La opera dei pupi es un teatro siciliano tradicional, el teatro de títeres. Los pupi difieren de otros títeres por las obras que interpretan, por su mecanismo, por su estilo figurativo, por su organización escénica y por su interpretación. Los temas son, principalmente, ciclos largos presentados por episodios basados en la literatura caballeresca, especialmente en el ciclo de Carlomagno. Sin embargo, el repertorio también incluye la vida de bandidos y santos, eventos históricos y dramas shakesperianos.

Historia

Es difícil establecer dónde comenzó exactamente la opera dei pupi. Algunos expertos creen que el género podría remontarse a los titiriteros griegos de la época de Sócrates y Jenofonte, porque en aquella época los títeres de vara a la cabeza eran conocidos en Siracusa…

Resulta menos difícil determinar el comienzo del teatro de títeres siciliano si nos limitamos a la temática caballeresca y a las características mecánicas típicas de los pupi. Parece que estas características solo aparecen a comienzos del siglo XIX en el sur de Italia y en Sicilia. Podíamos asistir a espectáculos de este género no solo en Sicilia y Nápoles, sino también en otras regiones de Italia, y al final del siglo XX todavía estaban extendidos en Apulia. Los títeres también estaban extendidos en América del Norte y América del Sur, a raíz de los inmigrantes: en Buenos Aires, San Francisco y Nueva York. Incluso hoy en día, la familia Manteo conserva en Nueva York los espléndidos títeres de Papa Manteo, nacido en Argentina y que sin haber estado nunca en Sicilia, hablaba el dialecto de Catania de principios del siglo XX. En Túnez, por último, dieron origen a un teatro tunecino batallador, donde los sarracenos son los buenos y los cristianos los malos.

Las lejanas fuentes de la opera dei pupi son los poemas épicos de la Edad Media francesa, es decir, los cantares de gesta y los ciclos caballerescos relacionados con el rey Arturo. Estos poemas, originalmente transmitidos por vía oral, cuentan la historia de las cruzadas y de las guerras cristianas llevadas a cabo por el emperador Carlomagno contra los sarracenos, o las rebeliones de los barones contra su señor feudal. Proporcionaron una gran cantidad de material literario hasta el Renacimiento, cuando aparecieron tres obras clave: Morgante (1483) de Luigi Pulci, L’Orlando innamorato (Orlando enamorado, dejado inacabado en 1494) de Matteo Maria Boiardo y L’Orlando furioso (Orlando furioso, 1516) de Ludovico Ariosto. Estos poemas, compuestos en los medios cortesanos de Florencia y Ferrara, dieron paso a La Gerusalemme liberata (Jerusalén liberada, 1580) de Torquato Tasso. Esta última obra, sin embargo, marca una crisis y un cambio de gusto que conllevó a la desaparición del género.

Desde mediados del siglo XIX, cuando la opera dei pupi ya estaba firmemente establecida, hasta la primera década del siglo XX, una ola de publicaciones nació en Sicilia, con la Storia dei paladini di Francia (Historia de los paladines de Francia), escrita por el profesor Giusto Lodico entre 1858 y 1860; y una sarta de otras historias de este género, firmadas por otros autores. La Storia de Lodico compilaba y mezclaba las intrigas de una gran cantidad de poemas. Organizó todo el material que ya era el de los pupari, sacados probablemente de fuentes escritas y orales, para establecer sus libretos manuscritos que completaban con diálogos improvisados durante las actuaciones. Lodico reunió las fuentes, eliminó las contradicciones y excluyó los episodios que no encajaban en la estructura general de sus obras. Es posible que la mayor parte del material narrativo que se encuentra en la Historia de los paladines de Francia esté en deuda con las fuentes orales. Todas las historias de estas largas series no tuvieron el mismo éxito, aquellas relativas a Carlomagno, Roland y Renaud fueron las mejor recibidas: presentadas por episodios cada noche, podían durar todo un año.

El repertorio incluía también otros cuentos  caballerescos, acontecimientos históricos y una gran cantidad de dramas shakesperianos. Se añadieron a estos las vidas de los bandidos y santos, así como la Natividad y la Pasión. La mayoría de estos temas solo ofrecían la materia de un espectáculo o de un número limitado de ellos. A menudo, al final de una representación seria, se ofrecían farsas cortas en dialecto siciliano. Los personajes de las farsas aparecen a veces con los de los ciclos caballerescos, en el papel de escuderos de los paladines que decían en dialecto el punto de vista de las personas, o comentando la acción de forma burlona.

