las escuelas, pero también en teatros y festivales. En 1990, por iniciativa de Michael Meschke, se puso en marcha el centro griego de Unima; y desde 1996, el Centro del títere de Unima en Atenas organiza diversas actividades (exposiciones, talleres, biblioteca, videoteca, la revista Nima…). Además, cada año se celebra un importante festival internacional de títeres en Kilkis, al norte del país. Sin embargo, en Grecia no existe una enseñanza profesional oficial. Los candidatos deben formarse por su cuenta, ya sea en el extranjero o por compañías ya existentes, y el arte del títere no se ve más que en un curso (dedicado a su papel en la educación) en el Departamento de Pedagogía de la Universidad de Atenas. En Maroussi, cerca de Atenas, existe un museo de karaghiozis fundado por Eugenios Spatharis, uno de sus titiriteros más famosos, y podemos ver algunos títeres tradicionales  en el museo del teatro en Atenas, así como en el Museo del Folklore  peloponense de Nauplia.

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