A principios de 1950, la televisión y el cine barato comenzaron a hacer competencia a los teatros de títeres. Muchos espectadores, habituales de los pequeños teatros, abandonaron su antiguo placer, al igual que muchos abandonaron su dialecto siciliano. El teatro de los pupi probablemente no habría conservado más que un lugar pequeño junto a los turistas si la Associazione per la conservazione delle tradizioni popolari (Asociación para la Conservación de las tradiciones populares) no hubiera tenido como tarea preservar no solo los objetos, sino también las técnicas: cómo construir los títeres, cómo manejarlos y así sucesivamente. Lo que fue imposible preservar fueron las largas series de episodios y el público. El público, en la actualidad compuesto principalmente por turistas y colegiales, quería una acción rápida y no quería volver día tras día. Los titiriteros inventaron entonces historias para una sola noche, cogiéndolas de los acontecimientos más queridos, casi siempre la muerte del héroe o la de un enemigo odioso. Obtenemos así una larga serie de títulos como La muerte de Don Chiaro, La muerte de Milo, La batalla de tres contra tres en la isla de Lampedusa o La batalla de Roncesvalles. Estas representaciones modernas no se improvisan como las de los ciclos largos, sino que se organizan para que el titiritero pueda trabajar rápidamente y para mostrar en una sola tarde tantas ilusiones escénicas como sea posible: el mago llama a los demonios, el Paraíso se abre cuando muere un héroe, batallas contra dragones, etc.

Los títeres

En la jerga teatral, las herramientas de la profesión se llaman mestiere y se pasan de padre a hijo, teniendo en cuenta que un hijo no presta su voz a los pupi a menos que tenga un teatro propio. Debe “sustraer” el arte de su padre con el fin de estar listo en el momento oportuno. Por lo general, un teatro de Palermo podría alimentar nada más que a una familia, de modo que el hijo debía crear su propio mestiere cuando quería casarse. De media, un teatro bien equipado cuenta con una centena de pupi. Alrededor de la mitad está compuesta por soldados armados que llevan armaduras, los otros, los reyes, damas y doncellas, los prelados, los civiles, llevan telas. Las cabezas de repuesto son también numerosas; al cambiar un escudo y un abrigo se pueden resucitar los cadáveres de las noches anteriores y hacer nuevos personajes. El fondo está pintado con gran cuidado y representan castillos, cortes, ciudades amuralladas, lugares públicos, campamentos, jardines, bosques y diversos paisajes. Cada teatro posee una centena.

La armadura de latón, cobre o níquel está decorada con otros metales. Esta ornamentación inventiva, floral y geométrica incluye emblemas que, con ayuda de las características físicas y de la vestimenta, permiten identificar los personajes principales. Las marcas de identificación son constantes en cada región, aquellas de Palermo difieren de las de Catania, las cuales se diferencian de las de Nápoles. Esta constancia de los signos permite que los espectadores asiduos reconozcan inmediatamente a los héroes. Hay muchos títeres no humanos como los caballos, leones, perros, ciervos, grandes pájaros, burros, toros, y también criaturas sobrenaturales como los centauros, sirenas, serpientes, dragones, demonios y ángeles.

Los pupi de Palermo y Catania tienen características mecánicas similares, pero difieren en varios aspectos. Los dos se accionan mediante dos varillas de hierro gruesas, una para la cabeza y la otra para el brazo derecho, así como mediante hilos auxiliares, especialmente para el brazo izquierdo. Son de madera y están formados por una cabeza y un tronco al que están unidos los brazos y las piernas. Las piernas están articuladas y se mueven libremente hacia adelante y mucho menos hacia atrás. Los brazos, articulados al nivel de las manos y los antebrazos, se unen a la espalda mediante materiales acolchados, lo que les permite moverse en todas direcciones. La cabeza está atravesada por la varilla principal que tiene dos ganchos: uno, en la parte inferior, está enganchado entre los hombros, y el otro, en la parte superior, permite sujetar y controlar al títere. Los hilos de manipulación se unen cerca del gancho superior. Al inclinar la varilla principal hacia adelante o hacia atrás, hace que el títere mire hacia abajo o hacia arriba. El gancho inferior se introduce en una cavidad del cuello y permite que la varilla principal gire sobre su eje, de modo que la cabeza del títere pueda girar a la izquierda o a la derecha. La varilla principal dirige los pasos del títere: al accionar el títere  hacia atrás para que la pierna izquierda, más larga, toque el suelo, la pierna derecha da un paso atrás. Las leves inclinaciones laterales permiten que un pie se apoye en el suelo, mientras que la otra puede avanzar y oscilar, y la inclinación en la dirección opuesta permite que el títere mueva la otra pierna hacia adelante y luego andar, mientras que el titiritero le hace avanzar. La varilla conectada a la mano derecha le permite a esta y a todo el brazo hacer movimientos energéticos durante las escenas de lucha, y produce gestos más precisos que los que se obtienen con un hilo. La mano derecha sostiene la espada como una daga.

Los pupi de Palermo miden de 80 centímetros a 1 metro y pesan alrededor de 8 kilos. Tienen rodillas articuladas; un hilo conectado a la varilla de su brazo derecho va desde su puño hasta el borde de su espada y les permite desenfundarla y ponerla de nuevo en su vaina. En algunos teatros de Palermo los títeres tienen  un hilo conectado al muslo derecho para facilitar el movimiento equilibrado, lo que facilita también el primer paso y sirve para expresar la ira mediante una agitación de la pierna; este hilo también le permite al títere poner una rodilla en el suelo. Algunos titiriteros, sin embargo, lo consideran un añadido superfluo.

Los pupi de Catania miden hasta 1,40 metros y pesan 16 kilos o más. Tienen las rodillas rígidas y, en el caso de los guerreros, su espada está casi siempre desenvainada. Sus rígidas rodillas les permiten reposar todo su peso sobre el suelo entre un paso y otro. Los pupi de Palermo se manejan desde los bastidores, desde donde se extienden los brazos. En Catania se manejan desde arriba, desde una plataforma situada en la parte posterior del decorado.

En Nápoles, los títeres miden 1,10 metros. Su cabeza está controlada por una varilla de hierro y los dos brazos mediante hilos. La espada, estirada en la misma dirección que el brazo, está fijada en su mano: el mango de la espada se encuentra en un agujero de la palma. Sus piernas son flexibles y las manipulaciones se llevan a cabo desde una plataforma en la parte trasera del decorado.

El público y sus héroes

Para entender la razón del éxito de la opera dei pupi, es decir, las largas historias de caballeros con las que disfrutaba un público pobre, hace falta saber que el mito de los paladines de Francia no representaba un mundo de pura evasión para el público; los títeres encarnaban esperanzas, luchas, victorias y derrotas de los propios espectadores. La historia de los paladines expresaba toda una gama de emociones que iban desde la resignación hasta la revuelta.

Esto hace que sea una buena forma de meditación sobre el mundo, dando cuenta de la vida durante largos períodos de tiempo, dependiendo de las condiciones históricas y sociales variables. Los temas caballerescos, las historias de bandidos y mártires dan una imagen del mundo y sus combates, que se convierte en un reflejo intemporal de la vida cotidiana, los amigos y los enemigos, la lealtad o la traición, la ingratitud y la injusticia de la gente del poder…

Al mostrar odio hacia los malos y admiración hacia los héroes, expresamos la propia lealtad hacia las leyes humanas. El público, en general, estaba dividido en dos grupos: los partidarios de Orlando y los de Renaud, cada uno de ellos con un determinado comportamiento. Ocurre lo mismo en la relación entre Carlomagno, el consejero traidor Gano di Maganza (Ganelon) y los barones que reaccionaron a la injusticia mediante la rebelión: algunos no pueden reconciliarse,  como Malaguerra, otros se reconcilian con dificultad, como Renaud, y otros lo hacen con rapidez, como Orlando. Los espectadores encontraban en esta situación su relación con la autoridad: una revuelta o un ideal más moderado de reconciliación social.

En sus características esenciales, la opera dei pupi es un rito de pasión, muerte y venganza. Con la sucesión de los espectáculos, los héroes acumulaban el derecho a ser amados por el público, mientras que los malvados no hacían más que aumentar el odio y la burla hacia ellos. La muerte de los primeros era esperada con ansiedad, la de los segundos con impaciencia, lo que provocaba una alternancia entre alegría y dolor. Gano di Maganza, el traidor, odiado, no era solo el chivo expiatorio de los males y los crímenes (al final está condenado a ser descuartizado por cuatro caballos), también encarna la muerte en sí, pequeño títere siempre vestido de negro.

Una similitud curiosa une este personaje al de la farsa, a menudo insertados en las obras serias como siervos del héroe. Tanto Gano como Peppennino son pequeños, hablan y se mueven de forma ridícula, y ambos levantan una de sus dos piernas como si fuera un falo enorme. En un nivel superficial, los personajes que hablan en dialecto representan al pueblo, la rutina diaria y el anti-heroísmo. En un nivel más profundo, las figuras diabólicas del antiguo teatro aparecen duplicadas. Por un lado, Polichinelle, Peppennino o Virticchio, personajes cómicos honestos que ayudan a los héroes en sus empresas y saltan triunfantes sobre el enemigo que ha caído al suelo; por el otro, Gano, que pone trabas a la marcha de los héroes, les conduce a su muerte y salta de alegría cuando los asesinan.

Si esto es cierto, el hecho de que Virticchio, Peppennino o Polichinelle tengan que ejecutar la pena de muerte de Gano significa que el pueblo se establece como un instrumento de justicia, pero también asegura el triunfo de las fuerzas sobrenaturales positivas por encima de las negativas. Esto se confirma mediante el fetichismo con el que se trata a los héroes, y también los personajes negativos. Tocar a Virticchio da felicidad, linchar a Gano di Maganza y llevarse a casa un pedazo de su cuerpo alivia la ira por las injusticias del mundo.

La literatura caballeresca ha sido para el pequeño pueblo  siciliano un depósito de imágenes fantásticas que pueden ser reprocesadas, y que permiten varias actuaciones diversas y contrastantes. La función y la eficacia de sus símbolos, de sus personajes y de sus objetos no solo eran conocidos por un círculo de expertos – los que vieron y escucharon a los cantastorie (músicos callejeros) y los espectadores de la opera dei pupi -, sino que llegaron, a diferencia de muchos otros que, sin conocer la trama en realidad, tenían una idea bastante clara de los elementos fantásticos y del uso metafórico hecho de la misma.

Los titiriteros

Los titiriteros que trabajan en la actualidad son casi todos descendientes de las viejas familias. Solo dos familias no han cesado nunca su actividad. En los años 1970 y 1980, solo había un pequeño número de compañías todavía en activo, una actividad que era constante y seguida en raras ocasiones. Pero muchas familias mantienen sus títeres. Hacia 1990 se produjo un renovado interés por el mundo de los pupi, y son a menudo los nietos de los viejos titiriteros los que organizan las compañías y trabajan en ellas, refiriéndose a sus padres y a otros miembros de la familia. Los padres, que a menudo han elegido una profesión diferente, sin embargo, habían ayudado a sus padres en el pasado, por lo que pueden dar consejos a sus hijos. Estas nuevas compañías demostraron ser débiles al principio, pero algunas de ellas pueden dar hoy en día espectáculos bastante decentes.

En 2001, la UNESCO proclamó la opera dei pupi obra maestra del patrimonio oral e inmaterial de la humanidad. La candidatura la había presentado la Associazione per la conservazione delle tradizioni popolari. Este reconocimiento, sin embargo, ha tenido hasta ahora un impacto limitado sobre la situación de los pupi y los pupari.

Las compañías más activas son la de los hermanos Napoli en Catania, premio Erasmus en 1975, y la de los Cooperative Macrì en Acireale. Pero otras compañías todavía conservan sus títeres y dan espectáculos de vez en cuando, por ejemplo Gesualdo Pepe en Caltanissetta y Vincenzo Gargano en Messina. En Palermo los diferentes miembros de la familia Cuticchio siguen activos: Teatroarte Cuticchio dirigido por Girolamo Cuticchio y sus hijos; Figli d’arte Cuticchio dirigido por Mimmo Cuticchio con su esposa y su hijo; y los hermanos y hermanas de Mimmo, Anna, Nino y Rosa, con sus familias, tienen también sus propios títeres. Miembros de la familia Munna (Monreale), la familia Mancuso (Trabia), la familia Cani (Alcamo) todavía trabajan de vez en cuando. Estas y otras viven todavía con el recuerdo de la brillante época de los títeres sicilianos, aunque ahora se ganan la vida de otra forma. Siempre están dispuestos a realizar un espectáculo o a ayudar en una realización. El número de teatros está en constante cambio, en función de la evolución económica y cultural. Unas veces hay una mayor demanda por parte de las escuelas y organizaciones turísticas y su cantidad aumenta, y otras veces se produce una crisis de otros tipos de trabajo, y su número aumenta también; los pupari entonces juegan su última carta.

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